Fragmento
Tres son los resultados que pueden considerarse favorables:
a) El paciente trató de estimular la aparición del síntoma y no logró que surja.
b) El síntoma hizo su aparición en forma total cuantitativamente y cualitativamente.
c) El síntoma apareció de manera parcial, variando en el porcentaje de su intensidad.
En la primera premisa, el paciente ha logrado realizar la tarea pero para su sorpresa, intentó y reintentó y no pudo efectuar la reproducción de sus síntomas. Es la primera vez, después de meses o años, que enfrentó al monstruo sintomático que lo domina y no cedió frente a sus amenazas de aparición. Esto lo obliga a correrse de una posición asimétrica que lo ubica por debajo, mirando al síntoma tal como si fuese un gigante. Ha comenzado a sentirse más seguro. Luego de tanto tiempo le resulta extraño no sentir la sensación que tanto lo acompañó. El terapeuta connotará positivamente sus acciones pero, mostrándose escéptico y casi reflexionando en voz alta, lo instará a que vuelva a realizar la tarea:
Uhmmm…, que extraño que no hayas logrado colocar los síntomas…, raro!, como siempre han aparecido de manera espontánea, ahora que los tienes que hacer a propósito no surgen… A ver, reintentemos…, volvamos a realizar el ejercicio nuevamente, pero esta vez te acercarás más al ascensor. Prueba a 2 mts…, pero podrías agregar la sudoración, además de los dolores de estómago y de garganta….
Si, de desarrollarse la nueva prescripción, el resultado es el mismo (o sea, que no logró desenvolver los síntomas), posiblemente el paciente comienza a sentir que el síntoma es dominado por él, con lo cual, se encuentra en una posición up en la interacción con este, cuando siempre ha sucedido lo inverso. Es factible, entonces, que en este proceso se incremente su seguridad y su valorización personal -características perdidas al estar a merced del síntoma-, sintiéndose paulatinamente más independiente. Es decir, el efecto dominó no está en dirección al caos sino a la evolución y al crecimiento
La externalización del síntoma (Michel White.1992), a la que aludíamos anteriormente, implica que con la figura del monstruo que domina al paciente se desenvuelva una lucha a brazo partido. Esta llave, permite concretizar un oponente que hasta el momento se dibujaba como abstracto. De esta manera, es factible establecer una esgrima con el síntoma donde las prescripciones consisten en las diferentes maniobras que hacen factible desbaratar la función del síntoma.
La segunda posibilidad es…
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Notas
(*) El Dr. Ceberio es psicólogo, Director de la Carrera de Psicología de la Universidad Maimónides, formador nacional e internacional de Terapia Familiar Sistémica, autor de numerosos artículos y libros, co- Director de ESA (Escuela Sistémica Argentina) y editor asociado de Perspectivas Sistémicas