«Ensamblando Familias». Entrevista a John y Emily Visher

Los doctores John y Emily Visher son pioneros en el campo de las familias ensambladas, habiendo conformado ellos mismos una con siete hijastros hace 34 años. En su vida profesional han dedicado sus esfuerzos a lograr que las familias ensambladas sean consideradas como una forma de organización familiar y a que el tratamiento de los problemas de familias ensambladas pase a formar parte del entrenamiento de un terapeuta familiar.

Los doctores Visher han sido distinguidos en numerosas oportunidades por su labor profesional. Son profesores de la Universidad de Harvard, la Universidad de California y la Universidad de Standford; co-fundadores de la Asociación de Familias Ensambladas de los Estados Unidos; han publicado numerosos libros y han viajado por diversos países difundiendo sus ideas. Han recibido muchas distinciones, siendo la más reciente la distinción de honor de 1993 otorgada por la Asociación Americana de Terapia Marital y Familiar (AAMFT), por sus contribuciones en el campo de la terapia familiar.

«…Emily Visher: Otro aspecto importante es que el terapeuta puede inadvertidamente ejercer presión para que las relaciones de convivencia entre los miembros de la familia se transformen en relaciones cercanas demasiado pronto. Es importante recordar que la familia ensamblada no es tan cohesiva como la primera familia. Los miembros de las familias ensambladas que se han integrado con éxito necesitan aprender a ser flexibles para adaptarse y para buscar y aceptar soluciones de compromiso..

John Visher: Hay dos puntos que reiteradamente aparecen como cruciales en los procesos terapéuticos con familias ensambladas. Uno es el aspecto educativo que tiene que ver con las características de la familia ensamblada, y el otro es el fortalecimiento de la pareja. El padre que se vuelve a casar suele sentir que ha traicionado la relación con los hijos, y esto le impide formar una relación estrecha con su nueva pareja; pero si no lo hace, fracasa todo el proyecto de formar una familia y ofrecer a sus hijos un nuevo modelo de pareja.

Emily Visher: Otro elemento a tener en cuenta y que suele presentar dificultades constantes es el conflicto continuo con el «otro hogar». Este es otro foco central en el trabajo terapéutico. Quisiera además agregar algo.

Hablamos de un período de tiempo en la conformación de familias ensambladas en que la persona puede o no tener el sentimiento de pertenencia, o ser apreciado o tener control de su vida. Si la persona ha tenido experiencias tempranas en su vida que la hacen particularmente sensible, de modo que afectan su autoestima, él o ella van tener dificultades para sobrellevar esta situación.

Basados en los datos obtenidos en el estudio de 500 casos de familias ensambladas que pidieron ayuda profesional en la ciudad de Nueva York a lo largo de un período de 10 años, se observó que el 2/3 de los casos se resolvían con terapia breve. Eran familias que necesitaban informarse sobre el tema, tener una guía con respecto a las normas a seguir, recibir una adecuada orientación. El tercio restante necesitaba ayuda prolongada. Algunas eran dificultades características de las familias ensambladas; otras eran de orden emocional, y ambos aspectos se entrelazaban…»

Fragmento de una entrevista a los doctores John y Emily Visher por Myrta E. Lange
Sistemas Familiares, revista de ASIBA (Asociación Sistémica de Buenos Aires). Año 10 – Nº 1 – Abril 1994

Guillermo Visotsky.: ¿En qué se diferencian las familias ensambladas (1) de las otras familias?

Dra. Emily: Pensamos que las familias ensambladas difieren de las de primer matrimonio en varios aspectos.

Comienzan luego de muchas pérdidas y muchos cambios. Por ejemplo: los chicos ya no viven todo el tiempo con ambos padres, por lo tanto hay una pérdida de la relación full-time entre padres e hijos, ya sea por divorcio o por muerte. Repentinamente los hijos mayores pueden perder su lugar como los mayores de la familia. Ahora puede haber seis personas viviendo en una sola casa, cuando antes había un hogar con un adulto y tres chicos, y otro con un adulto y un chico.

Dr. John: Otra característica es que las personas se encuentran en diferentes lugares de sus ciclos de vida individual y familiar. Por ejemplo: puede haber una mujer que nunca se haya casado con un hombre que tiene tres hijos. O puede haber un adolescente que esté más interesado en sus pares que en las actividades familiares de su segunda familia, dentro de la cual la pareja adulta está tratando de crear una nueva familia.

Dra. Emily: En el primer matrimonio, los adultos se unen con las expectativas de las diferentes situaciones de sus familias de origen. Pero en los segundos matrimonios, no sólo los adultos sino también los hijos se unen con las expectativas de las experiencias familiares anteriores.

Inicialmente esto puede producir una sensación de caos y confusión, ya que los miembros del nuevo hogar tienen distintos valores y creencias y hacen las cosas de manera diferente. Por ejemplo: dos chicos pueden estar acostumbrados a acostarse a las 8 de la noche, mientras que otro de la misma edad considera qua las 9 es la hora correcta para irse a dormir.

Dr. John: Una diferencia importante entre las familias ensambladas y las otras familias es el hecho de que existen alianzas padre-hijo y relaciones que anteceden a la nueva relación de pareja. En los primeros matrimonios la existencia de la pareja es anterior a la de los hijos dentro de la familia. Estas alianzas previas pueden producir sensaciones de aislamiento y celos en los padrastros, y los sentimientos dolorosos pueden aumentar. Los padres que se vuelven a casar, con frecuencia se sienten atrapados entre las necesidades de su nueva pareja -a las que tratan de satisfacer- y las de sus hijos. De hecho, pueden sentir que el establecer una relación con la nueva pareja es una traición hacia los lazos anteriores. Sin embargo, esta relación es tan importante para los chicos como para los adultos, ya que es necesaria para la estabilidad de la familia.

Dra. Emily: En las familias ensambladas a diferencia de lo que sucede con las de primer matrimonio, hay un padre biológico en otra casa, o en los recuerdos, si el padre ha muerto. Además, en los Estados Unidos y en numerosos países muchos chicos pueden ir y venir entre ambos hogares. Desafortunadamente, cooperar en la crianza de los chicos a menudo es difícil para ambos hogares. Por el contrario, los hijos se ven atrapados entre la ira y la hostilidad de los adultos. Cuando hay cooperación en la crianza de los hijos, sus conflictos de lealtad se reducen, y los chicos pueden beneficiarse con el amor y el cuidado que se les ofrece en cada hogar.

Dr. John: Una característica más que puede no ser igual en otros países, es que en los Estados Unidos existe muy poca o ninguna relación legal entre padrastros e hijastros. Esto puede llevar a un corte de relaciones entre ellos, si el padre biológico muere o se divorcia de esta segunda pareja. Cuando se establece una relación cálida entre un padrastro y el hijo de su pareja, al haber una ruptura se produce una pérdida tanto para el adulto como para el niño.

Por supuesto que el clima emocional en las familias ensambladas tiende a ser más intenso que en las otras familias, particularmente al comienzo, antes de que las cosas se hayan asentado y que se hayan establecido las nuevas relaciones. Dado que establecer y mantener las relaciones es un proceso tan consciente en los sistemas de familias ensambladas, lo que resulta crucial es crear y mantener tanto las nuevas como las viejas relaciones. Las investigaciones demuestran que son las relaciones dentro de la familia las qua satisfacen las necesidades de adultos y niños, y no la forma de la familia. Finalmente, querría decir que el mensaje más importante para las familias ensambladas es que tengan paciencia y que se den a sí mismas el tiempo necesario para resolver esas diferencias que al comienzo pueden producir tensiones.

G.V.: ¿Cuáles son las intervenciones terapéuticas más exitosas con las familias ensambladas?

Dr. John: Una de las intervenciones más importantes consiste en la validación de los sentimientos que se producen en las familias ensambladas y la normalización de las situaciones que describen. Aumenta la autoestima y es un ingrediente esencial qua ayuda a los miembros de la familia ensamblada a encontrar modos más apropiados de resolver las situaciones que surgen en esta forma familiar más compleja.

La psicoeducación es la principal intervención. La habilidad del terapeuta para identificar problemas y ofrecer información que pueda contribuir a la solución o al manejo de una situación determinada dentro de la familia, tiende a reducir el sentido de desamparo y les permite a los adultos cambiar las cosas que no funcionan bien. Cuando los adultos consideran que el terapeuta es cálido y que la terapia es un lugar seguro para hablar, son capaces de comunicarse mejor y de entender a los otros miembros de la familia, incluyendo a su pareja y a los otros chicos. Otro foco de la terapia consiste en ayudar a mejorar las habilidades comunicacionales; asimismo, el fortalecer la relación de pareja permite que los adultos constituyan un equipo de trabajo que pueda conseguir que la familia funcione mejor y desarrolle lazos más fuertes.

Dra. Emily: No sorprende que en la investigación, casi la mitad de los encuestados que indicaron que algo no funcionaba bien con ellos en la terapia, expresaron que el terapeuta no estaba familiarizado con la dinámica de las familias ensambladas y sus problemas. Es posible que esta falta de conocimiento y de comprensión dé como resultado que el terapeuta no sea capaz de sostener a la pareja y de validar los sentimientos, o de normalizar las situaciones que la gente describe.

Un tercio de las familias presenta múltiples dificultades y requiere de varios tratamientos a largo plazo, además de las intervenciones descriptas. También querría agregar que habitualmente no recomendamos ver a toda la familia junta hasta que la pareja haya establecido una buena relación de trabajo.

G.V.: ¿Qué aspectos de su trabajo le presentan mayores desafíos?

Dr. John: Nuestro mayor desafío es educar a los terapeutas porque vemos que muchos de ellos no son conscientes del hecho de que las familias ensambladas son diferentes de las familias de primer matrimonio y tienen diferentes normas. No es cuestión de aprender un nuevo método de hacer terapia; es cuestión de saber qué esperar y cuáles son las normas. Por ejemplo, un terapeuta le dijo a una mujer que tenía problemas con su hijastro: «¿Por qué no actúa como una madre?». Su hijastro ya tiene una madre que vive cerca, a la cual ve varias veces al mes, por lo cual la situación continúa deteriorándose. Creemos que esta madrastra estaba intentando tener un rol demasiado prominente con su hijastro, y probablemente la sugerencia fue la opuesta a la que habría sido útil.

Dra. Emily: Otro desafío es cómo entender y modificar la falta de aceptación social de las familias ensambladas como una forma familiar positiva. Como dijimos anteriormente, la investigación está mostrando que no es la forma de la familia la que marca la diferencia, sino las relaciones dentro de la misma las que son cruciales para su éxito. La aceptación social es importante para la posibilidad de lograrlas. Seguimos deseando influir en las actitudes de la gente para que responda con aceptación y comprensión a las familias ensambladas a través de nuestro trabajo con la Asociación de Familias Ensambladas de América (2). Creemos que los Estados Unidos y otros países con culturas similares tienen dificultad en aceptar la idea de más de dos figuras parentales en la vida del niño.

G.V.: ¿Qué diferencias culturales deberían tenerse en cuenta para una organización semejante en Argentina?

Dr. John: Pensamos que esta clase de grupos pueden resultar muy útiles en cualquier país. Me gustaría dedicarle unos minutos a las diferencias culturales. Las características diferenciales entre las familias ensambladas y las demás familias, señaladas al comienzo de esta entrevista, son las mismas en cualquier país, excepto por el hecho de que en algunos países los chicos no van y vienen de una casa a la otra, y que los padrastros tienen algunos derechos legales. Esta cuestión podría indicar que las organizaciones de sostén y defensa de las famillas ensambladas podrían tener también características similares. Nos hemos dado cuenta de que en la Argentina hay una tendencia a ser menos igualitarios que en los Estados Unidos entre los hombres y las mujeres que son cabeza de familia. Esto podría agregar dificultades a la familia ensamblada. La investigación indica que los padrastros necesitan entrar de a poco y desarrollar relaciones sólidas con sus hijastros antes de estar en posición de imponer reglas en la familia. Sospechamos que esto también podría suceder en la Argentina y, en consecuencia, los padrastros que esperan tener un rol prominente en la familia antes de desarrollar estas relaciones podrían atravesar momentos muy difíciles. Por otra parte, si el padre de la familia espera que su nueva pareja pueda asumir el rol parental antes de haber tenido la oportunidad de establecer relaciones con sus hijastros, esto también podría sumar dificultades.

Dra. Emily: Tenemos entendido que Ruth Casabianca (3) está haciendo alguna investigación transcultural en Santa Fe, y ella comentó que en la Argentina, por la gran influencia que ejercen los abuelos y las ex-familias políticas, necesitaría agregar algunas preguntas a los cuestionarios de los Estados Unidos. No caben dudas de que a medida quo se trabaje más en el área podrían surgir otras diferencias.

CONCLUSIONES

G.V.: Para terminar, ¿Usted piensa que de alguna manera el trabajo con otras familias ensambladas puede haber influido en su propia familia ensamblada?

Dra. Emily: Nosotros no tratamos directamente con el otro hogar de los chicos. La mayor parte de las veces hicimos arreglos a través de los chicos. Muchas veces los transformamos en mensajeros, mucho más de lo que lo hubiéramos hecho ahora. Deberíamos haber dedicado más esfuerzos al intento de establecer relaciones de cooperación, lo que llamamos la «coalición parental» con los adultos del otro hogar de los chicos. Deberíamos haber planeado más encuentros familiares. Esto puede hacer que los chicos sientan que tienen más influencia y control en lo que sucede. Otra cosa que podríamos cambiar es tratar de contarles nuestros sentimientos a nuestros hijos. Primero tratamos de escucharlos a ellos y a sus sentimientos, y aceptamos su enojo, pero hoy podríamos aceptarlo mejor porque somos más conscientes de lo molestos, lo deprimidos y lo enojados que nuestros hijos estaban con los cambios. Trataríamos de entender y aceptar nuestros propios sentimientos. Tal vez las cosas habrían funcionado antes si, en épocas neutrales, hubiéramos identificado qué sentimientos nuestros eran similares a los de ellos. De ese modo se habría producido más una situación de «unión» que una de «si-pero».

Lo último que se me ocurre es algo muy valioso para todas las familias. Estoy pensando en la importancia de los espacios diferenciados para la relación entre adultos y chicos y entre los adultos mismos. Incluso hemos escuchado que algunas familias han considerado muy importante que cada chico tuviera una relación personal con cada uno de los adultos. Tendemos a hacer todo en familia, y esto no permite que mis hijos mantengan una relación más directa conmigo como la que tuvieron durante la fase en que estuve sola en casa, como tampoco permite que los hijos de John tengan un tiempo a solas con él. Además, los padrastros y los hijastros pueden construir más fácilmente una relación si tienen algún espacio privado con su padre, sin los hijos del otro padre del hogar.

Dr. John: Volveríamos a casarnos y a trabajar juntos de la forma en la que lo hicimos desde el comienzo. En verdad, nuestra relación ha sido muy satisfactoria emocionalmente para nosotros. Al principio debimos soportar muchas tensiones, como todas las familias ensambladas, pero ahora tenemos una familia maravillosa. Seguiríamos teniendo esas hermosas salidas familiares que tanto disfrutamos y que nos brindaron muchos bellos recuerdos juntos. De hecho, aún tenemos reuniones familiares, ahora propuestas por nuestros hijos, ya adultos. También comenzamos a tener momentos a solas con nuestros hijos adultos. Nunca es tarde para empezar en una familia. Formar una familia así nos llevó más tiempo del que imaginábamos, pero trabajar durante el período inicial de tensión fue en verdad muy valioso.

NOTAS:

John S. Visher, MD, es psiquiatra y Profesor Emérito de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford; co-fundador de la Asociación de Familias Ensambladas de América; co-autor de varios libros.

Emily B. Visher, PhD, fue psicóloga clínica y docente de la Escuela de Psicología Profesional de California, en Alameda; cofundadora de la Asociación de Familias Ensambladas de América; co-autora de varios libros.

Otra nota de los mismos autores en Perspectivas Sistémicas N° 28.

(1) Con la expresión «familias ensambladas», se alude a las familias de segundos o ulteriores matrimonios en donde existe la presencia de hijastros y/o hijastras; en el original, en inglés se utiliza el término «stepfamilies» que correspondería a «familiastra», si existiese en castellano.

(2) «Stepfamily Association of America».

(3) Reconocida entrenadora y terapeuta de la Argentina, vive y ejerce en la ciudad de Santa Fe, en la provincia homónima.

*El Dr. Visotsky es médico, terapeuta familiar y representante en Córdoba de Perspectivas Sistémicas.

Este artículo fue publicado en Perspectivas Sistémicas N° 35, año 8, marzo/abril 1995.

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