Guerra de historias

La «Verdad» de cada uno

Cuando un profesional, sea terapeuta, jurista, trabajador social o mediador, tiene acceso a un problema familiar y a las consecuencias que esto supone para los miembros de la familia, él tiene acceso, al mismo tiempo, a una diversidad de descripciones, y a diferentes maneras de ver, de percibir los eventos a pesar de que éstos son, a priori, «los mismos» para todos. De este modo, la mayoría de las veces, los protagonistas aparecen como si no hubieran visto «la misma película».

De hecho, cada actor implicado, desde su lugar, construye «su» realidad, explica «su verdad».

La » verdad » de cada uno, es un relato, una estructura narrativa con temas específicos, con personajes, una historia que se desarrolla en un espacio y que se inscribe en un tiempo dado y por lo tanto constituye, en consecuencia, un verdadero sistema semántico que se autorregula.

Efectivamente, el conjunto así constituido, construye y mantiene la cohesión lógica de la historia que, a su vez, mantiene el conjunto de elementos en su lugar. Esto engendra y amplifica la coherencia interna del relato a medida que éste es más y más contado, impidiendo, de esta manera, la emergencia de otros relatos, diferentes de los que ya circulan, es decir de relatos alternativos.

Cada protagonista, o grupo de protagonistas, se atrinchera en su propio relato como en un verdadero bastión inexpugnable: la guerra de historias queda declarada.

En estas circunstancias, se va construyendo, con la colaboración de todos, una lucha que tiene como objetivo hacer que la propia historia, «la verdadera», gane y que la historia de los otros, «la falsa», pierda.

Entre las diferentes «historias en guerra», algunas trascenderán más allá de las generaciones constituyendo la memoria familiar. En ella queda registrado lo que se dice y también lo que no se dice o lo que no se dice más.

De esta manera, algunos relatos quedarán. Ellos formaran parte de lo que «se cuenta» de honorable o menos honorable en una familia, mientras que otros se desdibujaran de más en más hasta, en algunos casos, desaparecer de los intercambios verbales. Algunas historias serán alegres y otras tristes, a veces serán fuente de orgullo y otras de vergüenza.

En todos los casos, la narrativa familiar se construye todo a lo largo de la vida de la familia y es el resultado de una verdadera creación colectiva. Ella es origen y consecuencia de perturbaciones familiares pero también de soluciones utilizadas y de comportamientos pertinentes como así también de las potencialidades de cada uno de los miembros de la familia.

El profesional que interviene y que asiste, desde su lugar, a la evocación de esta narrativa, es solicitado en función de un saber que le es reconocido por una persona, una pareja o una familia.

El sistema cliente toma contacto con él en su búsqueda de solución para sus problemas y con el objetivo de hacer desaparecer el sufrimiento que los acompaña.

El profesional es consultado porque es percibido como un tercero que, en todo caso en la percepción del consultante, presenta un nuevo punto de vista, diferente, otra manera de ver las cosas, en fin otra narrativa.

Cuando el que interviene, terapeuta o mediador, lo hace, la percepción y la manera de concebir su intervención, desde el lugar que es el suyo, tiene consecuencias sobre la manera en que el sistema cliente «verá las cosas» y sobre las soluciones que se intentaran.

Es en el marco del seguimiento terapéutico, o del proceso de mediación, que el profesional que interviene tomará el lugar de co- autor en los eventuales reajustes y modificaciones de las historias evocadas, en sus registros implícitos o explícitos y él participará, desde su lugar de tercero, a la emergencia de un relato alternativo, abriendo de este modo, la posibilidad de resolución.

Efectivamente, la amplificación de la coherencia interna del relato, lleva al sistema cliente a seleccionar informaciones del mismo tipo que las ya producidas por el mismo relato y, en consecuencia, engendra más y más redundancias y una predictibilidad en los comportamientos, estructurando de una manera creciente los problemas existentes y, por ende, alejando la posibilidad de encontrar soluciones a esos mismos problemas y de hacer desaparecer los síntomas.

Por el contrario, la inclusión en los relatos de mensajes suficientemente diferenciados debido a la intervención de un tercero que presenta otra narrativa y una técnica para que sea «escuchada», puede permitir una evolución tal del relato-productor-de-perturbación que, en su nueva presentación, el problema permita el acceso a otras soluciones que las que están o han sido utilizadas, es decir de esas que continúan a nutrir y a amplificar las perturbaciones 

«Dime quién es tu terapeuta y yo te diré cual es tu problema»

La narrativa del terapeuta o del medidor, esta marcada por su posición teórica.

Esta incidencia no constituye un simple punto de vista.

Su teoría es una verdadera construcción de la realidad que funda e inspira sus intervenciones.

Así, a través de las preguntas que él formula, de las palabras que él utiliza en el marco de su «conversación terapéutica», como llama Goolishian a los intercambios entre el terapeuta y su cliente, el profesional que interviene, remite a este último, a un mundo de representaciones «posibles» y, de ese modo, a una cantidad de «afirmaciones» y de «informaciones»sobre él. El camino hacia la solución y la solución misma, serán diferentes en función de las fuentes teóricas elegidas por el terapeuta o el mediador.

De este modo, el marco teórico utilizado en relación a los relatos del cliente, definirá de entrada los «problemas» del que éste sufrirá. En términos clínicos esto se llama «hacer un diagnóstico»lo cual lleva a la realización de un «pronóstico».

En otros términos, esto permite decir «dime quién es tu terapeuta y yo te diré cual es tu problema» 

Por otra parte, este aspecto de la cuestión, recuerda fácilmente que «la guerra entre historias», no es solamente un problema de familia y, menos aún, un fenómeno específico del grupo familiar.

De la Guerra al Coloquio

La «guerra entre historias» alimenta toda la historia de la humanidad. Aparece ligada a aspectos sociológicos, económicos, políticos, ideológicos, religiosos y más aún. Puede incluso condicionar fuertemente ciertas historias de familia y al mismo tiempo, el curso de la historia ha podido estar influenciada por ciertas familias y su historia.

También, y ello es significativo para los profesionales y los teóricos que somos, la «guerra de historias» nutre los intercambios, a veces muy apasionados, entre los diferentes profesionales que intervienen. Esto obliga a definir y a re-definir las posiciones de cada uno y a reflexionar acerca de las preguntas que aparecen, así provengan de la misma comunidad científica o de otra. En fin, alimenta el pensamiento e invita al diálogo y es por ello, para poder co-construir un relato hacia la paz, que el coloquio existe.

(*) Liliana Perrone es psicóloga, terapeuta individual de pareja y familia y mediadora Familiar. Responsable del diploma de Estado de Mediador Familiar en el Instituto de Ciencia de la Familia, Universidad Católica de Lyon. Directora del Centro de Familia y Mediación de Lyon y profesora del IFATC (Institut de Formation et d`Application des Thérapies de la Commnunication – Lyon, Francia). E-mail: ifact@free.fr  / Web: www.ifact.fr

Este artículo fue publicado en el nº 76 de Perspectivas Sistémicas, «Salud Mental y Comunidad», Año 15, Mayo/Junio del 2003

Bibliografía

* Anderson, H. y Goolishian, H., «A view of human systems as linguistic systems: some preliminary and evolving ideas about the inplications for clinical theory», Family Process, vol. 27, Pags. 371-93, 1988.

* Carlos E. Sluzki – Psiquiatra – «En busca de la familia perdida: una nota al pie para el ensayo de Minuchin»

Documento: El debate continua – Revista Sistemas Familiares de la Asociación Sistémica de Buenos Aires –Argentina – Año 15 – Nº 1 – Marzo 1999.

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