Editorial de Perspectivas Sistémicas Número 59

«Más Allá del Nuevo Milenio»

Los nuevos tiempos, las organizaciones familiares actuales, el próximo milenio, los cambios, ya nada es igual. Sólo que a veces, tengo la impresión que muchas cosas son presentadas en envases diferentes, expresadas de distintas y novedosas formas pero en algún punto parecen ser las mismas de siempre. El congreso de la Asociación Sistémica de Buenos Aires (¿para cuando la Federación de Asociaciones Sistémicas de la Argentina?*), transcurrió en Noviembre de este año: bien organizado, con la presencia de prestigiosos invitados extranjeros y muy buenas mesas temáticas. Estas últimas mostraron un nivel de producción local de excelencia y abordaron muy diversas áreas con un diseño definitivamente interdisciplinario. Como miembro del comité organizador, coordinador y colaborando en la tarea del comité científico, me sentí parte de un proyecto liderado por la presidente de Asiba, la Lic. M. Ester Panizzo, en el cual las palabras se tradujeron en hechos y esto, en los tiempos que corren, es mucho decir. Desde Perspectivas Sistémicas, como siempre ha sucedido, pusimos el hombro, apoyando la iniciativa de nuestra asociación. Precisamente en dicho evento, Gerardo Bacalini (1) nos recordó que cuando hace falta y me atrevo a augurar que cada vez va a ser más necesario, la comunidad educativa puede ir a ofrecerle a las familias, formas de asistencia que respeten las posibilidades reales de las personas que nos toca ayudar. A su vez, esto se conecta con la propuesta del colega Ramón Rojano, de extender nuestra acción fuera del consultorio. Si bien Rojano, como director del Departamento de Servicios Humanos de una ciudad norteamericana, explica muy bien cómo realizarlo, me gustaría agregar algunos ejemplos personales. Repentinamente advierto que además de pertenecer y activar en A.F.T.A, Asiba y en la Red Latina de editores de Terapia Familiar, hace tres años y medio que me reúno, una vez por mes, con un grupo de matrimonios que pertenecen al movimiento local de Encuentro Matrimonial, organización mundial que incluye a muchas parejas que creen en esta elección de vida y que se encuentran para profundizar, mejorar y afianzar dicho vínculo. También puedo decir que mi esposa y yo, dedicamos cierto tiempo a cuestiones barriales y a generar en el edificio en el que vivimos, una convivencia armónica con nuestros vecinos, con quienes nos llamamos por el nombre, nos brindamos servicios cotidianos recíprocos y en general logramos resolver los problemas en común. Por otra parte, hace años que junto a los padres, autoridades del colegio y de la fundación a la que pertenece dicho establecimiento, organizamos encuentros deportivos, charlas, recitales y talleres en cuyo armado participan activamente los alumnos del instituto. «Viaje a la Cultura Adolescente II» es uno de los últimos eventos que realizamos con la participación de toda la comunidad educativa a la que me estoy refiriendo. Comprenderán porque siento una total identificación con la propuesta de este colega colombiano, radicado en los Estados Unidos.

Cada una de las actividades mencionadas contribuye a mi calidad de vida. Súmenle a ellas, vida conyugal, familiar, social y la atención de consultantes y entenderán (o no) porque no me queda tiempo para cuestiones más «importantes», tal vez esenciales para la humanidad. Les diría que me ocupo de las cosas que me conciernen, que considero bajo mi responsabilidad, que me gusta llevar a cabo y hacerlas me trae paz y dicha. Me llevó años entender que no ocuparme debidamente de ellas me causaba un gran desasosiego.

Con respecto a los tan mentados cambios escucho decir que son rápidos, vertiginosos y seguramente es así. Las transformaciones en cambio, son graduales, llevan tiempo y por suerte, no todo cambia. Hay cosas que vale la pena conservar, preservar, cuidar. ¿A que cosas me refiero? : A los espacios libres y cubiertos que habito, a las relaciones afectivas; a la esperanza; a la fe. 

A mi muy estimado colega Jorge Moreno a quién leerán con gusto en las páginas siguientes, le diría que se haga llamar sistémico si eso le place, así como a algunas terapeutas les gustaría denominarse terapeutas de género y a otro/as o como les venga en ganas. Que no se priven de hacerlo. En lo que a mí se refiere, quiero que me sigan identificando como terapeuta familiar, en la tradición de las Mara, los Montalvo, Sluzki, Mony Elkaim, Zulema Orlando, Celia Elzufán y tanto/as otro/as que me formaron, de muchos que me inspiran a través de presentaciones o lecturas y de todas las familias que me consultaron y me consultan. Eso sí, tal vez le añada la palabra comunitario, dada mi creciente preocupación, interés, inserción y participación en y por los problemas sociales del contexto al que pertenezco y al que pertenecen mis hijos, mi esposa, mis padres y muchas personas que conozco en mi propio país y en el resto de la «aldea global». Y también por los que no conozco. 

Por todos ellos, por mí mismo y lo más alejado posible de La Cultura del Narcisimo denunciada por muchos autores contemporáneos (precisamente Mara Selvini nos lo recuerda en sus últimos escritos), me esforzaré por ser y parecer, lo más comunitario posible, lo más integrado que pueda al mundo que me rodea. Gracias por leerme y ¡muchas felicidades!

Hasta el próximo milenio, 

Claudio Des Champs 

(*) El próximo presidente o vicepresidente podría ser algún/a colega de Santa Fe o de Mendoza o de alguna otra provincia, radicado en su lugar de origen. Sería un comienzo.

Especialista en Educación Rural y Pedagogía de la Alternancia

TITULOS DE TAPA: 

Año 12 – Nro. 59- Noviembre/Febrero 1999/2000

Terapia Familiar Comunitaria: Un abordaje para los tiempos que corren, por Ramón Rojano (U.S.A.)

2) Cincuenta Adictos: La Ausencia del Padre, por Ricardo Chouhy

3) De Familias y Terapeutas Familiares, por Jorge Moreno 

4) El Legado de Mara Selvini: Investigación y Clínica Familiar (1ª parte)

Editorial: «Mancomunados» (puede ir en la oreja), por Claudio Des Champs

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