Editorial de Perspectivas Sistémicas Número 81

Psicoterapia Ecológico-relacional

» Si queremos proteger la vida sobre esta Tierra, podemos 
hacerlo cuestionando la peligrosa ceguera actual en todo lugar 
donde se halle pero ante todo, en nosotros mismos.» 

Alice Miller

Dado los resultados de muchas conversaciones entre diferentes países, grupos políticos, entre distintos sectores de una sociedad, miembros de una familia, integrantes de una pareja, cualquiera sea su orientación sexual, uno podría decir que encaramos esta mezcla de diálogos y monólogos con la siguiente premisa:

» estoy abierto a todas las personas que tienen las mismas ideas que yo»

Como decía Rousseau ( o por lo menos se le adjudican tales palabras al autor del Contrato Social), todo hombre tiene que ser libre y aquel que no lo entienda debería ser obligado a serlo. Algo así como invadir un país para imponerle un régimen democrático.

Naturalmente, este tipo de preconceptos y de acciones no consensuadas dificulta la escucha de las diferencias y la posibilidad del encuentro. Más se aplican soluciones que no tienen en cuenta la cultura, los valores, las creencias y las costumbres de una nación o de cualquier grupo humano; menos se tengan en cuenta el momento del ciclo vital, el grupo etario, el sexo, la religión, las motivaciones de un ser humano, menos posibilidad de ser escuchados vamos a tener y mayor resistencia y antagonismo vamos a generar. 

Los conflictos interpersonales en menor o mayor escala, comienzan con pequeñas pero significativas descalificaciones de las características e intereses de nuestros interlocutores, hasta llegar a la desconfirmación absoluta de ese otro que posiblemente, con el tiempo y gracias a nuestros esfuerzos por ignorarlo, se convierta en un competidor, en un rival o peor aún, en un enemigo. Me puedo estar refiriendo al conflicto palestino- israelí, al devenir de una pareja que, en algún momento, se amó apasionadamente, a la relación entre un terapeuta y sus consultantes o al de ese mismo terapeuta con sus colegas. 

Uno podría pensar que la peor de las privaciones no se halla en aquello que me falta sino en la ignorancia en la que me encuentro con respecto a todo lo que tengo. 

El abordaje sistémico siempre desafió la lectura de las etiquetas diagnósticas y las intervenciones que parten de las carencias o deficiencias de los consultantes para hacer hincapié en los recursos y las posibilidades de los consultantes, más allá de la gravedad de la situación que estén atravesando o de la multiplicidad de síntomas o problemas que estén padeciendo. 

El artículo del Lic. Aguayo se refiere a esto en su descripción del trabajo realizado en el marco de una comunidad psicoterapéutica dedicada a la rehabilitación de la toxicodependencia, ilustrando sus conceptos con historias clínicas (o historias de vida si vos preferís lector/ a), muy complicadas. Sin embargo, su posición epistemológica, su postura humanista no claudica por ello. En todo caso, aumenta el desafío de brindar ayuda sin descalificar a esos seres humanos difíciles de ser ayudados, de ser entendidos en su totalidad más allá de la suma de las partes de la florida sintomatología que forma parte del relato de la existencia de estas personas pero que de ninguna manera, define la riqueza de sus respectivas identidades. Con mejores o peores resultados, los tratamientos, las intervenciones psicoterapéuticas resguardan el amplio marco de la epistemología constructivista, de la lectura de procesos evolutivos en permanente cambio, más allá de las limitaciones de los operadores, del marco institucional y del evidente deterioro de algunos de estos pacientes. 

El contexto de crisis de la consulta descripta por el Dr. Fiorini, aborda la complejidad de la multiproblematicidad que produce una situación social que desborda el microhábitat del consultorio, que trae a la consulta individual, junto a los síntomas y vicisitudes de un determinado momento del ciclo vital de una ser humano en particular, los conflictos familiares, las tensiones sociales y la desesperanza de un momento crítico en la historia de un país. La resolución del caso en cuestión, la ayuda brindada por un experimentado psicoterapeuta para aliviar a un consultante de sus síntomas, abarca una lectura e intervenciones de creciente complejidad que van gradualmente incluyendo a las personas involucradas con el mismo, a su entorno más inmediato y al contexto social que constituye una variable de peso a considerar en este exitoso tratamiento.

Los vaivenes u «oleajes» de las parejas con un miembro con síndrome de déficit de atención e impulsividad, con o sin hiperactividad, constituyen la segunda parte de un sesudo recorrido de la Lic. Joselevich, reconocida experta en el tema

La claridad de los numerosos ejemplos y la precisión de los conceptos expresados por la autora, dan cuenta de la información vital que necesitamos poseer para abordar consultas de pareja con personas aquejadas por este síndrome, tanto para evitar los falsos diagnósticos como para lidiar con la sintomatología individual y con las consecuencias e impacto de las mismas en el seno de la ecología relacional de la pareja.

Una vez más lector/ a, te invito a la aventura de la resolución de conflictos de complejo abordaje partiendo de conceptos que tienen en cuenta al individuo en su singularidad pero también en su relación con sus vínculos más significativos, con el contexto laboral y social que lo enmarca y con las circunstancias vitales por las que tuvo que atravesar, por las que atraviesa en el aquí y ahora, por las que se avecinan en su futuro y todo esto sumado a su particular visión del mundo, de sí mismo y de quiénes lo rodean, tanto en sus relaciones concretas como virtuales. 

Retomando las palabras de Alice Miller apostando al continuo trabajo sobre nosotros mismos, disminuiremos nuestra ceguera, con lo cual mejoraremos nuestra relación con los demás y de esta manera, contribuiremos a la humanización de nuestro planeta.

Hasta la próxima,

Claudio Des Champs 

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