Editorial de Perspectivas Sistémicas Número 42. 

De voces, diagnóstios y Minotauros

«¿Cuántas voces se abisman en el olvido y mueren / esperando / la memoria de otra voz?»

Jorge D. Moreno

Para que nuestras voces no se abismen en el olvido y mueran olvidadas, tal vez haga falta el eco de otras voces, entrelazadas con las nuestras.

Voces que se estrechen en un abrazo, que se escuchen mutuamente. Voces que dialoguen, superando al ruido, la interferencia de la prepotencia, la pulseada sin fin del «yo tengo razón». Voces en contexto de encuentro, como las que conversarán en la interesante propuesta de congreso dialogado (1), imaginado por la lic. María Rosa Glasserman (2), quien nos sugiere provocativamente adentrarnos en el laberinto de la eterna discusión entre salud y enfermedad, ¿diagnóstico psicopatológico como «verdad» o como profecía auto cumplidora? El Minotauro, monstruo mítico, si los hay, que nos persigue hoy, es el advenimiento de los formularios del seguro de salud u obra social de nuestros consultantes.

En otras palabras, empresas que pagan nuestros servicios nos piden que justifiquemos lo que hacemos en psicoterapia. En principio suena razonable. Claro que, como escribí alguna vez, «… a pesar de haber sostenido lo útil que puede resultar la descripción diagnóstica, también sostengo que toda generalización, todo rótulo tiende a encasillarnos y puede convertirse en un problema para el paciente que debería, como todo usuario, tener derecho a opinar al respecto. Pero sobretodo, quienes nos consultan (o sea quienes les otorgan sentido a nuestra existencia profesional), no deberían sufrir ningún perjuicio como consecuencia de lo que, en definitiva, solo son grillas explicativas que nos permiten operar con cierta fundamentación»(3). El DSM-IV- (Manual Diagnó stico y Estadístico de Desórdenes Mentales), se halla en el centro de la controversia por ser la obra de referencia al respecto. Frente a la constante acusación que el DSM etiqueta y cataloga a las personas, sus autores, miembros de la asociación Psiquiátrica Norteamericana, sostienen que el libro clasifica enfermedades y no personas o sea, el debate está abierto y ya disponemos de mucha información relativa a las ventajas y desventajas de diagnosticar y también de la creación de diagnósticos contextuales- relacionales. 

En todo caso, lo que resulta indudable, es el peso y muchas veces, el estigma que significa el rótulo diagnóstico para el consultante. Y, la construcción de ese diagnóstico, del contexto terapéutico, del escenario donde se va a desarrollar el drama shakespireano- ser o no ser » loco» ( o alguna otra cosa), tener o no tener tal problema o síntomas-, la oferta que modela la demanda terapéutica es, definitivamente, responsabilidad del mismo terapeuta, equipo terapéutico, institución psiquiátrica, asociaciones afines, poder judicial, opinión pública (medios de comunicación) y sociedad como metáfora abarcativa de esta ecología sistémica, en donde interactúan, sin solución de continuidad, estos distintos elementos. 

Maravillado y espantado por la inabarcable complejidad del dilema en cuestión, busco el hijo de Ariadna que me permita encontrar la salida de este laberinto de palabras simultáneamente liberadoras y cosificadoras. O sea mi propia posición desde la cual enfrentaré a mi propio Minotauro autoritario, inseguro, ávido de certezas y de control. Para ello, nada mejor que las palabras luminosas de otro poeta:

«Los dueños de las dudas»

«En la vereda de enfrente
están los dueños de la verdad escriturada,
los propietarios de la seguridad del ignorante;
de este lado estamos nosotros,
los dueños de las dudas
sentados a una larga mesa en llamas.

Somos / los que sabemos que no sabemos…
y que no existen una sola realidad
ni una única verdad.

Somos / los que confían en la marcha de la historia
sin darla por sobreentendida…

Escépticos y optimistas,
Sentados a una larga mesa en llamas
Compartimos el pan de la duda,
De una duda activa». 

(Eliahu Toker, del libro «Papá, Mamá y otras ciudades«) 

Hasta el próximo número, 
Claudio Des Champs

NOTAS

(*) Del libro de poesía «Detrás de las palabras», del Dr. Jorge Daniel Moreno.

(1) y (2) IV Congreso de la Asociación Sistémica de Buenos Aires, «Diagnóstico y Terapia Sistémica», 18 y 19 de Abril de 1977, del cual la Lic. Glasserman fue la presidenta.

(3) » Lo Normal y lo Patológico», Claudio Des Champs, Perspectivas Sistémicas número 7, Julio de 1989.

Editorial publicada en el Nro. 42- Julio- Agosto 1996 de Perspectivas Sistémicas

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