Fragmento
El Corte Emotivo
Una segunda condición de desequilibrio emocional es aquella que se determina a causa de un corte emotivo, es decir de aquella situación afectiva en la cual se ha producido una interrupción brusca de la relación padre-hijo sin un gradual proceso de separación. En este caso el adulto termina por construirse una imagen de sí deformada, como de alguien que cortando el vínculo del grupo familiar del cual forma parte, tiene que «llenar de «plenos» en un saco agujereado» Será constantemente, y muchas veces afanosamente, a la búsqueda de vínculos de tipo compensatorios, pero difícilmente logrará pacificarse si no logrará detenerse y buscar volver a vincularse ahí, donde ha acontecido el corte.
Se trata entonces de un proceso de reconstrucción de los vínculos originarios, lo que no quiere decir colmar de vacíos que muchas veces se remontan a veinte o treinta años antes, sino más bien, desenredar una maraña en el presente para buscar los hilos originarios: entonces la terapia con la familia será un trabajo de reconstrucción de los vínculos y de las elaboraciones activas de la pérdida; que no serán sentidas tales una vez que se haya entrado en su interior y enfrentado en vez de negar y cubrir con otros vínculos sucesivos. Un ejemplo bastante significativo de este mecanismo lo encontraremos mas adelante cuando hablaremos de la familia Vianini.
La condición de parcial o, a veces, de total desarraigo produce muchas veces un estado de intranquilidad existencial que influencia y hace difícil no solo las relaciones familiares, sino también con las de los amigos.
Durante la investigación hemos reunido muchas informaciones sobre este tema, sobre todo, el significado y el impacto de los encuentros con las respectivas familias de orígenes al interior de las terapias de pareja.
Como ya se ha descrito en otros trabajos, el pasaje del NO de pareja al NO intergeneracional es una experiencia terapéutica de alto voltaje; es decir, la tensión aumenta cuando se comprenden mejor las bases de los rechazos y de las idiosincrasias de pareja, yendo a buscar la matriz en «cortes emotivos» precoces, acontecidos en las respectivas familias de origen. Y es recorriendo los momentos fundamentales que permite regresar al presente con una diversa percepción de sí y de las relaciones actuales. En el follow up estas experiencias son muchas veces descritas como fundamentales para poder emprender nuevos itinerarios relaciónales.
Los saltos Temporales y la memoria Procedural
Es impresionante experimentar cuanto potencial transformativo emane aunque de un solo encuentro en una sesión con las tres generaciones, y todavía mas aun, como se consolida en el tiempo la memoria histórica de estos encuentros.
A la pregunta (planteada ocho, diez o doce años después), sobre «… ¿qué cosa recuerda del encuentro con su familia de origen?. Nos sorprendía no solamente la respuesta de la persona interpelada que hacía intuir los cambios sucedidos en el tiempo, sino también el sentimiento global de algo muy cercano, como de una experiencia muy reciente, vivida hace pocas semanas y no descrita como algo sucedido muchos años atrás. Pero entonces, ¿qué cosa está en la base de los recuerdos del pasado que parecen estar tan vivos en el presente?.
Estos saltos temporales, tan típicos en los procesos de cambio internos en el individuo y característicos de verdaderos trastornos relacionales, tienen que ser leídos en una perspectiva compleja en donde hay una interacción constante entre diferentes niveles sistémicos: individual, familiar, cultural, a lo largo de dos dimensiones temporales: una vertical, el tiempo histórico, y una horizontal, el tiempo que se aclara en el presente. Se podría decir como manifiestan Bergson y Roberts (1991), que se ocupan de la «perspectiva del curso de la vida», que para poder comprender el cambio es necesario tener presentes tres aspectos del tiempo: el tiempo ontogénetico (el individuo), el tiempo generacional (la familia), y el tiempo histórico (contexto sociocultural).
Aquello que nos sorprendía positivamente era el constatar que también el terapeuta, sometido a las mismas preguntas – «¿qué recuerdas mayormente de aquella terapia?., ¿hay alguna imagen o metáfora que te haya quedado impresa de la terapia?, ¿qué ha representado para ti el encuentro con la familia de origen de la familia X?,- relataba una experiencia muy viva y actual con un recuerdo cercano de hechos y situaciones vividas con una específica familia muchos años antes. Está fuera de dudas que sea para la familia como para el terapeuta, el recuerdo era más vivo en todas aquellas situaciones en donde los encuentros alargados con las familias de orígenes habían sido «marcados» por imágenes, dramatizaciones (ver esculturas etc.) u objetos metafóricos, capaces de capturar «la trama familiar» en modo concreto y tangible.
Lo dicho anteriormente pone en evidencia cómo en todas estas situaciones entran en juego, sea de parte de la familia o de la pareja como de parte del terapeuta, factores de carácter emotivo que testimonian la naturaleza y los contenidos de la relación terapéutica. En la descripción de lo sucedido en un específico proceso terapéutico, en efecto, no emergía solamente un relato episódico de hechos, sino, esto era acompañado casi constantemente de vivencias emotivas. Aunque cuando no se hacían explícitas referencias, tales vivencias emotivas podían ser captadas en la mímica de los interlocutores: casi siempre parecía determinante en la evocación de los acontecimientos, como si la emoción ligada a la situación representase el estímulo más importante en su reconstrucción.
Todo esto puede ser vinculado a aquello que los neuropsicólogos llaman memoria procedural. Es decir el recuerdo de hechos pasados, ligados no tanto a su desarrollo episódico, cuanto a las sensaciones que las acompañaban y a la calidad de las relaciones a las cuales hacían referencias.
En todas las evocaciones de episodios que parecían haber revestido un particular significado para la familia, el terapeuta o individualmente a las personas, la emoción subyacente implicada se transformaba en el motor del recuerdo y el elemento alrededor del cual se reorganizaba la interpretación de la realidad vivida por cada cual. Esto confirma la tesis, defendida siempre por nosotros, de la centralidad de la relación terapéutica en el proceso de cambio: en efecto, aunque a distancia de tiempo, resulta que el vínculo terapéutico se constituye alrededor de una serie de emociones compartidas entre terapeuta y paciente, resonancias que constituyen los puntos fundamentales a través de los cuales se entrelazan los itinerarios históricos personales de cada cual.
El contagio emotivo (Hatfield, Cacioppo, Raspón, 1977), terapeuta-familia o terapeuta-paciente, lejos de ser considerado solo un obstáculo de evitar en la relación, puede volverse una parte esencial, un recurso que nos permite entrar en la historia individual y de hacer percibir a los otros que pueden «confiar» de aquello que en la relación se ofrece. De otro lado la observación de estos componentes emotivos nos ha permitido muchas veces percibir, en el tiempo, la ideología subyacente del terapeuta y la sutil influencia que ésta tenía sobre las inconscientes alianzas que se creaban entre él y algún componente de la familia (ver la pareja Fabietti); nos ha hecho también constatar como es difícil expresar un juicio de eficacia de las intervenciones; porque cuanto observamos en el tiempo de años, es el producto histórico de muchos factores que han ejercitado en el tiempo, sumándose a la intervención terapéutica: aquello que tenemos de frente a nosotros es solo el producto final, en donde los hechos y su interpretación son ensamblados bajo la influencia del contexto actual. La emoción ligada al emerger de todo lo acontecido organiza; es decir los recuerdos no ya según el contexto en el cual vive la persona, que ya los ha insertado en un marco diferente, construido sobre las experiencias que se han acumulado mientras tanto.
La Teoría del Family Stress y del Coping System
Un aspecto que se reproduce en los casos presentados en este libro es el de la activación de los recursos familiares de frente a eventos estresantes y traumáticos acontecidos durante el tiempo, después de concluida la terapia. Como si la terapia hubiera servido a toda la familia para construirse un sistema de anticuerpos para hacer frente con mayor fuerza y competencia a nuevos eventos-problemas de la vida.
Para poder interpretar el fenómeno puede sernos de ayuda la teoría del family stress y del coping system (es decir, modalidades de cómo enfrentar un problema) en la reexaminación de Scabini (1995). El hecho de haber superado o enfrentado las dificultades familiares que han llevado a la petición de una intervención de terapia familiar, pareciera haber puesto en movimiento recursos que en el tiempo han permitido poder superar eventos estresantes sucesivos, «para una familia los efectos de una crisis no son necesariamente negativos … al contrario, la experiencia del estrés puede reforzar la fuerza de los individuos y de la familia» (Scabini, 1985).
El tema no es tan simplificable, por una parte está la importancia de los significados que la familia y los individuos atribuyen al evento estresante, por el otro, se verifica la presencia de capacidades familiares adecuadas al evento.
La fuerza de la pareja conyugal, una comunicación eficaz y el sentido de pertenecer al grupo familiar, además del apoyo de la red social más amplia, son factores que aumentan la eficacia de la estrategia de coping, del momento que intervienen como «moduladores del estrés» (Scabibi, 1995)….
NOTAS
(*) Título Original del libro, inédito en castellano, con la esperanza que alguna vez sea editado en español, del cual Perspectivas Sistémicas publica este segundo fragmento del Capítulo I: «La terapia narrada della famiglie. Una prospettiva di ricerca intergenerazionale». Colección de Psicoterapia con la Familia, dirigida por Mauricio Andolfi. 2001 Raffaello Cortina Editori, Milán – Italia.
(**) Maurizio Andolfi es neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta familiar, es profesor titular, docente de Psicodinámica del desarrollo y de las relaciones familiares de la carrera de Psicología, en la Universidad «La Sapienza» de Roma, director de la Academia de psicoterapia de la familia y director responsable de la revista «Terapia Familiar«.Es autor de numerosos sayos, en el 1999 ha publicado, en la misma colección «La crisis de la pareja».
Claudio Angelo es neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta, didacta y supervisor de la Academia de psicoterapia de la familia de Roma, trabaja en el servicio psiquiátrico del hospital de Bolzano (Italia). Junto a Mauricio Andolfi ha publicado «Tiempo y mito en la psicoterapia familiar» (Torino, 1987).
Paola D´Atena, es profesora asociada de Psicología social en la facultad de Psicología de la Universidad «La Sapienza» de Roma y consultor científico de la Academia de psicoterapia de la familia. Entre sus publicaciones recordamos La familia como recurso cognoscitivo (Milán 1996) ejemplar no traducido.
Tradujo el Lic. Emilio Ricci,, psicólogo clínico y de comunidad, Terapeuta familiar italo-chileno, formado en la Universidad degli Studi di Roma «La Sapienza». profesor visitante en la Universidad Católica del Norte y encargado de la Unidad de Terapia Familiar (UTF) de la Escuela de Psicología de la UCN, Antofagasta – Chile.
(Lea el texto completo en Perspectivas Sistémicas Nº 93 en kioscos y librerías)