Del mito y otras cuestiones
El mito, en líneas generales, constituye la historia de los actos de los seres sobrenaturales. También se lo puede entender como narración, más o menos fabulosa, de algo acontecido en un tiempo pasado remoto y casi siempre impreciso. Los mitos cuentan siempre el origen de las cosas, instituciones, los comportamientos y son ejemplos para todo acto significativo. Pero ese conocimiento no es exterior sino viviente. Así como la historia es recompuesta una y otra vez por la memoria, también el mito es recreado por cada generación de acuerdo a las circunstancias, al contexto en el cual le toca vivir. Más allá entonces de ser a veces utilizada en un sentido peyorativo como invención o fantasía pura, la palabra mito, en su acepción más profunda, parece referirse a una creencia en ciertos acontecimientos pasados que al persistir en la memoria de los seres humanos genera las condiciones para que ocurran ciertas cosas y no otras, para moldear actitudes y posibilitar ciertas conductas, para que elijamos ciertas cosas y no otras. Sin ir más lejos, la publicidad televisiva por ejemplo, suele construir relatos basados en mitos universales para generar tendencias y provocar comportamientos de consumo.
El artículo que reproducimos en este número toca precisamente un gran mito: la pócima, la píldora, el medicamento que nos devolverá la salud psíquica, el buen estado de ánimo, la claridad en nuestros pensamientos, la seguridad en nuestras percepciones, el buen dormir, la tranquilidad o incluso las ganas de vivir. Por supuesto que lo hacemos siguiendo una línea editorial que siempre hemos sostenido: la del mayor equilibrio posible. En un país como el nuestro (tal vez en un mundo como el nuestro), en el que apenas estamos aprendiendo a convivir, solemos aún ser drásticos, intolerantes, «es blanco o es negro», «hay una sola verdad y es la mía». Como terapeutas sistémicos – cognitivos constructivistas sabemos que las personas construimos el conocimiento. Por lo tanto, junto a una visión crítica del «mito de la píldora mágica» y una encendida defensa de la psicoterapia, publicamos una opinión que propone otro punto de vista: todos son recursos para mejorar la salud de los que sufren, entre ellos están los medicamentos. Parece desprenderse de ambas posiciones que la realidad del rapport, de la relación médico- paciente, terapeuta – consultante, juega un rol preponderante. Lo mismo que la cuestión de la ética. Dejo respetuosamente al lector formarse su propia opinión.
El Dr. Fernández Moya, prestigioso colega mendocino, nos propone una interesante lectura de un tema importante muchas veces soslayado: los discapacitados, sus familias y su relación con las instituciones dedicadas a su cuidado. Su vasta experiencia en el tema nos presenta un punto de vista original sobre esta cuestión y sobre todo útil para evitar errores y ser más eficientes en una tarea harto compleja.
En el mismo momento que reproducimos un magnífico trabajo del maestro Carlos Sluzki sobre la validez de nuestros métodos de investigación, nos enteramos que nuestro entrañable compatriota, el Dr. Sluzki, acaba de recibir un nuevo galardón: el premio por Servicios Meritorios en el Campo de la Terapia Familiar. Aquellos que hacemos Perspectivas Sistémicas en general y quién esto escribe en particular, nos enorgullecemos de haber contado desde el inicio con el estímulo, la sabiduría generosa y la presencia permanente de este gran maestro de la terapia familiar entre la gente que prestigió y prestigia a nuestra publicación. Nos alegramos por él y te brindamos lector/a, una muestra más de su talento internacionalmente reconocido.
El Papa viajero, Juan Pablo II, prosigue incansable su peregrinación ecuménica. En este mes de Mayo (mes aniversario de nuestra publicación), por su intermedio fue revelado el tercer secreto de la virgen de Fátima. Como todos saben se trató del intento de asesinato del propio Papa. Con este acto inteligente, el Santo Padre de la grey católica, evitó guardar el secreto de la tercer revelación y salió al cruce de la imaginería popular, poblada de visiones Apocalípticas. Lo que me parece curioso es que con todos los horrores acontecidos en el siglo anterior y los que ocurren cada día en este mitológico año 20000, vivamos suponiendo o temiendo que ocurra algo aún peor de lo que los humanos, nosotros (por cierto algunos más visiblemente que otros), por error u omisión, engendramos, produjimos y seguimos produciendo. Me recuerda al miedo anticipatorio propio de los trastornos de pánico: me aterrorizo pensando lo que podría sucederme al punto tal de autogenerarme síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, o sensación de paro respiratorio, lo cual confirma y retroalimenta mi creencia de que algo grave me está sucediendo. O también a la Carrera Armamentista, en la que los adversarios se arman por temor al otro creando sin percibirlo un círculo vicioso de acciones y reacciones que llevado por su propia inercia, convierte la pesadilla en realidad.
En fin, roguemos y sobre todo hagamos para que el «cuarto secreto» o si prefieren, el mito del nuevo milenio, sea el de la más absoluta confraternidad entre los seres humanos.
Hasta la próxima,
Claudio Des Champs