Homenaje a Paul Watzlawick. «Al maestro se le apagó el corazón».

Paul Watzlawick (izq.), John Weakland (centro, con anteojos) y una sonriente Mara Selvini Palazzoli (1979)

Paul Watzlawick PhD, filósofo y maestro pionero de la Terapia familiar, de la Teoría de sistemas y de la Teoría constructivista, murió el sábado 31 de marzo del 2007, en su casa en Palo Alto, a la edad de 85 años. 

Como todas las noches, cenó con su esposa Vera -su compañera de toda la vida- bebió una copa de vino y se deleitó con su preferida Linzer Torte. Luego de conversar a gusto, riéndose y bromeando sobre un programa de la TV, se despidió para irse a dormir, le dijo «ti amo» a Vera –en el idioma con que se comunicaba la pareja, el italiano- dándole una vez más las gracias por su cariño y su paciencia con él. Con esa paz, tal cual las palabras de su querida esposa, nos dejó una de las figuras más relevantes de la terapia familiar en el mundo. Paul Watzlawick, moría de un paro cardiaco según la información proporcionada por un portavoz del Centro Médico de la Universidad de Stanford.

En su trayectoria, Watzlawick obtuvo su doctorado en 1949 en Filosofía y Ciencias modernas en la Universidad veneciana Cà Foscari. A posteriori, se entrenó en psicoterapia en el Instituto C. G. Jung en Zurich y recorrió varios países donde ejerció la psicoterapia y la docencia, hasta que en noviembre de 1960 llegó al Mental Research Institute (MRI) de Palo alto colaborando con la aplicación de la Cibernética y la Teoría General de los sistemas a las ciencias humanas, investigación que llevaba a cabo el grupo pionero conformado por Gregory Bateson, Jay Haley, Don Jackson y John Weakland, entre otros.

Desde ese noviembre y al momento de su deceso, Paul Watzlawick era Senior Research Fellow del Mental Research Institute (MRI), miembro fundador del equipo del Centro de Terapia Breve en el MRI y profesor emérito del Departamento de Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford. A finales del 2006, por motivo de una enfermedad relacionada a su avanzada edad, decide retirarse de su exitosa actividad profesional y dejar su despacho en el MRI, el cual ocupó ininterrumpidamente durante 46 años. 

El maestro de la terapia sistémica, contribuyó de manera muy importante al campo de la terapia Familiar, de pareja e individual y se destacó por sus aportaciones a la Teoría de los sistemas, a la Cibernética, a la creación de la Terapia breve estratégica y el Constructivismo moderno. Fue escuchado y leído en prácticamente todo el mundo: más de 126 artículos publicados internacionalmente y autor o coautor de 22 libros que fueron traducidos a más de 80 idiomas, entre ellos la «Teoría de la Comunicación Humana», «Cambio» , «El lenguaje del cambio», «La Realidad Inventada», «Lo malo de lo bueno», «El arte de amargarse la vida», «El sentido del sin sentido», entre otros.

Como uno de los personajes más conocidos y respetados en el campo de las ciencias de la comunicación, obtuvo numerosos reconocimientos y honores internacionales entre los que se encuentran «Distinguished Achievement Award»: American Family Therapy Association. 1981; «Paracelsus Ring»: Ciudad de Villach (Austria). 1987; «Lifetime Achievement Award»: Milton H. Erickson Foundation. 1988; «Distinguished Professor for Contributions to Family Therapy Award»: American Association of Marriage and Family Therapy. 1982; Doctor honoris causa, Universidad de Liege, Bélgica, 1992; Doctor honoris causa, Universidad de Bordeaux-III. 1992; Medalla de Honor de la Provincia de Carintia (Austria). 1993. 

El Dr. Watzlawick fue un ser humano generoso, modesto y respetuoso de sus colegas, a quien miles de terapeutas y filósofos en todo el mundo, de quienes fue mentor, echarán mucho de menos. Pero, fundamentalmente, vivió una vida digna y trascendente, enriquecida por numerosas alternativas de sus experiencias. Fue un ser ávido con la inteligencia y sensibilidad de los creadores.

Al «maestro se le apagó el corazón», pero para todos los que fuimos sus alumnos, seguirá tecleando su vieja máquina de escribir en su oficina de Palo Alto y continuaremos escuchando su voz en cada sesión de psicoterapia, tal vez porque sus ideas y pensamientos ya no le pertenecen, ahora son patrimonio de la humanidad.

Dr. Marcelo R. Ceberio
Director de la Escuela Sistémica Argentina

«Pensamiento Sistémico y Abordaje de los Sistemas Humanos»

Por Paul Watzlawick (*)

Paul Watzlawick

Introducción: por Marcelo R. Ceberio (1)

«…El profesor Watzlawick, austero, humilde, introvertido, trabaja incansablemente, hace treinta y cuatro años, en su consultorio del Mental Research Institute de Palo alto, ventana al parque, frondosa biblioteca con traducciones de sus textos a todos los idiomas (incluyendo el japonés), con su vieja máquina de escribir de los ‘60, de cuyas gastadas teclas brotaron la mayoría de sus escritos …

…La vida del autor del ya clásico libro «Cambio», está precisamente signada por el cambio (2). Su ferviente búsqueda del mejor camino para la resolución de los problemas humanos, la necesidad de mejorar la calidad de vida de sus congéneres, rompiendo los nocivos círculos viciosos en los cuales el ser humano se entrampa haciendo «más de lo mismo»…

… Mis padres intelectuales, reconoce Watzlawick con sentida emoción, fueron Gregory Bateson y el psiquiatra Don Jackson del cual nunca pude desentrañar algunos misterios de su genialidad clínica; recuerdo que cada miércoles durante varios meses, Jackson escuchaba grabaciones de entrevistas de no más de cinco minutos que consistían en preguntarles a las famillas citadas: ¿cómo se encuentran ustedes? Con esta brevísima grabación, Don (Jackson), siempre acertaba con el diagnóstico exacto. Más que un diagnóstico con rótulos psicopatológicos, se trataba de predicciones pronósticos tales como: si tiene un hijo será delincuente, si tienen una hija tendrá problemas psicosomáticos etc… Nunca pude descubrir como Don arribaba a tales diagnósticos o predicciones que invariablemente resultaban ciertas. Ante mis preguntas solía darme explicaciones tan profundas como: «bueno, por el modo en que la madre se rió en tal momento…». En una oportunidad anexamos a estas entrevistas, tres familias que considerábamos «normales». Luego de escucharlas, Jackson por primera vez, pidió volver a escucharlas y luego de hacerlo dijo: «No sé, a mi me parecen normales».

Constructivista férreo, Watz1awick refiere en el epílogo de «La realidad Inventada » que, al entrar a este tipo de pensamiento, el ser humano se vuelve más responsable de sus construcciones y por lo tanto más respetuoso y comprensivo de la opinión (construcción) de los demás. Cuenta Watzlawick que en toda su vida sólo encontró dos personas completamente coherentes con esta forma de pensar, uno fue Graf Durckheim, un psicólogo alemán que trabajó en Japón y aprendió esta filosofía en contacto con maestros zen y el otro, fue el reconocido maestro hindú Krishnamurti, a quien conoció durante su estadía en Bombay.

(*) Paul Watzlawick nació en 1921 en Villach, una pequeña localidad austríaca situada cerca de la frontera italo – yugoslava y falleció, el 31 de marzo del 2007 en Palo Alto, California (USA) 

(1) Párrafos extraídos de conversaciones y notas inéditas que el Dr. en psicología y editor asociado de Perspectivas Sistémicas, Marcelo Ceberio, sostuvo con el Profesor Paul Watzlawick, durante sus estadías de trabajo en el Mental Research Institute, de cuya institución es representante en Sudamérica.

Ver nota «Paul Watzlawick: Itinerarios de un Precursor», Perspectivas Sistémicas N° 32, Julio/ Agosto 1994.

Una de las desventajas para una persona cuyo nombre empieza por una W, es que siempre le toca el último turno, pero para un orador esto constituye una ventaja. Puede así dejar una determinada cantidad de temas de lado que ya han sido mencionados por los oradores que lo precedieron. Por lo tanto, me limitaré a algunas consideraciones prácticas: pensar en términos de sistemas, puede efectivamente ser una ventaja decisiva en el trabajo con sistemas humanos, así se trate de un pequeño sistema, como la familia, o de sistemas más amplios. Ambas estructuras son, frecuentemente, isomórficas, es decir que tienen elementos estructurales que son similares o inclusive idénticos. Si tuvimos la oportunidad de observar el surgimiento de un sistema a través del establecimiento de una relación notamos como, a partir de esas circunstancias, el sistema comienza a autogenerarse. Por ejemplo, un joven en su primera cita con una joven que llega veinte minutos tarde, puede reaccionar de diversas maneras: podría decir-«Te retrasaste»; o también puede ignorar ese retraso, pero en cualquiera de los casos una regla ha sido establecida.

El no puede dejar de reaccionar ante el hecho de que ella se retrasó y esto será uno de los elementos a partir de los cuales, la estructura del sistema de la nueva relación va sin duda a desarrollarse. Existen excelentes estudios que muestran como sistemas muy complejos pueden emerger y de hecho emergen, a partir de elementos muy limitados cuya interacción puede generar una enorme complejidad. A partir de esto, se vuelve menos difícil comprender cómo una pequeña intervención puede desencadenar un cambio significativo de gran amplitud.

Una de las acusaciones que se les hace a las personas que realizan terapias sistémicas, es que sus intervenciones son relativamente superficiales y no toman en cuenta la profundidad de los problemas, que sólo tocan o afectan la punta del iceberg. Y sin embargo, yo pienso que si nosotros empezamos a pensar de manera sistémica, numerosas

posibilidades aparecen ante nuestros ojos. Estas posibilidades no están disponibles si nosotros pensamos en términos tradicionales, si estimamos que lo que sucede en el aquí y ahora es el resultado directo, lineal, de todos los factores del pasado que esculpen el presente. La inadecuación del abordaje intrapsíquico, introspectivo y retrospectivo, se hace particularmente evidente cuando lo que estamos observando es una situación en la cual dos elementos, como por ejemplo dos personas, establecen una relación: el fenómeno percibido es imposible de reducir a una u otra de esas personas.

Una relación va más allá de los elementos que aportan las personas que intervienen en la misma. Todo intento de producir un cambio en el aquí y ahora por medio de una investigación del pasado pueden conducir a una ilusión o a un espejismo y esto, no nos lleva muy lejos. Porque, inclusive si yo logro comprender en todos sus detalles estas dos historias de vida separadas, la interacción de estos elementos en la relación, su calidad «suprapersonal», no se revelará en una lectura monádica e individual.

Una vez que un sistema se ha desarrollado y ha asumido estas cualidades «suprapersonales», puede entonces constituir una adaptación óptima a las influencias provenientes tanto del interior del sistema como de su entorno. El problema es que todos nosotros y por ello me refiero tanto a los seres humanos como los animales, una vez que logramos una determinada adaptación u organización, tratamos de mantenerla. Existen razones para ello que no vamos a explorar en este trabajo. Pero, cuando trabajamos con una familia que tiene un problema advertimos que, observado desde el exterior, este sistema humano parece recorrer una y otra vez las mismas secuencias de comportamiento intentando resolver el problema. Este sin embargo, no se resuelve. En efecto la solución del problema puede encontrarse en el exterior del repertorio de comportamientos de ese sistema. Y en el modelo psicodinámico este «juego sin fin», esta calidad de interacción repetitiva, recursiva, este círculo vicioso, ha sido llamada compulsión a la repetición. A mi no me gusta ese término, por la simple razón que conlleva la connotación de algo patológico desde el comienzo. Sin embargo un tipo de comportamiento disfuncional de un sistema puede constituir, en un determinado momento, el único camino posible, la mejor elección posible para el funcionamiento y la adaptación de este sistema.

En la visión cibernética hay dos tipos de cambio. El cambio de primer orden es el cambio de un sistema que pasa de un estado interno a otro, es un cambio en el interior de los límites del repertorio de ese sistema. Sin embargo, si la solución a un problema reside en el exterior de los límites del repertorio de ese sistema, un cambio de primer orden no permite encontrar la solución. Necesitamos entonces cambiar la estructura del sistema. Esto es llamado un cambio de segundo orden. En otros términos, el sistema necesita un aporte del exterior, del terapeuta por ejemplo, porque por una razón u otra, no parece capaz de generar en él, las modificaciones necesarias para su propio funcionamiento. En nuestra vida cotidiana, este cambio se realiza generalmente a través de un cierto tipo de acontecimientos. Yo especulé a menudo sobre el hecho de que si un día, el célebre hombrecito verde proveniente del planeta Marte apareciera y nos preguntara, «¿Cómo hacen ustedes en la tierra para resolver los problemas?», y que nosotros nos viéramos obligados a explicarle las fantásticas, extrañas y elaboradas teorías que hemos creado al respecto durante estos últimos siglos, él se sorprendería mucho y preguntaría, «¿Cómo es posible que ustedes no hayan visto los cambios cotidianos que han tenido lugar en las vidas humanas y que no son los resultados de una toma de conciencia?!».

Jaques Monod en su libro «El azar y la necesidad», describió estos efectos muy claramente. Hizo notar que acontecimientos producidos azarosamente pueden generar un cambio significativo en un sistema, no forzosamente un tipo de explicación ni un tipo de toma de conciencia, sino simplemente algo que ocurre y que puede no estar seguido por una toma de conciencia. Por cierto tocamos aquí la manera en la cual el orden aparece a partir del desorden. Un sistema muy rígidamente estructurado con una cantidad de orden extremadamente importante (es decir un orden homeostático), sería un sistema que impediría toda posibilidad de cambio. Al respecto, existen otras cuestiones que no voy a abordar aquí. En todo caso Prigoyine nos mostró una vía que más allá de Monod, nos indica cómo podernos comenzar a aplicar estas observaciones en los sistemas sociales. Finalmente, citaré a Heinz Von Foester quien abrió una perspectiva totalmente nueva del cambio social postulando lo que el denomina su Imperativo Estético: «si usted quiere ver, aprenda a actuar».

1) Artículo publicado en Les Cahiers Critiques de Therapie Familiale et de Pratiques de Reseaux, en el número de auto-reference et Therapie Familiale», bajo la dirección de Mony Elkaim y Carlos Sluzki (N° 9).

Traducción Claudio Des Champs

Este artículo fue publicado en Perspectivas Sistémicas N° 33, año 7, septiembre/ octubre 1994.

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