INTERVENCIONES COMUNITARIAS. Entrevista a CELIA FALICOV

Celia Falicov es uno de esos personajes de la terapia familiar que difícilmente permanece desconocido para nadie. Todos los terapeutas que hacemos docencia hemos realizado inevitables referencias a su libro «Transiciones familiares», así como a su trabajo, y éste le ha traído hasta nosotros recientemente. Ha impartido diversos seminarios en España y Mosaico(*) no podía perder la ocasión de realizar una entrevista a la terapeuta de La Joya Marital y el Instituto Familiar de San Diego (California).

Javier Bou. Quizá convendría que nos contextualizaras tu trabajo.

Celia FalicovDurante doce años trabajé en el Instituto de investigación Palomides en Chicago, y allí fue donde empecé a ver a niños y a adolescentes en familia, trabajando en el barrio negro y latino de Chicago. Tuve mucha intervención en los problemas específicos en un contexto ecológico pobre con familias que se han rotulado multiproblemáticas, donde frecuentemente el paciente identificado es un niño con problemas de conducta o problemas que están ligados a stress social. Cuando emigré a San Diego, contexto muy diferente, con gran segregación entre las razas y las clases sociales, mi actividad se dirigió a una práctica privada que yo la llamaría de estilo Robin Hood, en el sentido de que veo mucha gente rica a las que les cobro importantes cantidades, y a un número importante de gente que me paga muy poco o a veces no me paga. Esta es la actividad clínica y en cuanto a actividad docente, enseño en dos lugares distintos: la Universidad de California en San Diego y la Universidad de San Diego, una universidad privada católica. Más adelante hablaremos de algunos de mis trabajos en la comunidad.

J.B. – Desde tu labor en una ciudad fronteriza de USA con una cultura diferente que además es la tuya, cuéntanos las peculiaridades o características del trabajo multicultural.

C. – El trabajo multicultural en San Diego, al ser una ciudad fronteriza, tiene características peculiares en las cuales la coexistencia de culturas es, quizá, un poco más fuerte porque no existen ámbitos separados como barrios. Muchas veces vivir en una ciudad límite hace que dentro de la misma familia coexistan las dos culturas, no sólo porque el marido pertenece a una cultura y la mujer a otra, sino porque también dentro de la familia, y aun perteneciendo a la misma etnicidad y/o clase social hay distintas psicologías a la hora de acercarse más a modelos anglosajones y a modelos hispanos. Muchas veces mi trabajo es un trabajo de unión de culturas dentro de la misma familia, de facilitar la posibilidad de coexistencia armónica.

J.B. – Sí, porque ése ha sido el mensaje de tu curso: el biculturalismo, la posibilidad de compatibilizar ambas culturas. 

C. – Sí y de alternar de una cultura a la otra, dependiendo del contexto que acredite mejor a la familia.

J.B. – En nuestro país, y en Europa en general, se está produciendo una gran afluencia de inmigrantes de países con menor desarrollo económico, fundamentalmente de África, lo que genera situaciones de marginación, desarraigo y explotación. ¿Cómo enfocas el trabajo con este tipo de problemáticas desde servicios públicos?.

C. – No, no estoy en un servicio público, pero no lo es por elección. En USA se está pasando por una época, no sólo de crisis económica y de poco apoyo a los programas sociales, sino también con una corriente antimigratoria. EEUU se ha caracterizado por distintas épocas de apertura hacia la inmigración o de rechazo a la misma mediante leyes que no protegen ni al ilegal ni al legal. Algunos programas voluntarios en los que estoy trabajando hacen más de prevención que de curación. Uno de los problemas nacionales más agudos para la presión del latino en los EEUU es el fracaso del sistema educacional, pues es a través de la educación que los hijos de inmigrantes pueden generarse mejor futuro. Algunos programas como uno que yo dirijo, son tutorías para hijos de inmigrantes a los que no les va bien en la escuela por problemas de bilingüismo o culturalismo no bien obtenido, o porque las familias no han podido cuidar emocionalmente a sus hijos. Por otro lado, tampoco los han capacitados formalmente de manera tal de brindarles la educación necesaria que les permita comunicarse adecuadamente y así poder integrarse al sistema. Entonces, en este programa de voluntarios, cada uno de los que participamos, tenemos el compromiso de potenciar durante un lapso relativamente corto, las posibilidades y recursos de una familia, adoptándola informalmente, transformándonos en un puente, en un nexo con la sociedad dominante, enseñándoles cómo deben manejar las relaciones que entablan con las instituciones y ayudando a que los niños de esas familias tengan éxito.

J.B. – Conocerás las experiencias que Mony Elkaim, Pluymaekers y tantos otros renombrados terapeutas familiares sistémicos están desarrollando en diversos países, en relación al trabajo con redes sociales y especialmente con marginados e inmigrantes. Cuéntanos experiencias de tu entorno.

C. – Bueno, nosotros formamos una red total, en el sentido que las familias que están en el programa también integran una red. Una vez por mes nos reunimos todos los mentores y las familias. Estas se empiezan a conocer porque en realidad los reunidos somos los que trabajamos en distritos escolares, entonces las familias también van a la escuela, viven cerca y se conocen, conocen a las otras familias que también tienen hijos en este mismo programa. Lo que hemos observado es que se sienten muy orgullos de participar en el programa. También parte de nuestro compromiso es hablar con ellos una vez por semana y preguntarles cómo están, si necesitan algo, o simplemente saludarlos. Es un programa realmente nuevo. 

En ocasiones, las madres, agradecidas de que sus hijo/as tengan nuevas posibilidades, reclaman lo mismo para ellas. Estamos tratando de hacer que las mujeres puedan conocerse y ayudarse en el cuidado de los niños para que puedan ir a las clases de inglés. Los hombres, por su actividad exterior, empiezan a hablar inglés más rápidamente y se adaptan más.

J.B. – A lo largo del seminario nos has hablado de temas como modelos de migración, cambio cultural y foco terapéutico utilizado en cada uno de ellos. Creo que si lo comentaras un poco sería de gran interés para nuestros lectores.

C. – Yo creo que una de las cosas novedosas que están pasando con la teoría de la culturación es la idea de que el emigrante moderno o postmoderno, el emigrante actual, es diferente del de las primeras décadas de este siglo, en el sentido de que muchas veces el emigrante antiguo tenía que cortar completamente sus relaciones con su país de origen, y parte de su éxito cultural, emocional y adaptativo era el adaptarse completamente a la cultura receptora. Algunas de las teorías nuevas son más complejas en el sentido de que no son lineales y no exigen un despojamiento de los valores originales, sino más una entrada hacia una integración o una mezcla híbrida donde no se pierden las culturas originales pero tampoco se conservan las formas intactas de las mismas, sin adquirir la nueva cultura de una forma total sino también de forma parcial. Esto exige un modelo mucho más experiencial, más vívido y de mucha mayor curiosidad por parte del terapeuta acerca de cuales son las decisiones personales de cada familia en cuanto a qué elementos integrar de la nueva cultura y cuales preservar de su cultura de origen.

J.B. – Eres supervisora de la Asociación Americana de Terapia Familiar y Marital. En USA tenéis un largo bagaje de trabajo con familias monoparentales, separadas y reconstituidas. En cambio en nuestro país son fenómenos relativamente recientes, ¿Qué sugerencias nos harías a los terapeutas y expertos que trabajamos en esta temática?.

C. – Yo creo que hay algunos elementos útiles acerca de cuales son las transformaciones sistémicas por las cuales las familias cambian de número de personas, similares a las transiciones familiares evolutivas inevitables. Pero también tienen algunos estadíos que son interesantes de observar. Uno que a mí me ha llegado a través de los años es una pauta que no puedes transmitir a la familia, que es la transformación de pasar de una familia nuclear a una familia monoparental o una familia reconstituida que es una familia binuclear, donde se tardan unos tres años o más. Algunas familias creen que al haber salido de los conflictos de la separación y haberse reconstituido todo va a ir bien, pero puede pasar que los padres postizos creen que los hijos puedan empezar a tratarles como padres, a obedecerlos o a hacerles sentir queridos, y esto no es fácil ni rápido.

Otro elemento muy importante es cambiar un modelo de deficiencia que hemos tenido muchos años, en el sentido de tener una posición normativa de que la familia intacta u original es la familia correcta, y el divorcio, la familia monoparental o reconstituida significa una falla de la familia original. Nos olvidamos de la posibilidad de que sistemas más complejos como los reconstituidos, también son sistemas de mayores recursos. Una buena reformulación al respecto, es hacer ver que en lugar de una familia tenemos dos, y que eso puede ser un elemento de vida más positivo que negativo, puesto que la complejidad te brinda más alternativas.

J.B. – El movimiento asociativo de «los sistémicos» en España sigue felizmente caminos unitarios mayormente encarnados en nuestra federación. Cuéntanos el estado del tema en USA.

C. – Nosotros tenemos una larga historia, de treinta años, con dos tipos de asociaciones. Una es la Academia de Terapia Familiar, y la otra se llama Asociación de Terapia de Familia y de Pareja. Hay una diferencia muy importante entre las dos, aunque ambas han contribuido al desarrollo de la T.F. en ciertas direcciones. La AFTA (Academia de T.F.), relativamente pequeña para el tamaño de los EE.UU., tiene como características que sus miembros son todos maestros de terapia. Para entrar debes de tener al menos 5 años como docente, así como tres cartas de recomendación de otros miembros de la AFTA. Es básicamente una sociedad de nutrición académica, de intercambio, donde la gente va a enterarse de lo último, a escuchar a sus colegas sobre lo que están pensando en ese momento. Tendrá unos 300 miembros.

La otra es una asociación de protección gremial, mucho más compleja a nivel organizativo, donde la reunión anual siempre ha tenido miles de asistentes. Entre sus miembros hay consejeros de familia y supervisores, para ser de estos últimos tienes que pasar por ciertos criterios, y es una condición renovable cada cinco años, creo. En esa primera solicitud te preguntan sobre cómo piensas teóricamente, cual es tu posición, etc. y tienes que aprender los estándares éticos

J.B. – ¿Cómo ves las perspectivas de los distintos modelos o enfoques en T.F.?.

C. – Pienso que ha habido un despojamiento, una flexibilización de las escuelas, que en definitiva era como un todo que había sido distribuido por varios sectores que enfatizaron distintas corrientes, por ejemplo describir más que pasaba en la familia de origen, o que pasaba dentro de la familia, dentro de una terapia más experiencial y todos ellos formaron distintas escuelas, cada uno con un recorte particular de lo sistémico, pero eso ha desaparecido, pues todas contribuyen a un mejor entendimiento de los relacional.

Mi impresión es que en la última época han surgido nuevas escuelas y nuevas modas, quizás necesarias para poder hacer algo que lo puramente relacional no pudo hacer, como trabajar a nivel individual, así como el interés por lo social, aspecto que había sido menos cuidado. Pienso que muchas de las corrientes narrativas han introducido más lo cognitivo individual, así como la dimensión moderna y las relaciones de poder, y se han ocupado menos de la efectividad narrativa a nivel emocional. La existencia de distintos modelos dentro de la Terapia Familiar, de manera isomórfica a la existencia de múltiples culturas en las familias, enriquece el panorama.

J.B. – Para finalizar, cuéntanos como has vivido este paseo por la piel de toro y el contacto con los profesionales de la FEATF (Federación española de terapia familiar.

C. – Me encanta venir a España, la gente es extremadamente amable, cálida… me siento muy bien acogida, muy bien tratada y eso, psicológicamente, es muy importante para toda la gente que hace presentaciones tanto dentro como fuera de su propio país: en los primeros, porque es donde uno vive, y fuera por lo isomórfico entre lo relacional, a nivel de familia y ambiente, al ser bien acogido hace que uno piense mejor. Entonces siento que hay apertura al aprendizaje, a la tolerancia de ideas y poco confrontamiento crítico que naturalmente, a veces es necesario. Pero siempre que la gente agregue algo, es importante que lo agregue de una manera armónica, colaborativa. 

J.B. – Por nuestra parte, queremos agradecerte la colaboración y que nos hayas brindado este tiempo. Ya sabes que aquí estaremos siempre abiertos a recibirte. 

Esta entrevista fue publicada en el nº 54 de Perspectivas Sistémicas (Dic/ Febrero 1998/99)

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