Normalmente estamos acostumbrados a trabajar con familias tradicionales (padres con hijos) pero existen muchos otros tipos de familias cada vez más numerosas como:
•Familias monoparentales
•Familias que vuelven a la F.d.O.
•Familias de culturas diferentes
•Familias Interculturales
•Familias Homosexuales con Hijos propios o adoptivos
•Familias Reconstituidas
En este artículo trataremos en concreto las familias reconstituidas , centrándonos sobre todo en los hermanos en este tipo de familia.
El «recurso hermanos» nos parece especialmente significativo por el tipo de relación propia que existe entre los miembros de la misma familia y del mismo nivel generacional. Cada uno de estos, de hecho, comparte la historia familiar por lo que se refiere a los hechos, las emociones, los sentimientos, a través de una lectura y una reconstrucción individual, y que a veces, es más, es dispar a la de los otros miembros. Se intuye como todo este patrimonio se puede utilizar en un setting terapeútico familiar en el cual las diferencias son una riqueza para la construcción de lecturas alternativas a aquellas que las familias llevan a la consulta. Precisamente a través de esta construcción es posible reactivar el ciclo vital de la familia misma, condición indispensable para un cambio terapeútico, el cual la familia podrá utilizar en términos evolutivos.
Dunn y Plomin sostienen (13 y 14) que los factores ambientales influyen intensamente en las lecturas diferentes que se ponen en marcha dentro de las familias entre los miembros de la fatría. En particular, son exactamente las claves de lectura de la realidad y del ambiente que un hermano no comparte con los otros los que utiliza para su desarrollo. Dentro de esta óptica, una interpretación diferencial del crecimiento puede convertirse en un útil aliado dentro de la intervención terapeútica. En este sentido, cada hermano puede proporcionar una imágen personalizada y una clave idéntica de lectura de la imágen familiar, que puede producir una versión innovadora de la imágen colectiva y compartida por la familia en tratamiento.
En la familia los hermanos funcionan como un subsistema: se trata, según Minuchin (16), del «primer laboratorio social en el cual los hijos pueden consolidar sus relaciones entre coetáneos. En este contexto los hijos se apoyan, se aislan, se acusan reciprócamente y aprenden uno del otro. De este modo, coetáneos e hijos aprenden a negociar, a cooperar y a competir». Las funciones que cada uno de los hermanos desarrolla en el ámbito de la familia depende, en gran parte, de lo que en el tiempo se adquiriere como papel e identidad en el ámbito de la vida familiar.
En la terapia con el subsistema de los hermanos los objetivos que intentamos conseguir tienen que ver, precisamente, con la posibilidad de poner en marcha y redefinir este subsistema especial, utilizando los recursos y competencias propios de este.
El vínculo que se desarrolla entre los hermanos abarca todo el arco del ciclo vital: el hermano es el pariente más cercano y el que más dura en el tiempo; es un coetáneo que tiene el mismo periodo de existencia y que al mismo tiempo comparte gran parte de las competencias sociales y las experiencias relacionales y afectivas necesarias para el desarrollo. Nuestros padres están con nosotros desde el nacimiento, pero la naturaleza exige que nos abandonen llegado un cierto punto de sus vidas; nuestras parejas o nuestros hijos llegan más tarde, habitualmente cuando ya estamos en la edad adulta y no han compartido directamente nuestra infancia y adolescencia; los hermanos (y algún primo) han estado siempre ahí y continuarán existiendo durante la mayor parte de nuestra vida. Son nuestras «raíces horizontales», así como los padres o los ascendentes son las «verticales».
Son por esto un gran recurso, porque junto con ellos se comparte la infancia y la adolescencia, de las cuáles a menudo tienen una lectura no totalmente coincidente, lo cual resulta ser una gran riqueza para el contexto terapeútico, donde las «otras lecturas» de los mismos eventos son exactamente lo que nos hacen falta.
Frecuentemente entre hermanos existen otros sentimientos prevalentes: agresividad y hostilidad, celos y separación, siendo sobre estas emociones negativas donde es más útil actuar, porque la construcción de ese tipo de relación es el producto de los padres y de sus ideas.
Cuando en psicología se habla de componentes constituyentes de la personalidad, las escuelas de pensamiento son dos: la de la herencia biológica (Nature) y la basada en la influencia del ambiente (Nurture). La primera pregunta que se han hecho todos los que han estudiado a los hermanos ha sido consecuentemente: «¿por qué son tan diferentes el uno del otro?». ¿Qué cosa sucede para convertir a los hermanos en tan diferentes no obstante exista un patrimonio genético igual al 50% y crezcan en un ambiente familiar idéntico?.
La literatura nos recuerda que sobre el feto se concentran expectativas individuales y familiares, sentimientos y sensaciones unidas a eventos que pueden verificarse durante el embarazo, en el nacimiento o en el primer periodo post-natal, o también como consecuencia de semejanzas e identificaciones entre padre e hijos. Así mismo el orden de nacimiento es importante (20), no sólo por el significado específico que puede tener el nacimiento del primer hijo, sino también, como señalan Bank y Kanh (2), en la mayor parte de las familias un único sujeto puede ocupar un cierto espacio psicológico en un determinado periodo de tiempo (Pecchioli 17).
Esto quiere decir que el primer hijo adquiere una especie de derecho de prelación sobre una determinada posición funcional, que habitualmente no podrá ser ocupada por un hermano sucesivo, si el primero no la ha dejado libre. Los otros hijos deberán convertirse en otra cosa.
También los padres tienen la posibilidad de condicionar las posiciones funcionales de los hijos.
Una asignación funcional positiva puede ser reforzada por los padres durante años, hasta convertirse en una identidad positiva satisfactoria (el bueno, el inteligente, etc.).
Al contrario, una asignación funcional negativa puede ser de peso para el desarrollo del hijo y puede condicionarlo fuertemente. En las familias sanas estos papeles se son asignados y modificados de manera flexible y esto garantiza la posibilidad de desarrollo de todos. Pero si, al contrario, una posición funcional se convierte en estable por petición de uno o de ambos padres y existe la complicidad de los hermanos, se está preparando un espacio para el síntoma. Respecto al papel de los hijos y por lo que se refiere al orden de llegada en la pareja, tenemos reglas generales que son estadísticamente válidas. El primogénito frecuentemente realiza profesiones de ayuda las cuales ha realizado ya en la familia. Es el «terapeuta» del núcleo y se responsabiliza haciéndose cargo de las situaciones y de las personas. Habitualmente es respetuoso con las reglas, es obediente; el primer hijo es «de la madre», por la relación biológica que se establece y porque ninguna persona intentaría «llevárselo».
El segundo hijo encuentra esta función ocupada y se crea otros espacios con los padres, a menudo lúdicos; es el jugetón sobre el que recaen expectativas muy diferentes. Este es en cambio el hijo «del padre», en parte porque la madre está ya ocupada con el primero y porque, de todas formas, un hijo le debe corresponder al padre. Este aspecto varía en función del sexo del feto y del grado de machismo cultural dentro del grupo. Por ejemplo, una madre puede dejar a una primogénita a un padre para dedicarse a un segundo hijo varón en una familia, en la que por tradición, los hombres cuentan más.
El tercer hijo es más libre, debe inventarse un espacio que todavía no haya sido ocupado por los otros dos hijos y tiene problemas para elegir un progenitor al cual unirse. Esta puede ser una gran ventaja y al mismo tiempo, una fuente de menor sentido de pertenencia a la familia.
El cuarto hijo (y sucesivos) nace a distancia de un tiempo, como resultado a menudo, se repite el ciclo.
Dunn y Plomin afirman que cada hermano crece un una familia diferente; una afirmación provocativa que subraya los grandes cambios en la familia, las variaciones en la pareja, en el sistema, en los factores personales; cambian los vínculos y las relaciones si interviene una persona más, esto también se debe a que el espacio se reduce.
Cada padre y cada hermano establece con un nuevo componente relaciones diferentes, que son influenciadas por las expectatvias, por las semejanzas, por el sentido de pertenencia; se toman posiciones diversas, también debido a la necesidad de distinguirse, de desarrollarse, no sólo en las semejanzas, sino también por medio de las diferencias.
Al analizar la película de E. Scola «La familia», notamos que la relación entre los dos hermanos protagonistas resulta invalidada por la idea que el padre tiene de los dos y que fija durante todo el arco de la vida sus papeles y sus funciones y sobre todo, sus formas de autoconsiderarse.
El primogénito Carlo es connotado postivamente por el padre como «honesto y sincero», mientras Giulio es definido «malo y mentiroso». Esta atribución, rígida a lo largo del tiempo, acabará por condicionar a los dos hermanos en su relación entre ellos y con el mundo familiar, en el bien y en el mal durante años.
Carlo se convertirá en profesor universitario, se casará con una mujer inteligente, permanecerá en la casa familiar asumiéndose el cargo de la familia misma.
Giulio, después de una desastrosa experiencia bélica, desadaptado, se casará con la asistenta de la casa e intentará realizar numerosos trabajos, consiguiendo en todos los casos fracasar. Solamente con setenta años Carlo reconocerá haber minusvalorado a su hermano; treinta años antes había juzgado el libro de memorias de Giulio como desagradable y superfical sin ni tan siquiera haberlo leído, «basando su juicio sobre su autor».
En la película la situación permanece fisiológica, no existen sintómas especiales que surjan de estas definiciones, ni tan siquiera existe la posibilidad de desarrollo personal para cada uno de los dos hermanos en relación con el otro. Fuera, en otras relaciones cada uno podrá encontrar otras definiciones de sí mismo, pero dentro de la familia y entre ellos Carlo será siempre el honesto fiable al cuál el padre en el lecho de muerte había pedido «tener cuidado» con Giulio, poco fiable, mentiroso y oveja negra.
En las expectativas de los padres, que ningún caso son casuales, existen transmisiones culturales de las mismas familias de orígen, frecuentemente identificables y diferentes y es probable que los hermanos seleccionen caminos que pueden alejarles para toda la vida. Si existe una fuerte definición trigeneracional, los hijos se sienten «paternos» o «maternos» en un sentido muy fuerte, es decir, como si perteneciesen a dos familias diferentes y lejanas.
El aspecto fuertemente protector que desarrollan los hermanos entre ellos es un recurso de ayuda característico de este subgrupo; se ha visto que en la edad adulta la relación funciona fisiológicamente «con corriente alterna», es decir, el vínculo, debido al fuerte conocimiento recíproco, se reactiva en el momento de necesidad y dura tanto cuanto el periodo en el cual existe la necesidad de ayuda.
Podriámos añadir que estos vínculos adquieren frecuentemente características fuertemente ambivalentes: junto al afecto y el sentimiento de necesidad son frecuentemente presentes odio, rivalidad, celos.
Un vínculo que, por ejemplo, obligatoriamente debe continuar eternamente puede asumir esfumaturas patológicas, posiblemente consecuentes a la relación entre hermanos que sacrifican la nueva pareja o la nueva familia.
Según Eugenia Scabini (19) los vínculos familiares están sólidamente unidos y poseen un limitado grado de libertad, están jerárquicamente estructurados y se definen desde apego a la lealtad. El significado de estos términos es naturalmente el atribuido a ellos por Bowlby (5) y Boszormenij-Nagy y Spark (3).
El vínculo emocional entre hermanos depende además del nivel de «accesibilidad». Bank y Kahn dividen a los hermanos en dos categorías: en alta y baja accesibilidad espacial y temporal.
Estos últimos presentan algunas de las siguientes características: a menudo están separados por una diferencia de edad de más de 8-10 años y como consecuencia se comportan casi como miembros de generaciones diferentes; han compartido poco tiempo, espacio e historia personal, han ido a escuelas distintas y han tenido padres y amigos «diferentes» (los padres son diferentes en edades diferentes); carecen, al menos en parte, de la conciencia de una historia compartida; frecuentemente no han tenido necesidad el uno del otro.
En cambio los hermanos con alta accesibilidad están unidos por experiencias comunicativas fuertemente compartidas, de fuerte emotividad; encontramos en cambio a menudo en el trabajo clínico, situaciones que se definen de alta accesibilidad cuando contrariamente se revelan como de baja accesibilidad emotiva, probablemente debido a celos y rabias, provocado por funciones «escasas». En estos casos, la atención del terapeuta se desvía hacia la elaboración del rencor y del dolor unido a este; esto se realiza durante un cierto número de sesiones, con el fin de dirigir a los hermanos hacia una accesibilidad emotiva alta y como consecuencia, poder trabajar con sus recursos.
En «Al lobo al lobo» de Carlo Verdone se presenta una situación en la cual los tres hermanos se consideran de alta accesibilidad, pero cuando se reencuentran y se relatan sus experiencias personales en relación con campo de la sexualidad, descubren en cambio, sus diferencias: cosas jamás sospechadas y jamás dichas, que les convierten en lejanos.
Los hermanos con alta accesibilidad emocional están caracterizados como resultado por un intenso vínculo. Este puede estar presente también por otros motivos, por ejemplo por una influencia insuficiente de los progenitores. En estos casos se desarrolla entre los hermanos una lealtad profunda, que crece en el curso de los años, que toca emociones poderosas, necesita años para aumentar e influye en la identidad de manera estable.
La lealtad entre los hermanos puede ser en una única dirección o, al contrario recíproca. Esta última está caracterizada por la presencia de un código especial, privado, comprensible principalmente por estos debido a su relación: los hermanos están desolados cuando son alejados el uno del otro.
La proximidad de edad y sexo, como resultado promueve la accesibilidad a eventos de la vida común, mientras que las diferencias en la edad y en el sexo disminuyen debido a dicha accesibilidad.
Hermanos con muy alta accesibilidad son los gemelos: es más, los hermanos monocigóticos tienen un patrimonio genético idéntico y en el caso de los dicigóticos comparten, de todas formas, la fecha de nacimiento, creciendo en la realidad juntos y entre ellos tienen modalidades relacionales absolutamente diferentes respecto al resto de los hermanos.
Desarrollan lenguajes personales sea entre ellos, sea en relación con el mundo externo y con los demás tiene papeles complementarios, con funciones y papeles a»encaje».
Este lenguaje privado los distingue de otros parientes y amigos; estos se protegen recíprocamente de ataques físicos y psicológicos por parte de extraños, cooperan entre ellos, resuelven conflictos y contienen la agresividad dentro de límites aceptables y desarrollan rituales de perdón y compresión. La armonía de grupo supera en importancia cualquier búsqueda individual de beneficio personal; son compatibles y complementarios por lo que se refiere a las funciones y a la identidad.
Estos códigos lingüísticos, con significados muy concretos e incomprensibles para los demás, son definidos con gran claridad en las páginas de «Léxico Familiar», de Natalia Ginzburg. Pero puede también existir un modo de hablar, un hábito para organizar las cosas de un cierto modo (veáse la película «Turista por causualidad» en la cual los hermanos se ponen de acuerdo en el tener la despensa colocada en orden alfabético o juegan a las cartas con un lenguaje sanitario conocido sólo por ellos).
Como ya se ha dicho en un reciente congreso (9), utilizamos el trabajo con el subsistema de los hermanos cada vez que este sea necesario, es decir, cada vez que los recursos para el cambio ofrecidos por el subsistema parental se revelen insuficientes o peor aún inexistentes.
Apenas la «Mente de los hermanos» parece estar constituida y estabilizada, el terapeuta inicia a proponer ejercicios más complejos que tienen como objetivo la relectura de las situaciones familiares y en particular su relación con los padres. La discusión sobre estos temas, experimentada en la consulta, continúa después en casa, en las reuniones de la «Mente», y los resultados son referidos al terapeuta, que se convierte cada vez más en un consejero de la reelaboración y definición hecha en casa. Esto es facilitado por el hecho que, como habíamos ya dicho, los hermanos pueden compartir las lecturas diferentes hechas por cada uno sobre la vida familiar común y alcanzar conclusiones totalmente diferentes de aquellas que han llevado a la creación y al refuerzo del síntoma. Pero el cambio se puede manifestar no sólo sobre el plano cognitivo. También las funciones de cada hermano, que no eran intercambiables, puede ahora rotar o ser subdivididas de una forma menos diferente entre los miembros del subsistema.
Esto permite un nivel diferente de libertad para todos, posibilita la remisión del síntoma, e impide posibles recaidas o migraciones del síntoma o de otros síntomas diferentes hacia otros hermanos apenas el paciente designado mejora.
Este tipo de situación «experiencial» permite a todos los hermanos probar una relación diferente con los padres. Al final es posible también que se vuelva al punto de partida. Pero nada será como antes, porque cada uno tendrá un bagage de experiencias más variado del cuál realizar extracciones, sin considerar que el cambio ha provocado en consecuencia sobre los padres. A los hermanos se les solicita cumplir una tarea que intenta hacer comprender al paciente designado que no sólo él es el único que tiene dificultades, como es habitual surge de los contenidos expresados en la consulta. En práctica la tarea de los hermanos es aquella de reconocer y subdividirse las partes frágiles, agresivas, deprimidas, esto con un doble objetivo; por una parte apoyar al paciente designado, y por la otra prevenir el posible tránsito del síntoma a otro de los hermanos.
Este trabajo con el subsistema de los hermanos no constituye en sí mismo una novedad. En terapia familiar estructural se han dividido frecuentemente las familias en subsistemas, otorgándoles depués a los diferentes grupos tareas diferentes, dentro de la consulta y fuera. Es sobretodo la óptica, con la que se mira el subsistema de los hermanos, que convierte en diferente esta modalidad terapeútica. La «Mente de los hermanos» es, de hecho, construida con la tarea concreta de releer la historia de las relaciones familiares, aunque si inicialmente las tareas son de tipo más bien práctico. Nosotros hipotizamos que sea exactamente esta capacidad de «releer» la realidad familiar la que hace posible el cambio.
Naturalmente todo esto es posible sólo si entre los hermanos se consigue establecer un vínculo intenso basado en la confianza y sobre el deseo de colaborar.
En el curso de nuestro trabajo nos hemos encontrado algunas veces con dificultades en la construcción de la «Mente de los hermanos». Nos hemos dado cuenta rápidamente que daban por descontado la existencia del subsistemas hermanos aún trantándose de casos en los cuales, en cambio, las distancias emotivas eran enormes. De esta forma, nos hemos dado cuenta que existía otra categoría de hermanos con «baja accesibilidad». En este caso, en cambio, no era la distancia anagráfica o el haber vivido lejos el uno del otro que determinaba la baja accesibilidad, sino, sobre todo, el acentuarse de la rivalidad, celos, rencores, que existen normalmente entre hermanos y que, en estos casos, resultaban mucho más fuertes (9).
En este caso la formación de la «Mente de los hermanos» debe ser precedida por una reelaboración de los celos y los rencores efectuada primero en una consulta con el terapeuta y después en casa. La señal que esto es necesario es justamente la resistencia que los hermanos muestran para afrontar las tareas normales de relectura del sistema familiar y de sus funciones propias.
La gran riqueza de los hermanos en terapia es la posibilidad, también, de releer el subsistema parental, lo que entre ellos se ha advertido, como han compartido tareas y funciones, distribuido competencias, construido y mantenido relaciones.
Se puede llegar a comprender como se sale de esa familia, como se convierten en «adultos».
Es más, en la edad adulta los hermanos representan un único recurso familiar: la raíz horizontal; la cual sobrevive a la desaparición de las raíces verticales (padres, abuelos). Es con ellos que se comparte la historia, es con los hermanos que se hace referencia a la propia cultura, a la pertenencia.
Hermanos en las Familias Reconstituidas
Consideración a parte se debe dedicar a las familias reconstituidas el cual es un hecho bastante reciente; frecuentemente son familias con un solo progenitor que en la mayor parte de los casos es la madre, la cual continúa a cuidar de los hijos.
Pero existen un tipo de estas familias en las cuales los dos nuevos cónyuges llevan consigo a los hijos de sus relaciones precedentes, los cuales además de aprender a ser hermanos entre ellos y deben aprender a serlo, quizás a su vez, de un recién llegado.
En estos nuevos núcleos existen expectativas muy altas, frecuentemente no satisfechas; se manifiesta en todos los casos el deseo que todo funcione inmediatamente y bien (mientras que es un recorrido largo y complejo) y la esperanza de que no exista agresividad manifiesta.
En la película «Como dos cocodrilos» encontramos una familia reconstituida sobre un duelo; la amante de él muere en el parto y él decide llevarse a los hijos de esta relación a la familia oficial, con una mujer que aceptará esta situación sólo formalmente, después se enfermará y los otros dos hijos no aprenderán nunca a ser hermanos de los otros.
El mito del padre respecto a estos cuatro hermanos varones es aquel de la igualdad que no puede ni deber existir, es un «fingir» que ninguno de los hermanos acepta y que el padre ostenta lo cual no podrá producir otra cosa diferente que una explosión final.
Respecto a las familias reconstituidas debemos observar algunas características que hacen referencia al subgrupo hijos-hermanos:
- los fuertes problemas de competición sobre los roles que nacen entre los hijos;
- la importancia de la compostura de los padres si no ven y no elaboran la agresividad naciente;
- el hecho que los componentes más jóvenes tienen mayores dificultades para ser aceptados;
- el hecho que los hijos que no consiguen insertarse y sentirse aceptados con un propio papel en el nuevo núcleo, frecuentemente escapan a las respectivas familias de orígen;
- el hecho que el primogénito de la nueva familia es el favorito por ser el líder de éxito (ejemplo típico: Sigmund Freud);
- el hecho que los hermanos se protejan y se alíen en esta situación nueva.
Es muy difícil aceptar de esta realidad la irreversibilidad, como es complejo conseguir cultivar expectativas factibles, posibles y no fantásticas que frecuentemente se convierten en un refugio. Para las nuevas familias reconstituidas existen, así mismo, parámetros favorables para convertir el pronóstico en optimista: es esencial definir con claridad cuáles son los espacios, el «territorio» y definir como consecuencia los confines de ambas familias. En los subsistemas padre-hijos la tarea difícil es la de entrelazar las relaciones adecuadas y ampliar el vínculo con los hijos. Después es importante que compartan las historias y recuerdos de la familia anterior, que no sea amputado un trozo que es el del padre con el cual no se vive y de su familia de orígen; los hijos deben tener también libre acceso a esa parte de sí mismos y de su historia. En la película «El gran vuelo» se vé la enorme violencia que puede ocasionarse sobre los hijos, en un contexto reconstituido debido a la pérdida de su propia historia, a veces de los apellidos, amputando los afectos y la cultura de pertenencia.
De este modo se permite que los hijos sean inmediatamente (dado que no es que lo serán nunca) hermanos porque deben enfrentarse con realidades de tipo difrente, con modalidades totalmente nuevas; considerando además, que frecuentemente se pide a los hijos algo que también va en contra de su ciclo vital. Pensemos en adolescentes a los que se les solicita pertenecer a un nuevo núcleo, mientras un adolescente en ese momento de su vida no desea otra cosa que la lejanía y la «escapada» de cualquier sistema familiar.
Las funciones que existían en las dos familias anteriores necesitan cambiar en la nueva situación familiar y esto crea una competición muy fuerte entre los nuevos hermanos. Por ejemplo hay solo un primogénito en lugar de dos y lo mismo sucede también para las otras posiciones y funciones.
A menudo se encuentra un mito de la igualdad que es falso y puede crear una agresividad negada.
Casi siempre los hermanos de sangre son más cercanos (la sangre tira)
y para crear relaciones se necesita más tiempo y esfuerzo.
La familia tiene que plantearse objetivos realistas y esperar que con el tiempo las relaciones se vayan contruyendo.
Deberes relacionales para la pareja que se divorcia
1 Conyugal : uno de los deberes de la pareja que se separa es elaborar el luto del final de la relación y crear una gestión colaborativa necesaria para la función parental y redefinir los nuevos límites .
2 Parental : crear una buena colaboración y preocuparse de garantizar el acceso trigeneracional , es decir , la posibilidad de conservar la relación con los abuelos, los tíos y todos los familiares de los dos padres.
3 Filial : intercambio con la familia de origen sin volver al nido vacío, ya que algunas veces los padres regresan a la casa de sus padres pidiendo ayuda. Por eso los abuelos realizan la función parental mientre los padres trabajan, pero de esta manera los padres se convierten en «hijos » de sus padres y «hermanos» de sus hijos.
4 Social : mantener la red social de los amigos y de los colegas y , cuando es necesario obtener apoyo de los servicios sociales.
Problemas en la fratría (hermandad) reconstituida
Normalmente se crean en seguida grupos consanguíneos y grupos afines.
Otro problema es que los hermanos no tienen los mismos apellidos ni la misma filiación y esto puede crear situaciones embarazosas en el colegio o con los amigos sobre todo en los hijos más pequeños. De hecho en Estados Unidos este problema se considera tan importante que los jueces piden a menudo a las parejas que cambien el apellido para que todos los hijos tengan el mismo.
Otro caso es que a veces se crean confusiones en la fratría, de manera que algunos hermanos de sangre se distancian , y al contrario otros que no lo son viven en la misma familia crean una relación de hermanos verdaderos. Una situación más particular que puede surgir es que un varón y una mujer , que no son hermanos pero tienen un hermanito en común, se enamoran y causan un confusión en el pequeño que no comprende la nueva situación.
Las diferencias de edad y sexo
En general la situación mas facil es para los niños , que se adaptan mejor o para los adolescentes que pueden salir de la casa. Es peor para los preadolescentes que ya lo comprenden todo pero no pueden hacer ni la una ni la otra cosa. Otra situación más peligrosa la chica que corre el riesgo se sufrir abusos sexuales por parte del padrastro cuando se comporta de manera seductora compitiendo con su misma madre (comportamiento muy frecuente en una adolescencia normal).
Otros Problemas
A menudo los hijos tienen un sentimiento de culpabilidad porque creen que son la causa de la separación. Los padres no se lo imaginan y no hablan con ellos de este sentimiento.
En cambio es conveniente sacar el tema incluso cuando no están seguros de que los hijos tengan el problema para darles confianza.
Otras veces los hijos estan a gusto con los padres residentes y las nuevas parejas pero sienten lealtad por los padres no residentes , por lo que desarrollan sentimientos de ambivalencia.
En las familias que se unen cambia la posición fraterna y si antes había dos primogénitos ahora solo hay uno y lo mismo sucede con el más pequeño y esto puede cambiar otra vez si llega un/a nuevo/a hermano/a.
Al Final
La investigación de este sector es muy interesante, pero en cambio obstaculizada por el hecho que son siempre más numerosas las familias con un único hijo.
Este factor es seguramente un recurso menos para el sistema familiar, creando presupuestos para un pronóstico menos favorable del paciente designado.
Puede ser el caso subrayar que el aumento de los hijos únicos no ocasiona solamente la desaparición del subsistemas hermanos, sino también, en prespectiva, la extinción de la figura de los tíos, es decir, de recursos frecuentemente significativos de la familia extensa. En este sentido es particularmente interesante para nosotros el hecho que últimamente, además de una recuperación de la natalidad otros dos factores ayuden a quien usa a los hermanos como recurso: el hecho que en las familias de inmigrantes exista un número mayor que en las italianas (fijado en la media de 1.3 hijo por pareja) y que en las familias reconstituidas después de la separación se formen nuevos tipos de fratría.
BIBLIOGRAFIA.
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R. de Bernart , «Cari Fratelli vicini e lontani» , Florencia, ITFF, 2001, Montaje de terapias. Mostrado en el seminario «L’Importanza di essere fratelli» , Florencia, ITFF, 2001, y en otras muchas ocasiones.
R. de Bernart, Simona Giorgi, «Fratelli Cartoni» , Florencia, ITFF, 2001, Montaje de dibujos animados. Mostrado en el seminario «L’Importanza di essere fratelli» , Florencia, ITFF, 2001, ed
(*) Dr. Rodolfo de Bernart
Psiquiatra, Psicoterapeuta Familiar
Director, Instituto de Terapia Familiar de Florencia
Via Masaccio, 175 50132 Florencia
Tel y Fax. 0039055/577280 e-mail: itff@itff.org
Página web: http://www.itff.org