Fragmento
En sus andanzas por la Mancha, Don Quijote conoce a un galeote con ambiciones literarias llamado Ginés de Pasamonte, autor de una autobiografía picaresca que, según la firme convicción del pintoresco personaje, eclipsaría al Lazarillo.
– Y ¿cómo se titula el libro? – preguntó D. Quijote.
– La vida de Ginés de Pasamonte – respondió el mismo.
– Y ¿está acabado? – preguntó D. Quijote.
¿Cómo puede estar acabado – respondió él – si aún no está acabada mi vida?.
Esta cita del Quijote plantea el primer desafío a que se debe enfrentar la Terapia Narrativa: la imposibilidad de una Historia Personal completa. No se puede aspirar a una historia completa ni de la persona, ni de los problemas, ni de la intersección de ambos; porque la vida de las personas va a continuar y el futuro de los problemas no se puede predecir.
La historia completa, exhaustiva, que exige la Opción Consultiva (McNAMAE & GERGEN, 1992) (saber bien que pasó, para poder prescribir con fundamento qué hacer) tiene que dar paso a la Historia Suficiente, que es siempre suficiente por ahora, por el momento, si nada se complica; y con la que, lo que se puede esperar es que los problemas (y las personas) cambien lo suficiente como para poder seguir viviendo con ellos (y, las personas, por ellas mismas). O, en términos de ANDERSON Y GOOLISHIAN (1988): «los problemas no se resuelven; se disuelven».
Pero la cita del Quijote no es del Quijote. Es la cita de una cita. Es del prólogo, curiosamente llamado «Prólogo en torno al final», de un libro sobre el tema «El final de la Novela»; de un autor, eso si, español: Mario KUNZ (1997).
Y está aquí para poner sobre el tapete el segundo problema que enfrenta la terapia narrativa: el problema de la Enunciación. Narrar es un Acto, no una expresión; no es relatar unos acontecimientos, sino que es el Acontecimiento de relatar unos acontecimientos. Y no se hace para retratar a un autor, sino para cautivar a un público; para ganárnoslo, para hacerles hacer algo que, aunque sea vagamente, nos interesa que hagan (RAMOS, 2001).
Así que no se narra como y lo que se quiere, sino como y lo que se puede; las Condiciones de Producción del Discurso (QUIEN he conseguido ser yo para Ud., para así poder decirle QUE -PECHEUX 1969-) y no la Necesidad Expresiva, o la Actualización de la Narrativa Personal o de la Cosmovisión, son las que dan cuenta de lo que se nos acaba contando.
La cita anterior del Quijote es universal y estaba para impresionar. La cita de la cita del Quijote era para iniciados. Estaba para destacar el Conocimiento Local, el conocimiento a disposición sólo de los conocedores (de un texto poco común en este caso, de una situación particular en otro), el conocimiento nativo, el conocimiento de «el que está en el ajo».
Porque lo destacable del Posmodernismo no es que «todo vale»; es que, dada la contingencia de cualquier versión, lo que tiene que primar no es la Veracidad de una sobre otra, sino la Pertinencia de una antes que de otras, habida cuenta de lo que, en cada momento, nos traemos entre manos.
En el mundo social no cabe la posición de Observador (y por tanto la distancia objetiva sobre la que se sustenta «la verdad»), sino sólo la de Actor (aún cuando sea un actor reflexivo)
Notas
(*) Este artículo es una reproducción del original publicado en el Nº 12/13 de Redes, Junio 2004.
(1) El Dr. Ramos es psiquiatra y terapeuta familiar, médico adjunto del Hospital de San Pablo en Barcelona, supervisor docente y profesor del master en Terapia Familiar de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de San Pablo y coordinador del Laboratorio de Comunicación Humana de la Unidad de Psicoterapia de ese hospital. Es autor del libro «Narraciones Vividas, narraciones contadas» ( Ed. Paidos).
(Lea el texto completo en Perspectivas Sistémicas Nº 89 en kioscos, librerías o por suscripción).