Autor: Horacio Arturo Serebrinsky
Psicolibros ediciones, Mayo 2011
Colección Cuentos
El Dr. Serebrinsky es psicólogo, terapeuta de adultos, parejas, familias y grupos,
docente en distintas universidades e institutos del país y del exterior y
Director de la Escuela Sistémica Argentina.
Prólogo del Libro:
Siempre me causó sorpresa que me pidan un prólogo para un libro (tampoco escribí muchos, pero si algunos). Es como cuando un amigo te pide que seas su testigo de casamiento, o alguien te pide que seas el padrino de alguno de sus hijos. No te piden cualquier cosa. Te piden que, de alguna forma, seas parte, una especie de invitación a su intimidad pública. Un casamiento, un hijo, un libro. Hasta el día de hoy nadie me pidió unas palabras para cuando está sembrando su primer árbol, pero no dudo que la vida me cruzara a alguien que lo necesite.
También está en el aceptar esta invitación. A «ser parte» de lo que te pidan. Y uno tiene que responder a esa invitación con la importancia que se merece. También uno se pregunta ¿porque?, ¿porque se lo piden a uno, a mí? En el caso de «prologar» un casamiento o un bautismo, bueno, en esos casos está más o menos claro. Uno puede apelar siempre a familiares o amigos cercanos, incluso a una segunda línea de intimidad. Pero para un libro… a quien se lo pedís? A un Premio Nobel? Bue, lamento decir que no lo soy. Se lo pedís a un Colega?. Aclaro que fui poco a la Universidad y que fue una relación que duro poco, por lo tanto no llegue a ser colega de nadie con título. También, en el caso de este libro, uno se lo puede pedir a un paciente, pero no tuve y me parece que no tendré esa relación con el autor.
A esta altura cualquier lector ya se estará preguntando si el solo hecho de ser conocido públicamente basta para estar en el mismísimo comienzo de la obra y la respuesta vuelve a ser… no.
Decir que soy amigo del autor, de Serebrinsky, no sería justo, más conociendo lo que él entiende y profesa para con la gente que es amiga. Podría decir lo conozco por que compartimos, de diferentes maneras, a una misma mujer. Que conozco a su familia, incluso a su madre presente en un gran momento del libro llamado «Berta, La Kucher». Conocí antes a su hermano cuando era cantante en una banda casi de rock y lo desconocí un poco cuando muchos años después me entere que era, justamente su hermano. Pero si, de alguna forma lo conozco bien.
Horacio, perdón, el Dr. Serebrinsky, si me lo pongo a pensar, es casi totalmente opuesto a mí, y me debería dar bronca. Más si leen entero este libro. Por que acá se encontraran, más allá del engañoso título, con una gran introducción de quien es él. Nos presentara en distintos capítulos a sus hijas, a su esposa, a su padre, a sus hermanos y, sobre todo a sus amigos, que de una u otra manera se las arregló para demostrarle cariño parejo a todos los mencionados.
Cada cuento, cada apartado, cada foto de estas hojas lo describe y ahí es donde uno descubre por encima de todo a un gran tipo. A alguien que se detuvo a escuchar y a asombrarse de acciones o problemas ajenos.
No soy un amante de la conversación, del tener que decirse cosas por más fuertes que sean. No hay dudas de que es liberador para el humano y que, temo admitirlo, hace crecer las relaciones. Pero al leer cada página que precede a este prólogo, me hace sentir un poco deseoso de ser parte de lo que se cuenta. Y ahí encuentro a alguien que siempre vivió, como dirá el al comienzo, relatando cuentos. Contando y siendo parte de historias. Algunas graciosas como llegar a demostrar que Alma y Culo pueden llegar a ser lo mismo y otras un poco más triste como ser de Racing (necesitaba decirlo).
Toda frase describe un mundo cálido, en donde el afecto está presente. Incluso el fútbol es mirado desde la pasión, la profesión y la relación con la gente.
No sé para quien pensó este libro. Si es para los pacientes, no se preocupe, no da muchos datos como para que lo ubiquen, relájese y no llame a su abogado. Si es para los amigos, creo que se garantizó una gran venta, porque muchos están presentes y se que se encargó de cosechar muchísimos en su derrotero por la vida. Si el que se compró el libro o se lo regalaron es psicólogo o algo parecido, se verá representado un muchas historias y hasta coincidirá que el sentido común muchas veces es mejor que lo aprendido en los libros. Hasta incluso una buena patada dada a tiempo.
Pero estoy seguro que todos, incluyéndome, encontrarán a un buen tipo, inquieto y curioso que encontró, supongo que con mucho trabajo, ver y vivir involucrándose con sentimientos verdaderos y que en una pequeña parte, están volcados en cada relato.
Y si así no lo ven hagan como el loco del Borda que alguna vez supo decirle, con total razón: » ¿Y la imaginación, Doctor?».
Mario Pergolini
Verano del 2011