Pensamientos sobre la figura del Dr. Mario Tisminetzky

Recordar a Mario Tisminetzky y su influencia en la Terapia Familiar Sistémica, significa pensar en que él sigue proponiendo que la práctica respetuosa permite que operadores y consultantes nos transformemos mutuamente. Por eso seguimos diciendo como hace quince años: «… Ya no somos los mismos…»*

Reflexionar sobre lo que fue Mario nos lleva a pensar en nuestra experiencia y en la relación profesional, donde nos transformamos, transformando ese hacer. Él replanteaba una dimensión ética-social de la práctica profesional. Pensamos que no es sólo profesional, sino también personal. No puede ser profesional si no es simultáneamente personal lo que hace referencia a la coherencia de ser fiel a sí mismo. En el hacer, las distintas situaciones en las que participamos, fueron marcando un camino de continuo aprendizaje.

¿Cómo se logró esto? Al igual que en la práctica con las familias, fue a través de un proceso de construcción de diálogo donde cada uno aportaba sus conocimientos y profesión con el respeto por lo dicho por el otro, respeto que desde Mario nos provocó asombro. Por supuesto, no era un decir sin pertinencia, el que hubiera sido rápidamente desestimado, sino crítico, reflexivo y respetuoso por el esfuerzo que nos iba modificando a todos los que aportábamos en los diversos espacios de trabajo compartido.

Mario no tomaba el saber, la rotulación, el diagnóstico o la teoría como algo dado de antemano, porque él pensaba que, de esa forma se reducía la comprensión a una lectura exterior u «objetiva». Desde esta postura se abría la posibilidad de incursionar por otra narrativa o relato que sumada a la que estábamos escuchando permitiría poner en juego la utilización de los recursos saludables tanto de los consultantes como de los operadores. De esta manera no se clausuraba, sino que facilitaba seguir «jugando» la posibilidad de continuar pensando que siempre son factibles otras opciones.

Nuestra experiencia nos permite continuar aprendiendo a armar historias y tal como decía Mario, «…a partir de las lecturas, en esta forma de trabajo, uno inventa historias, uno crea historias y así toma elementos que nos aporta la familia y arma una distinta a la que traen. Esa historia tampoco es la verdad, pero la idea es ver o tratar de mostrar, cómo a partir de la historia construida existe otra lectura de la realidad… es así que ellos traen una historia y buscamos, en todas las otras que vamos creando, y que también son válidas, la que nos posibilita salidas más saludables…»

La flexibilidad en la mirada esta teñida de lo ético, en un marco de respeto mutuo, ampliando el número de alternativas, no instruyendo, sino habilitando desde la confianza compartida. 

En este espacio de interacción, se visualiza la crisis como oportunidad para el cambio, desplazándose del lugar habitual, donde es vista como obstáculo, hacia la posibilidad de pensarla como lo que permite explorar otros caminos.** 

Esta actitud posibilitó continuar incorporando nuevas lecturas al marco teórico. 

Mario no se cerró a los aportes de otros para hacer un análisis de la realidad, que consideraba en permanente cambio, ya sea en una familia, en una institución, en un hospital. Su palabra reiterada y convocadora: «nos reunimos para discutir», era el aporte de ideas, de teorías y el confrontarlas con la práctica para hacer una síntesis. «Nos reunimos para discutir» era acompañado por la pregunta «¿Cómo se siente?». El planteo era la vinculación entre la teoría, la práctica y también la emoción del operador. La pregunta «¿qué le parece tal o cual cosa?» no se refería a una verdad congelada sino al volver sobre sí mismo en el continuo operar que nos permitiría el armado de nuevos mapas. Él consideraba al lenguaje y a la emoción para seguir construyendo esta relación entre la práctica y la teoría.

En el encuentro con otros profesionales se trabajaba en la reflexión sobre el hacer y en la revisión permanente de ese operar, donde se privilegiaba la mirada hacia uno mismo.

Además, la síntesis y continuidad de su trabajo fue la actitud colaborativa y participativa que no excluía la respetuosa relación entre el profesional y el consultante, donde el humor y la ironía como provocación para la reflexión era un rasgo importante.

En tal sentido decía: «Los profesionales del sistema trabamos al mismo sistema metiéndonos a dar opiniones o a ordenar, manejamos las cosas para tratar de ayudar en cómo puede evolucionar mejor la familia; pero yo en realidad tengo bastantes líos con mi familia como para meterme a opinar sobre otra familia … Qué quiere que le diga… yo confío en que ellos pueden encontrar su propia salida… esto es cosa de ellos… de eso se trata…».

* M. Tizminetzky, N. Besutti, S. Turchetto, I. Solá. «Educación para la Salud», Perspectivas Sistémicas, Año 5, Nº 20, Bs. As., Marzo/Abril 1992.

** M. Tizminetzky, «Clínica Sistémica de Crisis en un Hospital General», Perspectivas Sistémicas, Año 10, Nº 48, Bs. As., Setiembre/Octubre 1997.

Nélida M. Besutti (Lic. en Educación. Terapeuta Familiar Sistémico) y Silvia Alejandra Turchetto (Lic. en Sociología y Terapeuta Familiar Sistémica), se formaron en el modelo sistémico junto al Dr. Mario Tismineztky, con quien crearon la Fundación Constructos. Desde 1989 hasta la fecha, junto al equipo de la Fundación, coordinan talleres con docentes para trabajar la temática de la convivencia, su promoción y prevención. También realizan actividades de facilitación y asesoramiento académico profesional en instituciones educativas. Desde el año 2001 trabajan en la orientación a grupos familiares provenientes del área judicial. Son integrantes de un grupo interdisciplinario para la discusión de problemáticas vinculadas con la familia y el espacio judicial, de un Juzgado Civil de la Ciudad de Bs. As.

La Lic. Nélida Besutti, junto al Dr. Tisminetzky y desde la Fundación, realizó investigaciones en las áreas de educación y justicia en la provincia de Buenos Aires, promoviendo una mirada sistémica constructivista de la conducta humana. Asimismo, lo acompañó en la supervisión del equipo de internación del Servicio de Salud Mental del Hospital Diego Paroissien. 

La Lic. Silvia Turchetto, hasta el año 2006, fue coordinadora en el Equipo de Capacitación Interministerial del Eje de Aprendizaje en Acción del Plan Más Vida de la Provincia de Buenos Aires. Durante los años 1998 al 2002 coordinó la Región Sanitaria VII A en el área de la Atención de Adicciones dependiente de dicha Subsecretaría (Ministerio de Salud de la Provincia de Bs. As). Durante el período 1991-1998 trabajó como Socióloga de Planta y terapeuta familiar en el Centro de Salud Mental de la Municipalidad de La Matanza, dirigido por el Dr. Mario Tisminetzky.

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