Uso de la metáfora en un trabajo de consultoria con una pareja frente al divorcio

La metáfora:

La metáfora significa, etimológicamente, transferencia a una palabra del sentido de otra.

En psicoterapia, el uso de la misma, permite interpretar –otorgarles otro sentido- a situaciones simbólicas o concretas. Los símbolos de los sueños, aún antes de Freud, se comprendieron como un lenguaje altamente metafórico, así como también los síntomas.

Los terapeutas solemos trabajar construyendo nuevos, diferentes y hasta «mejores» sentidos a los aportados por los consultantes y, para este objetivo, el empleo de la metáfora dentro de la conversación terapéutica, resulta de muchísima utilidad. La «transferencia a una palabra del sentido de otra» que encontramos en la definición, podemos trasladarla al trabajo terapéutico, tomando a éste como una metáfora de dicha definición: «la transferencia de sentido de una situación a otra», lo cual implica su redefinición.

La decisión de separarse:

Muchas veces, la decisión de casarse «para toda la vida», puede chocar con la nueva decisión de separarse. Es común que las personas sientan que su decisión de deshacer la pareja no está del todo justificada: lo que le pasa en su relación no es tan grave como para desobedecer aquel mandato de eternidad. Quien sí desea separarse vive con mucha culpa esta idea, y espera que el otro ayude en eso, lo perdone o se lo «permita». Y esto generalmente no sucede así, sino todo lo contrario.

Esto suele observarse en parejas en que uno de los miembros es muy dependiente del otro. El grado de complementariedad es tan grande, que la persona que piensa en separarse siente que abandona casi a una criatura que no sobrevivirá sin ella. Si es el varón el que quiere separarse, su culpa pasa por la dependencia económica de la mujer, su «incapacidad» para sobrevivir sin él; si lo quiere la mujer, su culpa se relaciona más con un abandono de tipo afectivo, donde el otro se morirá sin su apoyo (y a veces hay manifiestas amenazas de suicidio por parte del hombre «abandonado»).

Resulta conveniente en estos casos, lograr redefinir el papel complementario ya sea como de sometimiento y/o anulación del otro; o sea, donde la separación aparece como una posibilidad de crecimiento, de desarrollo de la capacidad que no mostró durante los años de la pareja. 

También ayuda ligar el comienzo de la pareja como la resultante de un determinado momento de la vida que, al ir cambiando, ya no se puede sostener de la misma forma.

Un caso:

Ilustraré este tema con una entrevista que he realizado con una pareja, a nivel de consultoría, en Colombia. Jorgelina y Guillermo, son los integrantes de la misma, que se hallan acompañados por la terapeut a que viene tratándolos en lo que podríamos denominar una «terapia de divorcio».

TerapeutaBueno, estoy aquí para dar algunas ideas más para ustedes y para la Dra. Les quería preguntar un par de cositas que a mí me ayudan a ubicarme: Guillermo, ¿qué edad tiene?

Guillermo40 años.

T: ¿Y Ud. Jorgelina?

Jorgelina: Cumplo cuarenta años ahora.

T: Muy bien, sé que tienen dos hijas, me lo dijo la doctora y también sé cuál es el tema que a ustedes los trajo a la consulta. Me gustaría que me dieran un pequeño dato más, que es a qué se dedican ustedes habitualmente. Jorgelina: ¿trabaja afuera o en su casa?

J: Yo trabajo en un banco, como asesora de empresa.

G: Yo trabajo en el mismo banco, sólo que en otras partes.

T: Bueno, sé que ustedes estuvieron de acuerdo con la doctora en hacer esta consulta y yo quisiera preguntarles ya que recién los conozco… me gustaría preguntarles directamente qué es lo que hoy, en este momento, a cada uno de ustedes le está preocupando más. Posiblemente lo que ustedes venían trabajando con la Dra., pero me gustaría que lo actualizaran porque yo recién los conozco, ¿se entiende? ¿Quién quiere comenzar a decirlo?; elíjanlo Uds. ¿Qué les preocupa en éste momento?

G: Bueno, que ella tomó la decisión de separarse, y esta problemática está hace varios meses. Yo he estado insistiendo e insistiendo y rogándole mucho hasta el momento, pero no he conseguido nada , ella ya tiene la decisión tomada.

Guillermo se presenta como «víctima» de la decisión de su esposa. Si esta descripción se confirma, las intervenciones tienen que tender a redefinir estos lugares de víctima y victimario

T: Ah…¿ y usted qué quiere conseguir Guillermo?. ¿ No separarse?

G: Yo estoy muy aferrado a ella, porque la quiero y la amo mucho y no quiero perderla.

T: Eso es lo que más le preocupa en este momento, bien. ¿Y a Ud. Jorgelina?

J: A mí más o menos lo mismo, respecto de que veo que no estamos siendo pareja, no estamos siendo un matrimonio, por eso quiero la separación. Aparte de las niñas y muchas cosas, pero creo que lo mejor de acuerdo a lo que hemos hablado es separarnos.

T: A ver si entiendo bien: Uds. tiene dos posiciones diferentes: Ud. Guillermo, no quiere separarse y estuvo haciendo todo lo posible, tratando de convencerla para que Jorgelina cambie esta decisión. Y Ud. Jorgelina quiere separarse. Uno quiere una cosa y otro quiere otra, ¿sí?

Metacomunico sobre el desacuerdo en la pareja, a efectos de dejarlo explícito para ver cual sería el camino a seguir.

J y G: Sí.

T: Guillermo… Ud., con este trabajo que vienen haciendo con la doctora, ¿Ud. quisiera que esto terminara en que no se separaran?, ¿Ud. quisiera que mejoraran las cosas en la pareja y no se separaran?, ¿ Quisiera que esto terminara ahí?

G: Yo quisiera, yo tengo la buena voluntad de tratar de mejorar las cosas. Quiero tener una oportunidad. Tengo la buena voluntad de hacerme evaluar, podría echarme a dormir en los laureles y nada más. 

T: Y Ud. Jorgelina, ¿quisiera que esto terminara en la separación?. ¿Es así?

J: Yo en este tratamiento he aprendido muchas cosas…

T: Discúlpeme, ¿estas cosas que Ud. ha aprendido, le han modificado esta idea, esta decisión de separarse?

J: No me lo han modificado… o me han llevado a pensar. Yo siento que lo quiero mucho, pero hay cosas que no puedo borrar, que no puedo hacer; yo quisiera cambiar…

T: ¿Ud. quisiera cambiar su pensamiento, su sentimiento?

J: Sí, a veces, al pensar en las niñas, por lo duro que es para las niñas cambiar de hogar; pero no puedo, no puedo hacerlo…

Jorgelina se debate entre el deseo de separase de su pareja y el sufrimiento que esto acarrearía a sus hijas. A continuación, destaca el trabajo hecho en la terapia hasta el momento, que refuerza su decisión y calma sus culpas, redefiniendo la idea de continuar casada, como errónea.

T: A ver, entonces esto que Ud. ha aprendido, que ha reflexionado como Ud. dice…¿de todas maneras no le ha modificado su decisión de separarse?

J: No, pero me ha dado muchas cosas, me ha hecho ver errores míos…

T: Le ha hecho ver errores… ¿pero no ha cambiado su decisión?

J: Me ha hecho ver que en el matrimonio yo también he cometido muchos errores, pero porque no se ha dado el cambio, porque lamentablemente si yo no quiero a una persona, yo no puedo relacionarme, si no puedo quererlo no puedo aguantar lo que viene después, porque el matrimonio más que nada es compartir…

T: O sea que Ud. aunque haya conocido cosas, aunque haya aprendido cosas, y reflexionado acerca de los propios errores, Ud. mantiene igual esta decisión de separarse, porque Ud. le dice a Guillermo «yo no te quiero», ¿es así?

J: Pues con más razón, puesto que he aprendido, con más razón es que he tomado la decisión. 

T: ¿Qué cosas de las que ha aprendido en éstas entrevistas la han ayudado a tomar ésta decisión con mayor razón?

J: Yo no estaba muy segura, quería separarme pero no estaba muy segura; por las niñas, por dialogar, por las críticas, por volver a ser soltera; yo aprendí con la doctora que desde que nos casamos cada uno fue por su lado; primero que nos queríamos los dos, las cosas no se dieron y ahora que no lo quiero, es más difícil que yo me adapte a la manera de él y él a la mía. Me ha dado seguridad de que seguir es el error más grande que podemos hacer, seguir sería estar uno o dos meses y después volver a lo mismo.

Jorgelina aparece más decidida y firme en esta situación; Guillermo se muestra muy dependiente y desvalido frente a ella. Estos relatos me confirman la idea de poder construir con ellos alguna idea diferente, donde la separación también pueda ser una alternativa válida para él.

T: Dígame Jorgelina ¿desde cuándo usted tiene esta idea? 

J: Desde hace mucho tiempo, dos o tres años; estábamos tratando de arreglarnos, estábamos un tiempo bien y volvíamos a lo mismo.

T: Dígame, ¿Guillermo hace dos o tres años que sabe que usted tiene esta idea?

J: Yo se lo he dicho en varias ocasiones, por eso hablábamos y tratábamos de arreglarnos…

G: Hace dos o tres meses prácticamente que me lo ha comentado.

T: ¿O sea que usted Jorgelina se ha tomado un tiempo para pensarlo, desde hace 3 años hasta hace dos meses,

de alguna manera?

JSí.

Con estas ideas exploro si la decisión es un impulso de Jorgelina reactivo a Guillermo, o es una decisión largamente madurada. Y así aparece. A continuación comienzo a preguntar sobre la interacción que se generó entre ellos ante esta decisión.

T: Guillermo, lo veo preocupado por esta situación, porque usted es el que no quiere esta separación… Me gustaría preguntarle algo: ¿qué es lo que usted estuvo haciendo desde que se enteró que Jorgelina estaba decidida a separarse?

G: Estuve hablando con ella diciéndole: volvamos a empezar, intentémoslo de nuevo… A raíz de eso vinimos a hacer una consulta y estamos acá, vinimos a hablar con el psicólogo porque yo quiero alguien que me ayude.

T: Y Jorgelina estuvo de acuerdo por eso ustedes están acá. Bueno, ¿qué más estuvo haciendo por su cuenta?

G: Estuve tratando de hablar y hablar y hablar pero siempre me encontraba con lo mismo.

T: A ver si lo entiendo bien: cuanto más usted trataba de hablar, más fuerte era la decisión…

G: Sí.

T: Permítame que le pregunte algo: ¿cómo cree usted que lo ve Jorgelina cuando usted le pide, le ruega?

GMe imagino que me ve como algo muy despreciable, no hay amor, no hay nada, entonces con tanta insistencia… creo que acabo por empeorar las cosas.

TCuanto usted más insiste, ¿más despreciable lo puede ver Jorgelina?

GSí, más empeoran las cosas, como diciendo «¿cuál es la hombría de éste? ¿cuál es el orgullo de éste que insiste, insiste…?»

T: ¿Y usted quiere lograr que Jorgelina lo vea despreciable? 

GNo, yo no quiero eso; esto me ha ayudado a acercarme a Dios

Guillermo describe su intento de aferrarse a Jorgelina, que lo coloca en un lugar despreciable para ella e infructuoso para él. Esta situación me trae la metáfora de las arenas movedizas, en las que ante la desesperación por morir, la gente realiza movimientos que los condenan al fin temido. Creo que esta idea de temor a la muerte que percibía en Guillermo ante la separación, me fue gestando también la metáfora del respirador que utilizo más adelante. 

T: Es mejor pedirle a Dios que lo ayude que pedirle a Jorgelina que cambie su decisión; por esto que usted dice, cuanto más le pide, Jorgelina lo ve más despreciable… ¿Sabe a que me hace acordar esto Guillermo?: A lo que le pasa a la gente cuando cae en arenas movedizas…

G: Ya me han tragado las arenas.

T: Claro, porque vio que cuanto más la gente se mueve, más se hunden. ¿Usted podría frenar esa insistencia?

G: Sí, hace ya como ocho días que no volví a decirle nada.

T: ¿Y cómo está?

G: Más tranquilo y creo que ella también.

T: Bien, muy bien

G: Porque cuanto más insistía más me dañaba.

T: A veces pasa en la vida: Uno cree que ese es el camino y le da, le da, le da, pero no se da cuenta que cada vez es peor, porque uno cree que ése es el camino… ¿Jorgelina, qué cree que va a pasar si usted se separa de Guillermo? ¿Qué se imagina después?

Pienso que el tiempo que Jorgelina se tomó para decidir su separación, se relaciona entre otros motivos, con la percepción de un Guillermo muy dependiente, que no podría sobrevivir sin ella. Comienzo entonces a explorar las fantasías que comparten sobre el «día después» a la separación.

J: Sé que no va a ser fácil para ninguno, ni para mí, ni para Guillermo, ni para las niñas; yo sé que en muchas cosas voy a sentirme sola, que voy a desear no haberme separado.

T: Sí, seguramente se va a sentir sola en algunos momentos y hasta lo va a extrañar.

J: Seguramente. Ya cumplimos muchos años, y yo soy consciente de eso.

T: ¿Qué cree que le va a pasar a Guillermo?

J: Creo que al principio va a ser difícil, para todos va a ser muy difícil, que a lo mejor se va a quedar más solo, más callado, más independiente, se hace muy aparte y a mí me da no se qué dejarlo solo.

T: Hay algo que no entiendo: Si Guillermo es muy independiente, ¿por qué tiene miedo de dejarlo solo?

J: Porque es una persona muy solitaria, entonces yo creo que si para mí las cosas van a ser difíciles, para él van a ser más difíciles aún.

T: A ver: Si Guillermo es tan solitario como usted dice, ¿Ud. era la encargada de las relaciones públicas, Ud. era la encargada de relacionarlo con el resto del mundo?

J: Sí.

T: ¿Sí?. ¡Qué trabajo!. ¿Era así Guillermo?.

G: Cierto.

T: Y si Jorgelina no estuviera para conectarlo con el resto del mundo… ¿a Ud. qué le pasaría?.

G: Me tocaría abrirme paso.

T: O sea que Ud. tendría la oportunidad de abrirse paso por Ud. mismo. 

Descriptas por ellos las funciones de cada uno en la pareja y la fuerte complementariedad generada en base a ellas, comienzo a redefinir la separación como un momento de oportunidad para Guillermo y no sólo como una desgracia que debe padecer en su vida.

G: O me hundiría en la arena.

T: Ud. se hunde en la arena cuando le pide a Jorgelina que no se separe. ¿Sabe qué me parece Guillermo?. Que Jorgelina fue para Ud. como esos respiradores que le ponen a la gente cuando tienen un accidente y están en coma III o IV y siguen conectados a la vida con el respirador. Jorgelina es como su respirador.

G: Sí, es algo muy vital para mí.

T: Pero… ¿Ud. como anda de sus pulmones, bien?. ¿Puede respirar solo?

G: Estoy intentándolo.

T: No va a ser fácil… porque cuando uno está acostumbrado a usar el respirador, cree que no puede respirar por sí mismo. Pero a lo mejor puede, y todavía no se dio cuenta. Ud. dijo que hace ocho días que no le dice nada a Jorgelina, y Ud. está mejor.

En esta última intervención, trabajo con la idea de las creencias, tomadas como verdades: «uno cree que no va a poder». Esta narrativa tiene por objeto ir cambiando la certeza de que «no puedo» por la de «creo que no puedo».

G: Mejor entre comillas.

T: Y… sí, ¡por suspuesto!.

G: Resignado.

T: Seguro, resignado. Pero cuando está resignado en vez de seguir pedaleando en la arena movediza, se queda quieto. Y cuando se queda quieto, en vez de irse para abajo se va para arriba… Jorgelina… yo creo que Ud. fue bastante prudente en estos dos o tres años, estuvo bastante tiempo pensando y meditando esta idea. No fue nada impulsiva, y me parece que esta prudencia es una manera de cuidar a sus hijas y también una manera de cuidarse Ud. porque cuando uno toma decisiones impulsivas, uno se lastima, se golpea. Y también es una manera de cuidarlo a Guillermo. ¿Cómo hizo Ud. en esos años de matrimonio para transformarse en el respirador, en el tubo de oxígeno para Guillermo?

J: Creo que porque me adapto mucho a la vida, a las cosas, trato de tomarlas como vienen… Y me gusta mucho ayudar a la gente.

T: Y Ud. lo ayuda y lo ha ayudado a Guillermo.

J: Creí que lo estaba ayudando, pero no, vi que no, ni a él ni a mí.

T: O sea que Ud. también entró en arenas movedizas: durante muchos años creyó que lo estaba ayudando y después se dio cuenta de que no lo estaba haciendo.

J: Sí, yo estaba siempre empujando y llegó un momento en que ya me cansé, ya vi que no se justifica todo esto para… para nada al fin.

T: Eh… ¿Y Ud. se sintió muy ayudado todos esos años por Jorgelina, Guillermo?

G: Tal vez por no perderla yo me fui acomodando a las cosas, tratando de… de hacer las cosas que ella más o menos quería. Cuando me trataba mal ni dialogaba con ella, la trataba mal; iba como en un riel del metro, no me movía de ahí; cuando me cansaba protestaba y dañaba yo todo. Por no tener autoridad, por no ser machista, cuando ella me dijo que se quería separar yo no reaccioné como esposo, como hombre, por no tener autoridad. Es triste reconocerlo, pero es así.

T: Es muy valiente de su parte reconocerlo. Eh… a ver… hay algo que no entiendo bien entonces… Pienso que alguien que está en su lugar podría estar diciendo lo que dice Jorgelina: » me quiero separar», «quiero ser yo», «quiero volver a ser yo», «por qué tengo que ir como por un riel, derechito, derechito y si me voy un poco, me pegan».

En esta última intervención, destaco la posibilidad de que también Guillermo pudiera necesitar la separación, en tanto que estar con Jorgelina le podía hacer perder hasta su identidad. La relación altamente dependiente construida por ambos, en base a lo que parece un sacrificio mutuo, crea una historia alejada de esta posibilidad. 

G: No, porque la quiero mucho y quiero mucho a las niñas. A pesar de los problemas que hemos tenido nunca le he dicho «no te quiero». 

T: Y si esta situación no fuera así, de enojarse pero después volver al riel y decir a todo que sí, si esto fuera diferente, Ud. ¿no la querría a Jorgelina?.

G: Sí, claro, yo la querría y ella me querría a mí. 

T: ¿Usted la querría más si ella fuera así?

G: Y ella me querría más.

T: Y ella lo querría más. Ahora… no debe ser fácil decirle que no a Jorgelina o cuestionarle algo; me imagino que Jorgelina debe ser bastante… segura cuando dice algo… «esto es así y no me muevo de acá»… ¿Es así Guillermo?

G: Sí… y yo me acomodo a todo… pero no es fácil tener que estar empujándome, eso también la cansa a ella. 

T: Sí, sí… Eh… No es fácil estar al lado de una mujer que tiene mucha energía. Quizás Ud. tendría que recuperar un poco de esa energía y Jorgelina aflojarse un poquito.

G: Yo antes cuando trataba de imponerme, dañaba las cosas. Y tenía que volver a acomodarme enseguida.

T: Dígame Guillermo… con esto de acomodarse y acomodarse, Ud. debe de haber perdido muchas cosas.

G: La perdía a ella, que es lo más importante.

T: Pero aparte de perderla a ella… Ud. lo hizo pensando que de esa manera no la iba a perder, pero Ud. habrá perdido otras cosas mientras hacía eso.

G: De pronto puede ser uno mismo. No se qué hubiera pasado en estos 13 años si las cosas hubieran sido distintas…

T: ¿Qué otra idea u otra iniciativa se le ocurre que hubiera tenido?

G: Un hogar con la autoridad de esposo, la autoridad de padre…el hombre de la casa como se dice. Pero como me comporté yo, no fui ni buen hombre, ni buen esposo, ni buen nada. Estaba como una marioneta ahí…

T: ¿Ud. era feliz cuando Jorgelina lo movía para todos lados?

G: Infeliz. Tuve épocas en que me quería suicidar. Cuando yo no protestaba teníamos temporadas buenas.

T: ¿Pero cuando Ud. no protestaba, era feliz?

G: Sí, por llevarme bien con ella, pero yo no veía el error que estaba cometiendo, que me estaba acomodando en todo.

T: ¿Y cuándo Ud. se dio cuenta de que eso no servía?, ¿cuando Jorgelina le dijo «me quiero separar»?

G: No, hacía ya un año que había pelea sobre pelea , y ya no valía ni el acomode. 

T: Sabe que me da la impresión Guillermo como que Ud. hubiera vivido asustado. ¿Me equivoco o fue así Guillermo?

G: Sí, me daba mucho miedo perderla.

T: Claro, si uno cree que no puede respirar, tiene miedo de perder el respirador.

G: En los primeros años el matrimonio anduvo bien, pero después ya con la primer niña ella se dedicó en forma contínua. Ya hace años que duermo solo.

T: Antes de que llegara la primera niña… ¿Ud. era el niño de Jorgelina?

G: Eramos más pareja porque compartíamos más; después me sentí desplazado, sentí que ya no me quería.

Comienzo en esta secuencia a cuestionar provocativamente el rol filial de Guillermo, que lo lleva a temer la pérdida de la pareja como una relación vital.

T: Si eran pareja, cuando vino un niño, los dos se hubieran juntado para atender al niño. Si Ud. se sintió desplazado, yo creo que Ud. era el niño de Jorgelina.

G: Sí, yo me sentí mal. Ella se dedicaba mucho a las niñas y yo me fui quedando a un lado, a un lado.

T: Ajá… Jorgelina dijo «ahora soy sólo madre, nada más, no soy más pareja…soy madre» . Entonces Ud. dijo: «caramba, para poder estar con Jorgelina yo tengo que ser un hijo también». Y entonces se puso en el riel, como si fuera un hermanito o el primer hijo. ¿Ud. tiene hermanos Guillermo?

G: Dos.

T: ¿Mayores?

G: Menores.

T: Entonces Ud. sabe por experiencia propia que cuando a uno le nace un hermanito, uno se pone celoso. Ud. Jorgelina, ¿tiene hermanos?

J: Once

T: ¡Once hermanos! ¿Y de los once qué número tiene?

J: Por el medio.

T: Entonces Ud. sabe lo que pasa para arriba y lo que pasa para abajo. ¿Y Ud. se tenía que encargar mucho de cuidar a sus hermanitos más chiquitos?

J: No.

T: Guillermo, yo creo que esta es una buena oportunidad para que Ud. deje de ser un niño. ¿Qué le parece?

Nuevamente vuelvo a redefinir la separación como una oportunidad para Guillermo, en este caso para recuperar su adultez.

G: Sí señor.

T: No, no me diga «si señor» porque Ud. es muy obediente.

G: (Enojado)Y bueno sí, que voy a hacer yo, no me voy a matar.

T: No, por supuesto. Ud. se ha matado cuando se ha transformado en un niño para que Jorgelina lo guíe y lo lleve para acá, para allá, le diga lo que es bueno y lo que es malo. Y ese niño ha matado al hombre. Ahora Ud. tiene la oportunidad de hacer renacer al hombre. Ojalá Jorgelina también tenga, después de la separación, la oportunidad de rescatar a la mujer, y no solamente a la madre. Yo creo que esta es la gran oportunidad que Ud. tiene Guillermo, de rescatar al hombre. 

J: Yo entiendo la posición de Guillermo, y conversando con él le he dicho que tratemos de tener una separación amable, por las niñas. Tratemos de quedar como dos amigos; yo se que es muy difícil, pero tratemos. 

T: Me parece que es muy protector para las niñas lo que Ud. dice, pero me temo que Guillermo que es tan obediente, le diga que sí y también haga una separación amable. Lo cual es bueno para los hijos, pero también uno necesita un lugar donde pegar un grito, largar la bronca y no solamente ser amable. Ahora… cuando una pareja se quiere unir, necesita del acuerdo y el deseo de los dos, pero cuando una pareja se quiere separar, con el deseo de uno es suficiente. 

G: Si no hay amor…

T: Claro, si no hay amor también a veces ponerse en una posición de «yo no me quiero separar, y te lo voy a hacer difícil» es la posición caprichosa de un chiquito; de un chico de 5 años que dice «no quiero, no quiero y no quiero».

Yo creo Guillermo, que Ud. tiene en esta situación que le es particularmente dolorosa., una gran oportunidad para dejar de ser un chiquito; que es el papel que Ud. tuvo que hacer durante muchos años porque creyó que así iba a poder estar con ella. Yo creo que Ud. Jorgelina tiene la oportunidad de flexibilizarse, de ponerse más blanda, no tener que estar tan tensa, ir relajándose. Y Ud. Guillermo tiene la oportunidad de no tener que ceder tanto y recuperar su autoestima. Porque si Ud. sólo protesta y cede y cede y protesta, la autoestima se va para abajo. Muchas veces yo veo parejas que recién consiguen esto cuando se enfrentan con la separación; antes no lo pueden hacer. Ud. Guillermo intentó salir de ese lugar y no pudo, como Jorgelina tampoco pudo. Yo veo muchas veces parejas que tienen que llegar a esa situación, que tienen que llegar a llorar, a pelearse, y después a aceptarlo. A veces al separarse las parejas pueden verse de una manera diferente, recién, recién al separarse. A veces la gente se separa y se separa, pero a veces toman distancia y pueden empezar a verse de una manera diferente.

Durante estos trece años se ayudaron a quedarse muy rígidos, cada uno en su lugar. Yo creo Guillermo, que de una manera o de otra Jorgelina le da la oportunidad de reencontrarse con lo mejor de Ud. mismo. A lo mejor ahí, Jorgelina lo puede empezar a ver de otra manera.

(Guillermo se echa a llorar)

T: (levantándose y pasándole la mano por el hombro y palmeándolo) Muy bien, llore, llore tranquilo. Es mejor llorar que ponerse a patalear como un chiquito de 5 años.

G: Me siento culpable.

T: Por llorar no tiene por qué sentirse culpable; Ud. se puede sentir culpable por hacer de Guillermo un nenito de 5 años.

G: Me quiero retirar ya.

T: Sí, sí… ya terminamos. Sólo le quiero decir Guillermo que ésta también es la oportunidad para que cuando Ud. se reencuentre con lo mejor de Ud. mismo, ya no la necesite tanto a Jorgelina y Ud. pueda respirar con sus propios pulmones. Yo dejaría la entrevista acá, la Dra. los acompaña. 

J: Muchas gracias.

T: Al contrario (Les da la mano a ambos y se retiran).

Comentario:

La consultoría tiene por objeto aportar tanto a los consultantes –en este caso la pareja- como al terapeuta, una mirada en algo diferente de la construida hasta el momento; un mínimo aporte más, para que después ese sistema terapéutico prosiga con su trabajo. Y en este objetivo, representa muchos desafíos para el consultor. Rápidamente hay que conectarse con la pareja, conocer su idiosincrasia, respetar el trabajo hasta allí realizado, y aportar a la necesidad que podía tener la terapeuta que es quien propone y solicita el trabajo con el consultor.

En este caso, la preocupación de la profesional, era la de ayudar a ambos miembros de la pareja en este proceso de separación: ese era el acuerdo con la pareja y representaba un objetivo claro.

La metáfora, por su mecanismo de condensación, representa un recurso útil ante una situación como la planteada en este trabajo: suele ser de alto impacto en breve tiempo. La aparición de las imágenes utilizadas por mí en ese trabajo, no estaban prefijadas antes de entrevistar a la pareja, ya que no podía saber como iba a desplegarse la entrevista, sólo conocía cuál era el tema. Considero que la actitud de estar predispuesto a la construcción de una metáfora –trabajo de cerebro derecho-, unido a la conexión racional y emocional con los miembros de la pareja, van dando los elementos que, de acuerdo con mi propio acerbo de ideas, termina plasmándose en esas imágenes y no en otras. La resignificación de la separación en este caso, se basó fundamentalmente en el uso de esas dos metáforas. La de las arenas movedizas, apuntaba a lo paradojal de la solución intentada y la del respirador a crear sentimientos de oposición a la fuerte dependencia. Los efectos de toda esta intervención, sólo pueden pensarse tiempo después según el derrotero del tratamiento, considerando siempre que sólo fue un aporte al mismo; metafóricamente hablando: un granito de arena.

NOTAS

Material tomado del capítulo 2 del libro «Terapia de pareja: una mirada sistémica» Editorial Lumen-Humanitas.

Omar Biscotti es médico psiquiatra y terapeuta familiar. También es Co-Director de ISDEBA y Coordinador Equipo de Terapia de Pareja de ISDEBA.

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