OBITUARIO DEL MAESTRO LUIGI ONNIS

Gigi, hermano mío del alma. 
Te has ido sin dejarme despedirme de ti, y no sé si reprochártelo o agradecértelo. 
Por un lado me duele infinitamente no haber podido estrecharte en mis brazos una vez más, la última, y hacerte sentir acompañado, querido.
Claro que esa función la ha cumplido Caterina, seguro que muy bien. Pero para un corazón grande como el tuyo todos los testimonios de cariño son pocos.
Por otra parte, no puedo dejar de agradecerte la enorme delicadeza con que me has ahorrado el sufrimiento de saberte condenado, de verte morir. 
Siempre supe que la vida es injusta, pero ahora lo constato una vez más, dramáticamente. Tú no deberías haber desaparecido, Gigi, no tan pronto. 
Recuerdo un grafiti que vi en los muros de París en el verano de 1968, ese año que tanto nos marcó a ti y a mí: «André Breton est mort, Aragon est vivant. C’est un double malheur pour la pensée honnête». Y se me ocurren tantos nombres asimilables a Aragon como alternativas a la desaparición frente a ti, mi insustituible Gigi. Pero no insistiré en ese argumento, que te haría sentir incómodo.
Nos conocimos en Lisboa hace más de 30 años, presentados por Gianmarco Manfrida, y, desde entonces, siempre he disfrutado intensamente tu amistad. 
Tú me impulsaste a entrar en EFTA, facilitándome la construcción de una red de amigos europeos que aún constituyen, para mí, tu más precioso legado.
¡Cuántas conversaciones inteligentes hemos compartido, cuántas ideas sobre la terapia familiar hemos intercambiado, cuántas sintonías políticas han canalizado nuestros entusiasmos y nuestras indignaciones!
 ¡Cuántas cosas bellas hemos visto juntos a lo largo y ancho del mundo, de cuántas comidas exquisitas hemos disfrutado, cuántos conciertos y óperas hemos escuchado con veneración!
La vida sin ti va a ser más tonta, más fea, más insípida y, desde luego, más mala. 
Sólo se me ocurre una manera de paliar los devastadores efectos de tu desaparición: que, en realidad, no desaparezcas. Y te aseguro que a ello voy a consagrar unos esfuerzos en los que no dudo encontraré la adhesión de nuestros amigos comunes.
Allí donde haya un debate político, una discusión profesional o un disfrute estético del que yo participe, vas a estar tú, mi querido amigo hermano. 
Vas a estar tú.

Juan Luis Linares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *