Por favor ayúdenme con estas familias

Esta nota presenta el Prefacio del Libro, «Please Help Me With This Family : Using Consultants as Resources in Family Therapy»(1) 

(Por Favor Ayúdenme con esta Familia: Los Consultantes como Recurso en la Terapia Familiar), escrito por el Dr. Carlos Sluzki y a continuación el Capítulo 11 del libro mencionado, La Consulta como Evaluación de la Terapia, cuya autora es la Lic. Sara Jutorán 

Prefacio de «Please Help Me With This Family»

Por Carlos Sluzki 

Mi trayectoria evolutiva en el campo de la terapia familiar me ha deparado un viaje enriquecedor, incierto e impredecible a través de modelos, muchos de los cuales al comienzo, parecían poner en tela de juicio la esencia misma de los anteriores, pero con el correr del tiempo, dieron lugar a nuevas síntesis: enriquecimientos cualitativos que, a su vez, experimentan transformaciones evolutivas y nuevos desafíos cualitativos. Esta evolución nos preparó para descartar certezas en forma constante, despedirnos de preciados conceptos y acoger con beneplácito (en ocasiones con trepidación) nuevos puntos de vista en un mundo (un mundo de ideas) que resulta ser inestable. A cambio de esto, dicha evolución les brinda a los terapeutas familiares un campo profesional rico, complejo y lleno de texturas diferentes.

Esos paradigmas «más recientes» (de ya hace unos 35 años) que hicieron de la terapia familiar una disciplina específica nos iniciaron en un viaje sin retorno que va más allá del individuo: el mundo interpersonal en contexto pasó a ser la unidad mínima de observación, cortesía de la cibernética y de la teoría de sistemas. Unos 20 años más tarde, se produjo otra revolución: la de la cibernética de segundo orden. En el título de uno de sus ciclos de conferencias, Heinz von Foerster, uno de sus precursores, nos proporciona un claro ejemplo de la recursividad que trae aparejada la cibernética. Dicho ciclo se denomina «U2», que significa «Understanding Squared» (Comprensión al Cuadrado) y que es la abreviatura de «Understanding Understanding» (Comprender la Comprensión). La palabra inglesa under-standing («situarse debajo») es, de por sí, etimológicamente recursiva pues nos hace saber que, para comprender nuestra postura, debemos situarnos fuera de ese locus. Es interesante advertir que el equivalente de understanding en alemán, verstehen, nos ubica ver («delante de») en lugar de bajo stehen («donde uno está o se encuentra»). Una palabra estrechamente emparentada con understanding desde el punto de vista etimológico y conceptual, la palabra «epistemología», nos sitúa epi (prefijo griego que significa «arriba», pero también «alrededor», «al lado», «después» y «por encima») e histanai, es decir, «el lugar» o «donde uno está». «Debajo «, «delante de», «al lado» o «sobre», se nos incita a situarnos fuera de nuestro locus para adquirir perspectiva sobre nosotros en el locus. A la vez, el título «U2» sugiere que, para que podamos aprehender el proceso de aprehensión, tenemos que situarnos afuera tanto del under («abajo») como del standing («donde uno se encuentra»), una segunda vuelta recursiva. ¿Pero afuera de dónde?Somos parte del proceso que queremos estudiar, independientemente de la distancia que deseemos tomar agregándole exponentes a la «U». En otras palabras, la falta de tierra firme desde donde generar esta observación (incluyendo observaciones sobre el terapeuta o el proceso terapéutico) también depende del observador, con lo cual se pone en tela de juicio toda presunción de objetividad. De ahí, «la objetividad entre paréntesis» de Maturana. 

A partir de la cibernética de segundo orden, surgió el conjunto de paradigmas más reciente: constructivismo/construccionismo, el modelo narrativo y, por último, el postmodernismo, que arrojó a los modelos precedentes y las prácticas que derivaban de ellos por el cristal epistemológico de la recursividad postulando que el observador es parte de la observación y de lo observado y, por ende, organiza la realidad según sus creencias. Como consecuencia lógica de esta noción de la realidad sujeta al observador, durante un tiempo el centro de atención de nuestra disciplina se apartó de la «familia como sistema» y el terapeuta se convirtió en el principal objeto/sujeto de observación. A su vez, ese foco se desplazó hacia las propiedades sistémicas de las narrativas. 

Esta evolución que experimentaron los supuestos que nos rigen tuvo un efecto devastador para la certeza, la direccionalidad, las formas de conocimiento, los modelos científicos, el lenguaje y las prácticas. Los registros objetivos fueron reemplazados por historias, anécdotas y relatos. Los supuestos normativos dieron lugar a descripciones ligadas al contexto, a la cultura y al momento. Se dejó a un lado la certeza con respecto a la predicción de los efectos y se comenzó a tener la cautela de evitar las generalizaciones. El supuesto de que existe una realidad básicamente estable (la frase «en igualdad de circunstancias» que precedía todo pronóstico de los futurólogos y semejante a la frase «es factible que esta intervención tenga dicho efecto» que utilizan muchos terapeutas familiares), fue reemplazado por el más cauteloso supuesto de que vivimos en un mundo de historias en desarrollo de las cuales formamos parte en el preciso instante en que comenzamos a interactuar con los narradores y en que nosotros, los terapeutas, intentamos, en el mejor de los casos, alterar las historias saturadas de problemas y propiciar potenciales transformaciones, lamentablemente con efectos bastante impredecibles. Los relatos en primera persona del singular reemplazaron al lenguaje neutro de los escritos académicos que ocultaban a los autores. 

Por último, pero no por eso menos importante, la disolución de una guía paradigmática normativa de cómo deberían ser las cosas (¿para quién? ¿cuándo?) conllevó, para nuestro campo, un énfasis renovado sobre la ética, dimensión que durante décadas se pensó que no pertenecía al discurso científico. 

Modelos narrativos; realidades sujetas al observador, al contexto y a la cultura; imprevisibilidad; descripciones que se basan en casos y son reticentes a las generalizaciones; procesos caóticos; ética, y nuestras prácticas cotidianas (trabajo clínico, supervisión, prácticas, investigación) se vieron modificadas en forma radical durante la década de los 90 por esa nueva manera de comprender la palabra comprensión (understanding).

«Please Help Me with This Family: Using Consultants as Resources in Family Therapy «(Por Favor, Ayúdenme con Esta Familia: Los Consultores como Recursos en la Terapia Familiar) emprende con éxito el gran desafío de volver, en los años noventa, sobre una de nuestras más preciadas prácticas como terapeutas: participar en un diálogo transformador (llámese consulta, supervisión, asesoramiento o aprendizaje) sobre nuestra práctica clínica con profesores, colegas, estudiantes, instituciones e incluso con los propios pacientes. Los que colaboraron con este libro -bajo la influencia de distintos linajes de aprendizaje, en el contexto de diferentes culturas y con posturas que van de los mejores paradigmas tradicionales a los últimos puntos de vista postmodernos-, brindan un tapiz de experiencias enriquecedor que se expresa como un discurso colectivo narrado con voz armoniosa y bajo la sabia tutela de Maurizio Andolfi y Russell Haber, que son profesores respetados que cuentan con un inmenso historial de contribuciones bibliográficas y una enorme experiencia como docentes en el campo de la terapia familiar. 

Los sistemas de consultoría que se analizan en este libro son muy variados y sumamente esclarecedores: desde el terapeuta en diálogo con el desdoble de sus self hasta complejos loci interactivos tales como las familias de origen de los miembros de la terapia familiar o diversas instituciones que intervienen en un evento determinado; desde el recurso voluble de la propia intuición (a Whitaker le resulta sencillo ejemplificarlo, ¡sólo hace falta ser un Whitaker!) hasta pasos estructurados para maximizar los recursos de consultoría. Sin darme cuenta, fui leyendo este libro en forma alternada; comencé por los capítulos cuyos títulos me parecieron particularmente atractivos u otros con algún ejemplo clínico que me llamó la atención y luego leí lo que había salteado. Terminé leyéndolo todo y saqué gran provecho de él; no sólo me tranquilizó reconfirmar algunas que otras antiguas convicciones sino que, lo que es aún más importante, con frecuencia me estremecieron ideas, puntos de vista y desafíos nuevos, con lo cual se puso en marcha, una vez más, el interminable proceso de aprendizaje. Por todo esto, gracias, Maurizio, gracias, Russ, gracias a los colaboradores. Y, a usted, lector, que tenga un buen viaje. 

(*) El Dr. Carlos E. Sluzki, es médico, Decano para Ciencias de la Salud en el College of Nursing and Health Science y Research Professor en el Institute for Conflict Analysis and Resolution, ambos en George Mason University; Profesor Clínico de Psiquiatría, Escuela de Medicina, George Washington University; Editor del American Journal of Orthopsychiatry; consultor de la Organización Mundial de la Salud y de la Corte Criminal Internacional de La Haya. Fue Editor de la revista Family Process y Director del Mental Research Institute (Fundador del curso). 

La Consulta como Evaluación de la Terapia (2)

Por Sara B. Jutoran (**) 

«Actúa siempre de modo tal que se incremente la cantidad de alternativas.»

Heinz von Foerster (1973 / 1982)

Una Invitación a la Co-Inspiración 

Cuando estudiaba con Mauricio Andolfi, fui invitada a consultar en la terapia de una pareja que eran pacientes de él. Se nos pidió a la pareja y a mí que realizáramos una evaluación de la terapia y del terapeuta, es decir, de mi profesor. Sin dudar y sin recibir información previa, me sumergí en las turbulentas aguas de la sesión para desempeñar el novedoso rol de ser la consultora de mi profesor, en tanto él permanecía como espectador detrás de la cámara Gessel (espejo unidireccional). 

Al permitir que su alumna y sus pacientes evaluaran su labor terapéutica, Andolfi revirtió los patrones de relación y los roles jerárquicos tanto en el sistema terapéutico como en el de enseñanza. De ese modo, aportó elementos impredecibles a fin de aumentar la complejidad del sistema implementando un proceso de reflexión que sirviera para hacer observaciones sobre el sistema terapéutico. Observar la evaluación le permitió saber qué percepción tenían los pacientes del efecto que él producía. Asimismo, la sesión de evaluación, además de aumentar la complejidad del sistema, produjo mayor discontinuidad al permitirles a los pacientes medir el progreso que realizaban hacia sus objetivos de vida. 

El examen de consulta de la terapia proporciona una interesante devolución para el proceso/progreso de la relación terapéutica. Así, la terapia podría definirse como una terapia que está progresando o que está fracasando, una terapia que ha concluido satisfactoriamente o que podría recurrir a nuevos métodos, etc. También se podrían evaluar las conductas positivas y negativas del terapeuta: si brinda apoyo, si aporta creatividad; si muestra una actitud dramática, impaciente o distante; si se involucra demasiado en el caso, etc. Esencialmente Andolfi creó un contexto distinto que da lugar a la reflexión dentro de los sistemas terapéutico y de enseñanza. Por consiguiente, la reformulación que hizo Andolfi de la función que cumple cada uno de los participantes revirtió su posición jerárquica en ambos sistemas haciendo que pasara de una posición más alta a una más baja. 

Tendré en cuenta -desde el punto de vista de alguien que observa y describe el sistema de consulta-tres criterios distintos que darán origen a diferentes observaciones. 

Observar los procesos de interacción nos permite describir cómo se invierten las relaciones complementarias en los sistemas terapéutico y de enseñanza. La relación terapeuta-pacientes se revierte y se convierte en una relación consultante-co-consultores y la relación profesor-alumno se convierte en la relación consultante-consultor. 

Al observar los roles jerárquicos del sistema terapéutico, se puede advertir que el terapeuta desempeña el rol de experto y la pareja el de clientes, mientras que en el sistema de consulta son el consultor y la pareja, en calidad de co-consultores, quienes desempeñan el rol de expertos al evaluar la labor del terapeuta. «El poder no es algo que posee una persona u otra; es una relación en la que se le confiere algo a alguien...» (Maturana, 1990a, p. 64). En consecuencia, el poder es un concepto que siempre implica la presencia de dos o más personas: uno que confiere el poder y otro que lo asume. En este caso, Andolfi les otorgó el poder a su alumna y a sus pacientes y éstos lo asumieron. 

Según Maturana, nuestras emociones varían cuando participamos en interacciones lingüísticas. Al variar nuestras emociones también varían nuestras acciones, que hacen que cambie recursivamente nuestro lenguaje y nuestro razonamiento. Por consiguiente, conversar es el fluir entrelazado del lenguaje y las emociones y el fluir del conversar constituye una conversación (1990b, p. 47). 

La propuesta de Andolfi dio origen a una organización que cuenta con funciones y roles específicos para los que integran ese sistema. El uso del lenguaje en esos roles y funciones diferentes disparó distintas emociones que dieron lugar a una red diferente de conversaciones (Maturana, 1990b).

El cambio de funciones, roles y conversaciones que se llevó a cabo entre los que componen el sistema de consulta le permitió a Andolfi ampliar y acrecentar sus observaciones y reflexiones. Asimismo, al encontrarse detrás de la cámara Gessel, Andolfi adquirió mayor libertad y distancia y tuvo menos participación emocional, mientras que la pareja, mediante mi intervención como consultora, pudo percibir y experimentar su terapia con una mayor participación emocional. Asimismo, la incorporación de la pareja en el sistema de enseñanza creó una mayor simetría en mi relación con Andolfi. Por consiguiente, su propuesta fue, como dice Maturana (1990c), «una invitación a ingresar en el ámbito de la co-inspiración». 

Una Consulta Inusitada 

Gino y Anna son una pareja de clase media. Hace 16 años que están casados. Ella tiene 36 años y es ama de casa. Él es propietario de una tienda y tiene 45 años. Tienen dos hijos, uno de 13 y otro de 15. Con respecto a la terapia mencionada anteriormente, han tenido 11 sesiones en cinco meses, dos sesiones con sus hijos y una con cada familia de origen. 

Navegar en aguas latinoamericanas 

Cuando ingresé en la sesión, Gino me dio la impresión de ser un hombre formal y reservado de rostro inexpresivo; Anna me pareció atractiva y refinada y de mirada triste. Dijo que mi rostro le resultaba conocido y resultó ser que era latinoamericana. Como yo nací en Argentina, la coincidencia de un origen latinoamericano en común pareció haber propiciado un clima favorable que se mantuvo durante el resto de la sesión. 

La Guerra Fría

Ambos definieron su problema bromeando, lo cual me descolocó. Por otro lado, su humor confirmó la impresión que tuve al principio de que tenían un buen rapport conmigo y me aceptaban en el rol de consultora. 

Anna: -Estamos acá porque coincidimos en todo. Queremos encontrar un método para poder pelear (se ríe).

Gino: -Todavía no lo encontramos. Cuanto más tiempo pasa, más coincidimos» (también ríe).

Anna: (seria) -Era una broma. Estamos acá porque en 16 años no hemos coincidido en nada. 

Gino: -No conversamos. No existe comunicación entre nosotros. 

Anna: -Es más que eso. Es una guerra fría. 

Anna comentó que un año y medio atrás se anotó en un curso de inglés sin decirle nada a Gino. Dio por sentado que él no deseaba que ella tuviera otras actividades debido al temor que él le tiene al abandono. Cuando Gino se enteró de que había comenzado a estudiar inglés, se fue de la casa durante un mes y medio. También la dejó en otra oportunidad después de haber discutido por los numerosos viajes de negocios que él hacía y que a ella le molestaban bastante. 

Sara Jutorán (Cons): –Así que entonces el que se iba era tu marido porque a ti no te gustaba que partiera en viajes de negocios, y volvió a irse porque a él no le gustaba que tú tomaras clases de inglés.

Anna: -Exacto. 

Gino: -Deja que te explique. Ella tiene un carácter mucho más fuerte que el mío. No hablamos, discutimos todo el tiempo, y yo me siento siempre en condiciones de inferioridad. No tengo armas para defenderme y en determinado momento me salgo de mis casillas. Y cuando ella dice: «Se fue», lo que yo siento es que me echaron. Era yo el que se sentía muy mal. Hoy descarté el concepto que tenía de que ella debe trabajar solamente en la casa como es lo tradicional. Ya no creo que deba ser así. Desde que vengo aquí, he cambiado mucho. Ella también maduró… 

Anna mencionó que, cuando Gino regresó a la casa, le habló a unos amigos de los problemas entre Anna y él y ellos le propusieron que consultaran a Andolfi para hacer terapia de pareja. 

Terapia Doble Individual 

Ambos opinaron que su relación no había mejorado, pero pensaban que la terapia había resultado beneficiosa a nivel individual. 

Cons: -Me gustaría saber qué piensan del proceso terapéutico desde el comienzo hasta el día de hoy. 

Gino: -Creo que esta terapia me resulta muy productiva, aunque dolorosa. Cuando salimos de acá, no hay diálogo entre nosotros. Vivimos como si estuviéramos separados. Quizá sea parte del proceso terapéutico. Al principio venía aquí para atacar la posición de mi mujer, para echarle la culpa de todas esas cosas que te estuvo contando. Pero después, me empecé a sentir culpable yo. Me echo la culpa de haber trabajado sólo para mi familia, nunca para mí. No he dejado lugar para mí. Poco a poco, empecé a notar mis dificultades en lo sexual y en lo afectivo y, aunque me resultó doloroso y no me gustó para nada, me di cuenta de que la terapia daba resultado porque, si hay dolor, quiere decir que la herida se está cerrando. Empecé a sentir que todas estas cosas se agitaban en mi interior; me hicieron pensar mucho. 

Cons: -¿Piensas lo mismo, Anna? Aunque dijiste que nunca coincidían. 

Anna: -Sí, creo que esta terapia es la adecuada para nosotros, pero dentro de mí se están produciendo cambios que me atemorizan. Por un lado, necesito sentir que existo como persona, independientemente de mi marido, mis hijos, mis padres; que puedo hacer cosas para mí y por mis propios medios. Por otro lado, me da mucho miedo porque esto implicaría un cambio importante en mi vida. No sé si tengo la fuerza necesaria para lograr ese objetivo.

Cons: -¿Qué te parece, Anna? ¿También piensas que ésta sería una terapia doble-individual?

Anna: -Me parece que así es como debería ser. Uno tiene que sentirse bien consigo mismo para poder tener una buena relación de pareja.

Gino: -Es cierto. No estamos luchando por la pareja sino que es más bien a través de ella que nos estamos ocupando de nosotros como personas. 

La evaluación que hicieron Gino y Anna de la terapia me permitió advertir los procesos de diferenciación e individuación. Habían pasado de describir sus conflictos en términos de culpas y quejas mutuas a percibir sus propias necesidades y dificultades y a descubrir su propio potencial. Este cambio les permitió asumir la responsabilidad de su propia vida en lugar de adjudicársela al cónyuge. 

El Terapeuta según lo Percibe la Pareja

Cons: -¿Cuál es tu opinión, Gino? ¿Dirías entonces que Andolfi fracasó en la terapia de esta pareja? 

Gino: -No creo. Si la terapia ha logrado darnos fuerza a los dos para avanzar en algún sentido, independientemente de cuál sea, entonces no fracasó. Al contrario, creo que Andolfi ha hecho un buen trabajo. 

Anna-Me parece que así es como tiene que ser. 

Cons: -Anna, ¿qué crees que piensa Andolfi, que ha podido ayudarlos a los dos?

Anna-Viendo como estamos hoy, creo que podría pensar que no nos ayudó mucho como pareja. Nos ayudó como personas individuales, y me parece que es muy importante, porque me ha llevado a evaluar lo que hice con mi vida. (se pone a llorar) Me di cuenta de que no fue suficiente. Siempre culpé a los demás: mi padre, mi madre, mi marido, y la única culpable soy yo.

Cons: – A veces una crisis es importante para poder tomar conciencia de determinados temas. 

Anna-Es verdad. Y ahora que tengo 36 años, no sé qué hacer. Me da tristeza pero no miedo. Es más fácil cuando se tiene veinte años. Me di cuenta de que no tomé determinadas decisiones, siempre les eché la culpa a los demás. Es más fácil esconderse detrás de algo. 

La evaluación positiva de la labor de Andolfi que los miembros de la pareja realizaron a nivel individual –no obstante la opinión negativa que mantenían respecto de su relación– convalidó los objetivos logrados y confirmó su compromiso para con la terapia. 

Preguntas sobre el Futuro de la Pareja y de la Terapia

Cons: -¿Anna, te parece que la pareja tiene futuro?

Anna: -No sé… si existen los milagros… puede ser. No sé… si pudiera pasar algo… A veces hay factores externos que hacen que las personas cambien de opinión. Tal vez… no lo sé. (Las oraciones breves y entrecortadas que emplea reflejan sus dudas; su tono de voz expresa la frustración y el pesimismo que siente.) 

Cons: -¿Y tú qué crees, Gino? 

Gino: -Sí, aunque la chance sea de una en un millón, quiero intentarlo. (La voz apagada y la postura rígida no concuerdan con su comentario.)

Cons: -Anna, ¿estarías dispuesta a hacer algo aquí? 

Anna: -No sé. Es como si ya no pudiera seguir. Estoy cansada. 

Cons: Tu marido dijo que, aunque la chance fuera de una en un millón, él seguiría viniendo a esforzarse por lograr algo. ¿Y tú?

Anna: -Tengo miedo de que… (se pone a llorar) de que me vuelvan a decepcionar. Estoy asustada. 

En este instante, Gino, dubitativo, compara la sesión de consulta con las sesiones terapéuticas. Es la primera vez que recuerdo que Andolfi se encuentra detrás del vidrio y me siento bastante torpe. Los dos roles –el de consultora y el de alumna — se entrecruzan. Me siento envuelta en un triángulo entre Andolfi y Gino, que intenta aliarse conmigo. 

Gino: -Me parece que… Andolfi… quizá me equivoque… no sé, pero me parece que él no habló así con nosotros, analizando determinadas cosas, determinados sentimientos, como lo estamos haciendo ahora. 

Enseguida, Anna se pone de parte de Andolfi y parafrasea las 

palabras de Gino. 

Anna: -Me parece que no tuvimos una sesión así con Andolfi porque las sesiones dependen del humor de cada uno. Nosotros somos los que hacemos las sesiones. Estas cosas no salieron a la luz antes tal vez porque no era el momento propicio. 

A partir de ese momento, abrirse a los problemas no resueltos produjo una mayor intensidad emocional. Gino manifestó que la intervención excesiva de los padres de Anna fue una causa para que se mostrara indiferente. Anna sentía que el hecho de no poder contar con Gino en los momentos difíciles la llevaba a recurrir a su padre. Ambos cónyuges parecían estar encerrados en una prisión solitaria. Anna trataba de contener los sollozos, pero la vencía el dolor. Gino, que había palidecido, parecía estar petrificado. El ritmo de la sesión se volvió más lento y la tensión alcanzó su pico máximo. 

Anna: -Nunca estuviste. Siempre estabas ausente. ¿Alguna vez estás presente como padre? (Habla cada vez más dolorida. Comienza a levantar la voz y con las manos aferra nerviosa el pañuelo con el se seca las lágrimas.) 

Daba la impresión de que Anna estaba escupiendo todo el sufrimiento que había acumulado durante muchos años. Sentí la fuerza de sus acusaciones; quizá la presencia de otra mujer le permitió abrirse más. Traté de no sucumbir al impulso de ponerme de su parte en contra de Gino. 

Gino: -No, creo que no me elegiste a mí como padre. Elegiste a tu padre como padre de tus hijos. Nunca estuve cerca de los niños porque, cada vez que necesitabas ayuda, acudías a tu padre. (Parece que le cuesta expresarse. El tono de voz es el mismo. El rostro parece una máscara, lo cual hace que sea difícil percibir el sufrimiento que acarrean sus palabras.) 

Anna: -Nunca estabas cuando te necesitaba. Nunca. Cada vez que quería que me acompañaras a alguna parte, tenía que llamar a mi padre porque, si te pedía a ti, me contestabas que tenías un negocio lleno de personas que atender. Recuerdo que te pedí que me acompañaras cuando me hicieron la operación de útero y tú dijiste que no podías, entonces llamé a mi padre. ¿Cómo crees que me sentí al estar ahí con él? ¡Qué vergüenza! Me sentía una tonta. 

Gino: -No me acuerdo. 

Anna:-¿No? Pero yo sí. Cuando te pedí que fueras conmigo a elegir el hospital donde iba a nacer nuestro hijo, ¿qué dijiste?: «Tómate un taxi y ve con tu hermana.» Me acuerdo que en el trayecto no paraba de llorar. 

Gino: -No estoy de acuerdo. 

Anna: -Ya no necesito que me acompañes. ¿Entiendes? (Se pone a llorar otra vez.) 

Gino: -No estoy de acuerdo con nada de lo que dices y estoy bien predispuesto a ir analizando estas cosas día a día. 

Durante toda esa secuencia, Gino permaneció inmóvil. Apenas se le escuchaba la voz y no miraba a su esposa. Sin embargo, después de haber debatido un poco más, como Gino parecía estar dispuesto a trabajar sobre esos temas, recurrí a mi vínculo con Anna para llegar a un acuerdo. 

Anna: -Estoy tan cansada. 

Cons: -Parece que hay temas que todavía no se tocaron. 

Anna: -Así es. 

Gino: -Sí. 

Anna: -A decir verdad, estoy tan cansada que no tengo ganas de resolverlos. 

Cons: -No sé, al menos en mi país, se dejan en claro determinados temas antes de tomar una decisión. 

Anna: -Cierto. Algunas decisiones se toman sólo cuando ya está todo aclarado, no se toman de la nada. 

Gino: -Exacto. 

Me pareció que era el momento indicado para restaurar el sistema terapéutico. Me fui de la habitación para hablar con Andolfi detrás de la cámara, donde decidimos finalizar la entrevista los dos juntos. 

Andolfi: -Hoy han demostrado un enorme coraje y creo que la consultora los ayudó a lograrlo. 

Gino: -Sí, estoy contento. 

Anna: -Yo también. 

Andolfi: -Quizá se deba a que yo me encontraba detrás de la cámara, pero siento, más que otras veces, que hay un clima de cementerio, y me parece que todavía tienen que pasar más tiempo en el cementerio… lograr sumergirse en las miserias de la vida. En este momento, me da la impresión de que preferirían escaparse del cementerio en lugar de quedarse ahí. (a la consultora) ¿Estás de acuerdo?

Cons: -Sí. 

Andolfi: (a la pareja) -La consultora enseguida tocó temas muy importantes. Desde el principio, el encuentro con tu esposa sudamericana… debe de haber sido algo del espíritu latino. (a la consultora) Gino también reconoció sus errores enseguida. La rapidez característica de haber logrado también una relación estrecha. 

Gino: -Ha sido muy conmovedor. Algunas cosas me llegaron de manera muy especial. 

Cons: –Creo que sería importante despejar el camino; si no, se produciría otro escape. 

Andolfi: -Sí, pero no respiraron este clima de soledad en el cementerio. Creo que necesitan pasar mucho tiempo ahí sin que los niños acudan a animar la situación. Si lo logran, quedará bien claro para mí lo mucho que desean comprometerse con la terapia, para salir del cementerio y no pasar sus vidas ahí adentro. 

Gino: -¿Y lo que dijo la consultora sobre barrer el camino?

La interesante metáfora que empleó Gino, después de la intervención de Andolfi, sirvió de paráfrasis para lo que yo había dicho anteriormente en un intento por restablecer mi rol de consultora en presencia de Andolfi. 

Andolfi: -Barrámoslo; después de todo, somos barrenderos de profesión. 

La patética sensación de muerte en la relación de la pareja llevó a Andolfi a recomendar que experimentaran esas sensaciones en el cementerio para que pudiesen aspirar a la génesis de una nueva relación. La fuerte imagen del cementerio subrayó la necesidad de enterrar las posiciones que habían tenido en la relación durante toda la vida; reveló la necesidad de enfrentar las heridas abiertas y les planteó el reto de reforzar su compromiso para con la terapia. 

Cuando se fue la pareja, me quedé con la impresión de que se habían tocado temas importantes. Me dio la sensación de que Gino y Anna habían podido conectarse con sus vacíos y que, de ese modo, habían podido alcanzar niveles de comprensión más complejos. No tenía certezas –supongo que ellos tampoco las tenían– sobre su futuro como pareja, pero sabía que atravesando ese camino de incertidumbre, probablemente descubrirían cómo salir de sus funciones rígidas y estereotipadas. 

Sobre la Creatividad y los Recursos 

La propuesta que realizó Andolfi para llevar a cabo una evaluación de consulta dio origen a tres niveles de observación: 

Lo que la pareja observó de la relación terapéutica.

Lo que el consultor observó a partir de lo que la pareja observó de la relación terapéutica. 

Lo que Andolfi observó a partir de lo que observó el consultor según lo que observó la pareja de la relación terapéutica. 

Koestler (1964) acuñó el término bisociación, al que definió como «la percepción de una situación o idea… en dos marcos de referencia auto consecuentes aunque por lo general incompatibles…» (p. 35). La posibilidad de situarse en dos relaciones y roles distintos simultáneamente proporciona dos marcos de referencia diferentes. Las percepciones de fondo que están en la intersección de estos dos marcos de referencia independientes pueden suscitar emociones, significados y comportamientos nuevos. Según Koestler (1964), «el resultado… o bien es un choque que termina en risas, o bien una fusión en una nueva síntesis intelectual, o bien una confrontación en la experiencia estética… el mismo par de matrices puede acarrear resultados cómicos, trágicos o provocadores desde el punto de vista intelectual» (p. 45). 

Durante el proceso de dicho encuentro, se crea una compleja red de contextos bisociados. Cada uno de éstos cuenta con un marco de referencia específico que tiene reglas y códigos específicos, que están organizados en patrones de comportamiento ordenado. La experiencia simultánea en dos marcos de referencia distintos facilita la «… transferencia de la dirección de ideas de una matriz a otra que está regida por una lógica o una regla diferente…» (p. 95). Koestler consideraba a la bisociación como «la esencia de la actividad creadora» (p. 231) y explicaba que «el acto creador… opera siempre en más de un plano…». Se trata de un «estado transitorio de equilibrio inestable en el que se altera la estabilidad entre la emoción y el pensamiento» (págs. 35-36). «El acto creador, al conectar dimensiones de experiencia que antes no estaban relacionadas… constituye un acto de liberación, la derrota del hábito por parte de la originalidad» (p. 96). 

Esta oscilación e intersección de roles y funciones, previos y actuales, dentro de contextos bisociados disparan cambios en las conversaciones mediante el cambio en las emociones y el lenguaje (Maturana, 1990b). Este cambio resultó evidente cuando Gino, en su rol de co-consultor y paciente, realizó una auto evaluación pasada y presente del cambio que se produjo gracias a la terapia (véase p. 8), mientras que Anna no estaba segura de poder llevar a cabo sus objetivos (véase p. 10). La comparación que hicieron Gino y Anna entre la consulta y las sesiones terapéuticas (véase p. 11) me hizo más difícil mantener mi rol de consultora y no convertirme en otro terapeuta. Mi decisión de incluir al terapeuta en la sesión (véase p. 13) lo puso nuevamente al mando. No obstante, cuando concluyó la sesión, Gino confirmó las repercusiones que tuvo la presencia de la consultora al referirse al optimismo que ella manifestó (véase p. 14). 

Esta entrevista bastante inusitada nos brindó la posibilidad de ver la situación con otros ojos, desde otras perspectivas y en otros contextos. Les permitió a los integrantes del sistema ampliar sus propios dominios, experimentar y construir realidades alternativas y producir nuevos recursos. 

Segunda Evaluación: Un Año Después

Antes de la sesión 

Cuando regresé a Roma al año siguiente, Andolfi me solicitó una segunda evaluación/consulta sobre la terapia de Gino y Anna, que aún continuaba. Me contó que el resultado de la consulta realizada el año anterior había redundado en una mejora notable y duradera de la relación de pareja. Les sugirió que me escribieran sobre los cambios que habían logrado. Pero ellos jamás escribieron esas cartas porque no querían enviármelas hasta lograr «salir del cementerio» por completo. Es posible que pensar en las cartas que aún no habían sido escritas mantuviera la presencia del consultor y el impacto de la entrevista de consulta. 

Ese año, Gino decidió dejar el negocio de la familia y abrir uno propio. Esta decisión, que lo ató aún más a su trabajo, a Anna le cayó mal y se sintió aún más abandonada que antes. Por otro lado, Anna quería encontrar una actividad propia, pero todavía no se sentía segura de su capacidad de independencia. Volvieron a aparecer necesidades en conflicto y la relación entre ellos volvió a ponerse difícil, aunque con diferentes matices. Cada uno de los cónyuges ahora se ocupaba más de sus necesidades y dificultades individuales. Las culpas que se echaban el uno al otro habían disminuido en forma notable, pero los dos estaban comenzando a pensar en la posibilidad de divorciarse. 

Si bien Andolfi y yo estuvimos de acuerdo en hacer una segunda evaluación, debido al estrés que estaba atravesando la pareja, decidimos demorar la evaluación hasta la última parte de la sesión. Por consiguiente, Andolfi creó, una vez más, una estructura nueva y diferente para la entrevista al incluirme a mí como co-terapeuta. 

Derretir el Hielo

Cuando entré a la sesión, me sorprendió ver lo cambiados que estaban. Gino parecía tener mucha más vida y estar más conectado y Anna, más seductora y animada. 

Cons: -Veo que han cambiado. 

Anna: -¿Para peor o para mejor?

Cons: -Se los ve distintos.

Anna: -¿Separados o juntos? (Nos reímos todos.)

Andolfi: -¿En qué notas la diferencia?

Cons: -Parecen más cálidos, con mayor confianza en sí mismos, con más vida, sobre todo Gino. 

Anna: -Tengo noticias para ustedes. (Se la ve animada.) Empecé un curso de orientación laboral. Es para mujeres que nunca trabajaron, como yo… (Andolfi y yo la felicitamos con un apretón de manos.)

Andolfi: (a Gino) -¿Tú la felicitaste? 

Gino: -No, pero lo que hizo es importante. (La decisión de Anna parece no agradarle demasiado, pero le da la mano y ella lo mira con picardía.) 

Anna: -No creo que las cosas se puedan poner peor de lo que ya están. Debo probar otra cosa. Si realizara alguna actividad, quizá no sentiría la falta de atención de Gino, tampoco me importaría que no pase tiempo conmigo ni esperaría todo de él. Le estaba haciendo la vida imposible, así que tomé la decisión de hacer algo por mí misma. Empecé ayer. Tenía mucho miedo, me temblaban las manos, pero hoy no resultó tan difícil. (Habla entusiasmada.) 

Cons: -Gino, ¿qué sientes al verla a Anna tan entusiasmada? 

Gino: -Creo que tomó la decisión correcta. (Parece frío y distante, lo cual me hace pensar que a él no le agrada demasiado.) 

Anna: -Estas dos últimas semanas me di cuenta de que nunca le di la oportunidad de comprender lo que yo quería porque tenía miedo de que no estuviera de acuerdo conmigo. Si me hago más fuerte y encuentro el camino indicado, quizá él también cambie de actitud. 

Andolfi: -Es una búsqueda abierta, importante. (a la consultora) Cada uno debe ser capaz de ver sus propias falencias, en lugar de ver las del otro. Me parece que Gino también ha comenzado a verlas. 

Gino: -Para mí, el mayor logro de esta terapia fue conocerme más a mí mismo. (Me sorprende que sea él el que trae a colación la evaluación de la terapia del año pasado.) Ahora tengo más claro quién soy y creo que lo mejor sería ponerle punto final a nuestro matrimonio. El problema es que no tengo suficiente fuerza para hacerlo. Hoy necesito ver mis propios problemas. (Su voz es mucho más animada, está más relajado y parece estar conectado consigo mismo.) 

Andolfi: -¿Por qué no nos cuentas esos problemas? 

Gino: (sufriendo cada vez más y en voz muy baja.) -Lo que pasa es que nada me satisface. Tal vez se deba a mi inseguridad o a mi excesiva responsabilidad, no lo sé; el problema es que no encuentro ninguna salida. Ahora tengo más trabajo, lo que implica un mayor esfuerzo y eso es positivo, pero necesitaría que alguno de mi familia lo valorara. Me siento mal desde el momento en que me levanto. (No puede seguir hablando y se pone a llorar.) 

Anna lo mira y también se pone a llorar. Hay un largo silencio lleno de gran intensidad emocional. Anna se sorprende de que Gino esté llorando; dice que está preocupada por él y señala que él ha construido un muro a su alrededor. También recalca que él no se permite disfrutar de la vida. Me sorprende escuchar que está preocupada por Gino, algo que no había demostrado en el encuentro del año anterior. Reformulo el llanto de Gino como el comienzo la apertura del muro; Andolfi amplía esta idea y provoca a Gino comentando que, hasta el momento, él solía ser un espectador que sólo acompañaba a Anna en la terapia, pero hoy está presente. La reacción de Gino es intentar volver a aliarse conmigo. 

Gino: -Siento mucho la presencia de la consultora, tanto hoy como la vez anterior. 

El hecho de que Gino haga referencia al encuentro anterior me brinda la oportunidad de sacar el tema de la sesión de consulta anterior. Para mi sorpresa, como no lo habíamos acordado antes, Andolfi se va detrás de la cámara Gessel. En consecuencia, esta segunda parte de la entrevista es isomórfica con respecto a la del año anterior. 

Cons: -¿Los dos se acuerdan de la entrevista del año pasado?

Gino: -Sí, claro. 

Andolfi: -Bueno, me voy atrás de la cámara. (Andolfi se va.)

Gino: -Para mí, fue como un espacio dentro de la terapia. Te sentí como alguien que con el fin de ayudar, quiere entrar en la esencia misma de lo que está sucediendo. 

Anna:-Fue muy importante y la recuerdo muy bien. Lloré tanto… Pero después saqué fuerzas para volver a empezar, para intentarlo una vez más y vi al matrimonio con mejores ojos. Tanto es así que por un buen tiempo nos llevamos bien. Pero hace cuatro semanas, fue Andolfi el que me hizo caer en una crisis cuando me dijo: «Es como si tu esposo se hubiera casado con otra mujer antes de casarse contigo y esa mujer es su trabajo. Siempre serás la segunda». Desde ese momento, dejé de hablar y empecé a mirarme desde adentro. Vi mis inseguridades y descubrí que me perdí toda una etapa de mi vida. 

Cons: -Entiendo. ¿Y tú, Gino, qué piensas de la entrevista del año pasado?

Gino: -Creo que estas entrevistas que tenemos una vez al año nos permiten sacar a luz cosas importantes. Es como salirse de un camino para tomar otro para después volver al primero. Fue muy importante, hubo verdadero diálogo entre nosotros, con mucho compromiso; te metiste en nuestros sentimientos íntimos. Con Andolfi es distinto; es como transitar un camino que no conocemos. 

Anna: -Sí, él nos señala un camino y después da el golpe. Por ejemplo, le dice algo a Gino con respecto a mí y, cuando vuelvo a mi casa, lo recuerdo y me pongo a pensar en eso. Cuando me habló de mis inseguridades, me sentí muy perturbada porque, para mí, el que necesitaba ayuda era Gino. 

La descripción que hacen de los dos diferentes estilos de terapia me resulta bastante inusitada y muy interesante. Esta vez, la presencia de Andolfi tras la cámara gessel no me hace sentir incómoda, muy probablemente debido a que nuestra relación ha cambiado. Por otro lado, los comentarios de Gino muestran una característica diferente, algo que también se observa en los comentarios de Anna. No hay acusaciones sino respeto mutuo. También advierto la configuración de nuevas alianzas a comparación de la entrevista anterior: por un lado, la consultora y el terapeuta y, por el otro, el matrimonio. 

Gino: -Este último tiempo, Andolfi me dijo que yo tenía tanta rabia adentro de mí que nadie podía siquiera hacerme llorar. Una frialdad increíble, me dijo. Pero, de hecho, hoy pude hacerlo. 

Cons: -Eso fue lo que noté en el preciso instante en que entré. Noté que el hielo se estaba derritiendo. 

Anna: -Abrirse implica un riesgo porque el otro puede decir: «Me gustas o no me gustas». 

Cons: -La pregunta es si existe la fuerza suficiente como para arriesgarse. 

Anna: -No sé.

Cons: -¿Piensas que Gino ha cambiado?

Anna: -Sí, pero tengo miedo de que vuelva a cerrarse. De todos modos, decidí seguir adelante y, si me acepta así, mucho mejor porque preferiría resolver todo sin llegar a la separación. Tiene que aceptarme como soy: una mujer que puede equivocarse, pero que también puede asumir responsabilidades. Aún no lo he logrado, pero mi intención es seguir ese camino. Tal vez los dos podamos empezar de nuevo desde el principio. 

Cons: -Eso no es nada fácil; representa un enorme desafío.

Gino: -Yo también tengo miedo porque ahora, mirando nuestro pasado, no quiero que las cosas sigan siendo así. Tengo miedo de ser el que quiere separase.

Cons: -Es interesante ver cómo han cambiado las cosas. Ahora eres tú, Gino, el que quiere separase y la otra vez fuiste tú el que dijo: «Aunque la posibilidad sea de una en un millón, quiero intentarlo». ¿Te acuerdas?

Gino: -Sí, me acuerdo. 

Cons: –¿Piensan que van a seguir con la terapia? 

Los dos: -Sí, no importa lo que pase. 

La posibilidad de evaluar un año después la influencia que tuvo la consulta creó una estructura isomórfica respecto de la evaluación de la terapia. Durante la consulta, el terapeuta pudo obtener información sobre su trabajo con la pareja. Esta entrevista le permitió a la consultora obtener una devolución del encuentro anterior con ellos. Las dos evaluaciones recalcaron distintas etapas del proceso terapéutico, lo cual les permitió a los pacientes, al terapeuta y a la consultora revisar y verificar el estado actual del proceso. 

La sesión de seguimiento no fue el último encuentro que tuvimos con Anna y Gino. Los volvimos a ver a la semana siguiente. Reinaba una atmósfera de apertura y calidez, llena de humor y de vida. La pareja mencionó que se habían producido algunos cambios positivos y propuso la idea de tener una sesión de seguimiento al año siguiente. Al comienzo de esta última sesión las palabras de Gino parecieron reflejar todo el intercambio de roles y funciones cuando, asumiendo el rol de terapeuta, nos preguntó bromeando a Andolfi y a mí: «Se ven tristes y cansados, ¿podemos ayudarlos?».

Al año siguiente, Andolfi me informó que a Gino y a Anna les estaba yendo muy bien 

Síntesis Final

La idea de crear un equipo de consulta con clientes para evaluar el proceso terapéutico proporciona nuevas alternativas en el campo de la terapia familiar. Les permite a los participantes ampliar sus experiencias viendo al sistema terapéutico desde distintos marcos de referencia. La decisión que tomó el terapeuta de intercambiar roles y funciones convalida las competencias personales y el potencial de cada uno de los miembros. La libertad y la responsabilidad que implica evaluar una terapia incitan a que surjan interacciones, percepciones y elecciones nuevas, con lo cual se producen dominios impredecibles de creatividad. 

Se han abierto las puertas que nos permiten vislumbrar nuevos horizontes o, quizás, el mismo horizonte con otras luces. Es posible que los efectos de la luz tradicional hagan palidecer los nuevos colores que puedan haber aparecido. O tal vez la nueva iluminación destaque colores ocultos jamás imaginados. En el delicado equilibrio entre las luces conocidas y las nuevas, las luces que prevalezcan sólo dependerán de cada uno de nosotros. 

Agradecimientos

Quisiera agradecerles a Maurizio Andolfi por haberme brindado la oportunidad de participar en su consulta, a Humberto Maturana y Russ Haber por haberme ayudado en la revisión de este manuscrito y a la señora Rita Kauders por haberme ayudado con la traducción. 

(1) El prólogo del Dr. Sluzki del libro «Please Help Me With This Family» (Brunner/Mazel, 1994) se refiere naturalmente, a todos los interesantes capítulos, escritos por prestigiosos especialistas del campo de la terapia familiar. Los editores científicos de la obra fueron Maurizio Andolfi (a quién agradecemos el permiso para traducir y publicar en Perspectivas Sistémicas el capítulo de la Lic. Jutorán) y Russell Haber ; la casa editorial es BRUNNER/ MAZEL Publishers , 1994, New York. También fue traducido y publicado en Brasil: «Usando Consultores como Recurso en Terapia Familiar». Ed. Artes Médicas, Porto Alegre,1998. 

(2) Este artículo de la Lic. Jutorán es el capítulo 11 del libro mencionado y fue publicado en el periódico Perspectivas Sistémicas nº 55, Marzo /Abril del 1999. Fue especialmente editado para su publicación on line actualizando, por ejemplo, la presentación curricular de los autores. 

(**) La Lic. Jutorán, MTF ,es psicóloga, Master en Terapia Familiar, Directora del Instituto de Terapia Sistémica, Buenos Aires, Argentina, asociado  a la Accademia di Psicoterapia della Famiglia, Roma, Italia. Es Profesora de Posgrado en Derecho de Familia, Facultad de Derecho, U.B.A..y en el Doctorado en Psicología de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía, de la Universidad del Salvador. Ha creado y organizado la Maestría Interdisciplinaria en Familia: Salud, Derecho Educación. Facultad de Psicología y Psicopedagogía, Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina. 2002-04. E-mail: zucho@fibertel.com.ar

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