Si el lector espera un mensaje revolucionario, puede dejar de leer inmediatamente; si sus expectativas son diatribas, épica retórica o espectaculares adhesiones políticas, pierde su tiempo; tampoco es ésta una publicación panfletaria, ni pedagógica; nuestro compromiso es con los articulistas –sus obras inéditas–, y con los anunciantes, a quienes agradecemos su infartante confianza.
Para editar un periódico bimestral en la Argentina de nuestros días hay que ser audaz. Pero para ofrecer colaboraciones científicas exclusivas y toda clase de adhesiones publicitarias, hay que gozar de cierto grado do beata inconsciencia que, si bien por un lado excita y estimula, por el otro asombra y preocupa. Gracias de todos modos, las seguimos necesitando, a ambas.
También dependemos de usted, estimado e indispensable lector. Sin embargo no esperen de nosotros encendidos elogios del material publicado.
En todo caso, los lectores más sagaces se percatarán de un trasfondo constructivista: es decir, de una perspectiva que no toma como verdad ninguna verdad, ninguna teoría en particular, ninguna ideología conocida.
Esto último puede interpretarse como una postura soberbia descreída y cínica (algunos lo harán y con razón); pero también puede entenderse como una postura tolerante, no restrictiva, que convierte a hombres y mujeres (lectores, autores y editores, por ejemplo) en seres responsables de sus actos y pensamientos, más allá de determinismos sociales o psicológicos, o sea en co-constructores de esta «realidad» en la que convivimos.
Hasta la próxima, estimado lector… ¿hasta la próxima?
Los editores