El artículo que sirve de base a esta charla está encabezado por una cita de Tom Bottomore que alude a la necesidad de distinguir entre el desarrollo de una disciplina, y trabajar a lo largo de las fronteras entre diferentes disciplinas. Esto último es lo que he intentado, no para promover una difícil integración, sino porque ese trabajo en los bordes puede favorecer la mutua comprensión, y producir un enriquecedor intercambio, en lugar de la mutua descalificación.
INTRODUCCIÓN
Para comenzar parece necesario diferenciar los casos de las construcciones explicativas que se hacen sobre ellos. Los casos son casos. Considero que Dora no es un caso de histeria, es un caso. He elegido un caso freudiano por su valor prototípico.
Aún aceptando la discutible inconmensurabilidad de los paradigmas, esta no puede impedir que se puedan analizar los resultados explicativos y compararlos, explorando la posibilidad de articularlos y de complementarlos.
Esto tiene implicancias no solo en el campo de la psicología, sino en todo el mundo humano, especialmente en el terreno de la ética, la política y de la conflictiva humana en general. Los problemas son también casos.
Si el caso queda adherido a la construcción explicativa (CE), el caso es la CE (como éste: Dora, un caso de histeria), siendo esto lo que trato de cue stionar, mostrando que aquí tenemos un caso y dos CE (aunque podrían ser más):
Caso Dora:
- – CE freudiana
- – CE sistémico/relacional
Si nos tomamos el trabajo de analizar el caso, podemos distinguir entre su fenomenología, y las construcciones explicativas sobre el mismo, con lo que haremos una contribución a los logros profesionales.
La dificultad que se presenta, es que este trabajo es arduo (no puede ser de otra manera) porque la fenomenología del caso viene adherida e interpenetrada con las construcciones explicativas y el lenguaje usado, y obviamente por la subjetividad de quien lo hace.
Pero el desarrollo profesional y científico nos compromete a tomarnos este trabajo. De él surge en este caso, al comparar fenómenos intrapsíquicos y relacionales, quiénes tienen mayores o menores responsabilidades frente al enfermar 3. Tendremos entonces que evitar la tentación de «lo mucho más sencillo» (más simple o simplificado), que es tomar partido y seguir adelante con la CE elegida, que siempre estará sostenida por un número determinado de supuestos no discutidos, pero discutibles.
En tal sentido, propongo una «praxis del interdisciplinar» (en su modo verbal, como acción), por cuanto esta práctica puede darnos herramientas para una mejor, más rica y compleja comprensión del fenómeno (el caso).
Cuando escribí el artículo no había leído trabajos de R. Rorty. Luego constaté mis coincidencias con él porque dice cosas fuertes, tales como «debemos plantearnos si no tenemos que reemplazar al concepto de verdad por el concepto de conversación»
Dificultades básicas del trabajo comparativo:
- El abandono de certidumbres (que son tan necesarias para la praxis).
- Realizar el esfuerzo de tolerar la ansiedad y reconstruir nuevas certidumbres.
- Tolerar la crítica y las agresiones de los dogmáticos.
- Tolerar la amenaza a la identidad y a la pertenencia, dado que ambas están sostenidas y condicionadas por nuestra perspectiva del caso.
TRABAJO CON EL CASO
Para poder operar, he distinguido en el texto entre el relato del caso, las hipótesis generales, y las hipótesis sobre el caso, con la intención de diferenciar, como ya dije, el material de estudio de los principios explicativos que se usan para comprender ese material.
Luego intento, desde una perspectiva relacional, una visión alternativa del caso, tomando como base el relato mencionado.
Después paso a las reflexiones comparativas sobre las distintas teorizaciones, y sobre sus posibles articulaciones y correspondencias.
Finalmente relaciono éstas con el campo de posibilidades de la clínica y su eficacia.
RELATO DEL CASO 4
Lugar de Padre de Dora (PD) en su familia actual, y de Dora respecto del mismo.
- La persona dominante era el padre, un gran industrial.
- Proporcionó el armazón en torno del cual se edificó la historia infantil y patológica de la paciente.
- La hija estaba apegada a él con particular ternura…acrecentada por las enfermedades que el padre padeció desde que ella era pequeña.
Vínculo de Freud con el PD.
- En determinado momento el PD consulta a Freud, que le aplica una exitosa cura antiluética, y debido a ese feliz antecedente, cuatro años más tarde la pone a Dora bajo su tratamiento psicoterapéutico.
Referencias a la familia de origen del PD, y ubicación de Dora respecto de la misma.
- Freud conoció a una hermana del padre, con una psiconeurosis grave y con un desdichado matrimonio. Muere luego de un marasmo…
- Un hermano mayor del padre era un solterón hipocondríaco.
- Dora había depositado siempre sus simpatías en la familia paterna y, después de caer enferma, veía su modelo en la tía que acabo de mencionar.
Diferente valoración que hace Freud de la madre de Dora, que contrasta con la que hace del padre.
- No conocí a la madre, dice.
- De acuerdo con las comunicaciones del padre y de la muchacha, me formé la idea de que era una mujer de escasa cultura, poco inteligente, y padecía una «psicosis del ama de casa».
Ubicación de Dora respecto a su madre y su hermano.
- La relación entre madre e hija era muy inamistosa, no le hacía caso y se había sustraído a su influencia.
- El hermano procuraba sustraerse a las disputas familiares; cuando se veía obligado a tomar partido, lo hacía del lado de la madre.
Papel del PD en el pedido de consulta, y hechos que motivaron la misma.
- A consecuencia de la amenaza de suicidio por parte de Dora, el padre determinó que debía ponerse bajo mi tratamiento.
- Acudió a mi consulta movida sólo por la palabra autoritativa del padre.
La compleja trama de relaciones con el matrimonio K. y las sucesivas ubicaciones de Dora respecto de la misma.
- La señora K. lo había cuidado [al PD], durante su larga enfermedad,…
- El señor K. siempre se había mostrado muy amable hacia Dora.
- Salía de paseo con ella, le hacía pequeños obsequios, pero nadie había hallado algo reprochable en ello.
- Dora atendía a los dos hijitos del matrimonio K. … les hacía de madre…
- Padre e hija viajaban para encontrarse con el señor y la señora K., quienes pasaban el verano junto a uno de nuestros lagos alpinos.
- Dora contó a su madre, para que ésta a su vez se lo trasmitiese al padre, que el Sr.K. había osado hacerle una propuesta amorosa.
- Yo no dudo -dijo el padre- de que ese suceso tiene la culpa de la desazón de Dora, de su irritabilidad y sus ideas suicidas. Me pide que rompa relaciones con el Sr. K., y en particular con la Sra. K., a quien antes veneraba.
- Pero yo no puedo hacerlo porque,
1 – considero que el relato de Dora sobre el inmoral atrevimiento del hombre es una fantasía de ella;
2 – me liga a esa señora una sincera amistad y no quiero causarle ese pesar;
3 – la pobre señora es muy desdichada con su marido;
4 – de quien, por lo demás, no tengo muy buena opinión;
5 – ella misma ha sufrido mucho de los nervios y tiene en mí su único apoyo;
6 – dado mi estado de salud, no me hace falta asegurarle que tras esta relación no se esconde nada ilícito. Somos dos pobres seres que nos consolamos el uno al otro, como podemos, en una amistosa simpatía;
7 – bien sabe usted que no encuentro eso en mi propia mujer.»- Dora se afirma inconmovible en su odio a los K. Su último ataque sobrevino tras una conversación en la que volvió a hacerme el mismo pedido. Procure usted ahora ponerla en buen camino».
- Para Dora no había ninguna duda de que su padre había entablado con esa mujer joven y bella una vulgar relación amorosa.
- El trato con los K. había empezado antes de la enfermedad grave del padre; pero sólo se volvió íntimo cuando en el curso de esta última la joven señora K. se erigió oficialmente en su cuidadora, mientras que la madre se mantenía alejada del lecho del enfermo.
- Cuando Dora estaba de mal talante, se le imponía la idea de qu e había sido entregada al señor K. como precio por la tolerancia que éste mostraba hacia las relaciones entre su padre y la señora K., y detrás de su ternura hacia el padre se vislumbraba la furia que le provocaba semejante uso.
HIPÓTESIS GENERALES
… aquél material psíquico, o moción anímica, que en virtud de la aversión que suscita su contenido, fue bloqueado de la conciencia, fue reprimido, con lo que se volvió patógeno.
Lo que los parientes del enfermo informan… ofrece, casi siempre, un cuadro muy desfigurado del curso de la enfermedad.
… debemos prestar tanta atención a las condiciones puramente humanas y sociales de los enfermos como a los datos somáticos y a los síntomas patológicos.
Por sobre todo, nuestro interés se dirigirá a las relaciones familiares de los enfermos. Y ello no sólo en razón de los antecedentes hereditarios que es preciso investigar, sino de otros vínculos, como se verá.
Sin duda alguna, ese estado de enfermedad es obra de un propósito. Los estados patológicos se hallan por lo general destinados a cierta persona, de suerte que desaparecen cuando ésta se aleja.
En otros lugares he expuesto cuán temprano se ejerce la atracción sexual entre padres e hijos, y he mostrado que la fábula de Edipo debe entenderse probablemente como la elaboración literaria de lo que hay de típico en esos vínculos. Y esta temprana inclinación de la hija por el padre, y del hijo por la madre, de la que probablemente se halle una nítida huella en todos los seres humanos, no puede menos que suponerse más intensa, ya desde el comienzo, en el caso de niños constitucionalmente destinados a la neurosis, de maduración precoz y hambrientos de amor.
HIPÓTESIS SOBRE EL CASO
Freud concluye que los pensamientos que han sido reprimidos en este caso –y que han dado lugar a los síntomas- son los enamoramientos imposibles de Dora: del padre, del Sr.K., y el de la Sra.K., que no llega a comunicárselo a Dora. Hay en el texto varios párrafos muy claros sobre esto:
Es evidente que su conducta rebasaba con mucho la esfera que corresponde a una hija; más bien sentía y obraba como una mujer celosa, tal como se lo habría esperado de la madre. Con su exigencia «o ella o yo», con las escenas que hacía y la amenaza de suicidio que dejó entrever, evidentemente ocupaba el lugar de la madre.
… las muchas enfermedades que éste (el padre) contrajo, no pudieron menos que acrecentar su ternura hacia él; en esas situaciones sucedió también que su padre sólo de ella admitía los pequeños servicios que requería su cuidado; orgulloso por su precoz inteligencia, siendo todavía una niña la había convertido en su confidente. Cuando apareció la Sra.K., fue Dora, y no su madre, la suplantada de más de una posición.
La conclusión resulta obvia: se sentía inclinada hacia su padre en mayor medida de lo que sabía o querría admitir, pues estaba enamorada de él.
… no pude sino pensar, en primer lugar, que lo sofocado era el amor por el Sr.K. … y que la muchacha había retomado y reforzado su vieja inclinación hacia el padre a fin de no tener que notar nada en su conciencia de ese primer amor adolescente que se le había vuelto penoso.
Pero…tras el itinerario de pensamientos… que la hacían ocuparse de la relación de su padre con la Sra.K. se escondía, en efecto, una moción de celos cuyo objeto era esa mujer; vale decir, una moción que solo podía basarse en una inclinación hacia el mismo sexo.
PERSPECTIVA RELACIONAL
En el texto freudiano abundan elementos, algunos de los cuales he subrayado, que permiten mostrar el caso desde esta perspectiva. Lo primero que llama la atención en tal sentido es que el motivo de consulta no es de Dora, sino del padre de Dora.
Ahora bien, ¿por qué/para qué consulta el PD? Podemos suponer que los padres de Dora no pudieron construir el vínculo de alianza conyugal-coparental necesario para satisfacer las necesidades de la vida adulta, tanto sexuales como de crianza de los hijos, dando esto lugar a coaliciones intergeneracionales, y, en consecuencia, a dificultades con los vínculos filiales. Estos desencuentros matrimoniales obviamente abren también el camino para la aparición de terceros, como la Sra. K.
No tenemos información sobre qué es lo que impidió la alianza conyugal-coparental. Tal vez esa infección específica del PD, de la que habla Freud, se interpuso: el distanciamiento afectivo/sexual protegió a la esposa de esa enfermedad (lo que en la clínica permitiría una connotación positiva). También hay elementos para pensar que ambos deben haber tenido dificultades en separarse de sus familias de origen.
Freud plantea en el texto del Historial que «… la usual atracción sexual había aproximado a padre e hija, por un lado, y a madre e hijo, por el otro.»
Desde una perspectiva relacional, la falta del mencionado vínculo afectivo-sexual entre los cónyuges abre, como ya dije, el espacio a la seducción de hijos para cubrir esas carencias. Una vez instaladas, estas relaciones se realimentan, constituyéndose una coalición en contra del otro cónyuge, que a su vez rechaza a ese hijo por ser aliado del otro.
Así, progenitor e hijo quedan atrapados en un vínculo intenso, sin límites claros, con la consiguiente co nfusión. El hijo deja de ocupar el lugar natural, que es el de ser-criado, para ocupar un lugar de seudo-cónyuge del progenitor, como podríamos llamarlo. Hay una alteración de las distancias que son funcionales al crecimiento familiar y de los hijos, y en síntesis, a la exogamia.
Estos vínculos son los que estimulan los deseos incestuosos y/o promiscuos que de otra manera no se habrían desarrollado, y que son producto de este «hacinamiento» psico-relacional. Hay una clara correspondencia entre distancia y tensión erótica. El hacinamiento espacial, ocasionado por carencias materiales, también da origen a situaciones de incesto, promiscuidad, delincuencia, etc.
A partir del relato freudiano del caso desde el comienzo se puede visualizar la coalición PD-Dora, con la consiguiente sobre-involucración de Dora en ese vínculo.
Esa coalición no se realiza entre pares. Una coalición entre pares, donde se supone que cada uno tiene el mismo grado de autonomía, no sobre-involucra necesariamente a uno en los asuntos del otro. Una coalición entre un adulto y un niño necesariamente sub-yuga (nótese la diferencia con con-yuga) al niño, que tiene menos capacidad para poner distancia con aquellos asuntos que no le pertenecen. Es el síntoma la manera que tiene de poner distancia.
Podemos permitirnos suponer también que Freud mismo es incluido en las coaliciones del PD contra la madre de Dora primero y contra Dora después, lo que da elementos para seguir construyendo la historia de esta manera:
La coalición PD-Dora se estableció desde temprana edad de Dora, hasta que, por razones que enseguida veremos, esa coalición se desestabilizó. Es ahí cuando Dora se enoja con el padre e intensifica sus síntomas. Esto mueve al PD, no a Dora, a consultar.
- La coalición PD-Dora se desestabiliza cuando aparece la Sra. K. como sustituto de Dora.
- La coalición PD-Sra. K. reemplaza a la coalición PD-Dora.
- Se hace necesario darle a Dora algo a cambio para restablecer el equilibrio.
- Ese algo es primero el Sr. K.
- Éste fracasa por el rechazo de Dora.
- Surgen los síntomas de Dora.
- EL PD recurre a Freud (Procure usted ahora ponerla en buen camino«) para restablecer el equilibrio que le permita continuar sin tropiezos su relación con la Sra. K., neutralizando la protesta de Dora.
Esta construcción difiere de la lectura psicoanalítica, que atribuye la sintomatología de Dora a los enamoramientos ocurridos en el interior de su psiquismo.
Mientras funcionaba la coalición PD-Dora contra la madre -compensada por su coalición con el hijo- el sistema familiar era estable. Al aparecer la Sra. K., el PD traiciona a Dora, la que seguramente se identifica allí con su madre, que había sido traicionada previamente. Las dos son víctimas del mismo hombre, de donde puede surgir una nueva coalición: madre de Dora-Dora.
Dora desestabiliza fuertemente el sistema (y al padre), pues además de obstaculizar la relación del padre con la Sra. K. (lo que está claramente expresado en el texto como un pedido explícito de Dora), estas conductas deben haber forzado acercamientos no deseados entre ambos padres para ocuparse de la hija con problemas.
¿Qué pasa con Dora en este Desarrollo? Parece una niña sometida (sobreinvolucrada) a las tensiones propias de los conflictos de sus padres y otros adultos.
Dora queda privada del mundo de la gente de su edad, del cual no aparece casi nada en el relato. Lo poco que se menciona es el «joven ingeniero a quien Dora había conocido…«, que luego parece transformarse en una relación significativa en el marco del crecimiento y la cura de Dora, de acuerdo con la información obtenida dentro de los límites de este Historial.
En este contexto es comprensible entonces que las fantasías y deseos -hetero y homosexuales- que comúnmente desarrollan los adolescentes con sus pares, Dora las tenga con quienes, sin serlo, funcionan en esta historia como sus pares. Así aparecen los enamoramientos del padre, del Sr.K. y de la Sra.K.
Los enamoramientos de Dora seguramente existieron, pero son el correlato intrapsíquico del la dinámica relacional en la que está inmersa.
Utilizo la palabra correlato en su doble significado de equivalente, y de relato alternativo de cada una de las disciplinas.
¿Por qué el análisis con Freud cura a Dora? Porque le permite percibir desde afuera una situación en la que, se podría decir, ella solamente estaba. Y es eso lo que le permite salir.
La relación con Freud la cura a Dora porque, si bien se inicia respondiendo a la necesidad paterna de poder continuar sin tropiezos su relación con la Sra.K.5, Freud le ofrece a Dora una relación que, de hecho, es una articulación entre las necesidades del padre y las de Dora, porque al mismo tiempo que satisface el motivo de consulta del PD, la nutre a Dora de elementos que le permiten salir de la triangulación, crecer y autonomizarse. El crecimiento y la individuación de Dora estaban trabados. En la relación con sus padres pierde sus posibilidades personales. En la relación con Freud, por el contrario, recupera su individualidad. El y Dora se ocupan de Dora, lo contrario de lo que le ocurre con sus padres.
Algunas conclusiones
He intentado hacer un aporte analizando y comparando distintos modelos teóricos, así como diferentes abordajes clínicos, individual o familiar, proponiendo un modo de articularlos. Cabe destacarse la necesidad de prestar atención a la importancia de las diferenciaciones ocasionadas por el paso del tiempo en el proceso evolutivo familiar, que dan lugar a conflictos y cambios.
En síntesis, los distintos enfoques desarrollados hacen referencia a «dos» pacientes. ¿Qué es Dora: una joven con enamoramient os incestuosos u homosexuales, reprimidos e inconscientes, que promueven su repetida participación en situaciones penosas? ¿O una chica incluida en varias triangulaciones que se superponen 6, un punto débil de un sistema complejo y disfuncional? Podemos articular ambas visiones? Como ya lo he planteado, un modo de lograrlo es sostener que determinadas manifestaciones de la subjetividad son el correlato intrapsíquico de ciertas estructuras relacionales.
Es lícito preguntarnos también ¿de quién es la responsabilidad del enfermar?, y, ¿hasta dónde, hasta quiénes, se puede extender la responsabilidad de la cura? O más claramente, ¿qué es enfermedad? ¿Ciertas conductas de Dora –desmayos, amenazas de suicidio-?, ¿o utilizar a una hija al servicio de enredos sexuales del progenitor?
Cabe preguntarse, a modo de Foucault, si esa frase del padre de Dora a Freud, «Procure usted ahora ponerla en buen camino» no es digna de un «papá-Estado» que procura «internar» (d entro del consultorio de Freud) a una «hija-loca» que perturba el orden con sus «locuras» (desmayos, amenazas de suicidio, etc.), que se ha transformado en un obstáculo para un orden establecido –el del PD-, al mismo tiempo que es producto de un desorden. Por eso es que el PD pide la consulta, para darle el aspecto de una «cura» a lo que parece más bien un propósito de dominación.
Podemos también hacernos preguntas como ¿Hubo cura de Dora? ¿Dora realmente cambió? ¿De qué magnitud y calidad fue la cura o el cambio?, y otras más específicas: ¿Por qué Dora quedó más satisfecha con el análisis que el propio Freud? ¿Por qué curó a Dora a pesar de que declara haber cometido errores y omisiones? ¿Por qué se curó Dora a pesar de haber abandonado la cura psicoanalítica?
Creo que a estas preguntas ya he dado antes algunas respuestas. Éstas se pueden resumir destacando que Freud le ofreció a Dora, como chica hambrienta de amor lo que ella necesitaba, o sea alguien que se ocupara de ella y le brindara un contexto adulto y contenedor, para escuchar y entender sus dolores y demandas. Utilizo nuevamente aquí esta expresión freudiana, hambrienta de amor, aplicada a Dora, pero esta vez como articulación entre las dos teorías: resignificando el «hambre de amor» de Dora como correlato subjetivo de las privaciones afectivas sufridas de parte de sus padres inmaduros.
En relación con esto me permito una digresión. Si queremos ir más lejos en el plan de releer relacionalmente la teoría psicoanalítica freudiana, dejemos por un momento a Dora y ocupémonos de Edipo. En tal sentido tomemos por ejemplo la última de las hipótesis generales de Freud citadas en este trabajo, que alude al Complejo de Edipo, el que Laplanche y Pontalís (1971) 7 sintetizan de la siguiente manera: «Conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres. En su forma llamada positiva, el complejo se presenta como en la historia de Edipo Rey: deseo de la muerte del rival que es el per-sonaje del mismo sexo y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto». Podemos revisar relacionalmente estas expresiones, preguntándonos si alcanza esta atribución de deseos, amores y celos para explicar las conductas derivadas –dar muerte a Layo y casarse con Yocasta- por cuanto tanto uno como la otra no eran 8 para Edipo padre y madre, en la medida que, desde tempranísima edad había sido abandonado por ellos –al menos por el padre-, y muchos años después los encuentra como personas ajenas a su familia, compuesta por Pólibo y los suyos. Esto entiendo que es lo que cuenta la historia mitológica de Edipo. Éste no mata a su padre, sino a un extraño que se le cruza en el camino y con el que discute por el derecho de paso, y no se casa con su madre, sino con una extraña, una reina que lo elige por un triunfo que salva la ciudad. A lo sumo podemos ver estas acciones de Edipo como una retaliación bíblica inconsciente hacia quién, siendo un bebé, lo abandona en un bosque para que las fieras le den muerte porque un informante -el Oráculo- vaticina que matará a su padre. Se parece a una profecía de autocumplimiento. Deberíamos entonces explorar la relación del Complejo de Edipo así construido con las complejas situaciones que se generan cuando los padres no se hacen cargo de sus responsabilidades, biológicas, familiares, sociales, y éticas, como ocurre con los padres de Dora. Dentro del campo psicoanalítico mismo existen autores como Winnicott y Kohut, que recogen estas inquietudes.
Volviendo a Dora, vemos que más adelante en el Historial Freud muestra una dificultad con la misma, cuando dice «Así fui sorprendido por la transferencia y,…, ella se vengó de mí como se vengara de él [el Sr. K.], y me abandonó,…»
Podríamos reformular esa transferencia como un comportamiento de Dora con un Freud al que no le perdona que ocupe estructuralmente, un lugar del que éste no atina o no tiene tiempo de salir, el de la persona que -con una verdadera similitud con el Sr. K.- tenía la misión encomendada por el PD de impedir las interferencias de ésta en su relación con la Sra.K.
Esto nos alerta de que tenemos que estar atentos en la clínica no sólo a la transferencia del paciente (quién es nuestro paciente?), sino también la que hace la familia del mismo sobre nosotros, o, en el lenguaje de la terapia familiar, ¿quién efectúa la designación del «paciente» y quién del grupo familiar nos asigna -y condiciona- el lugar y la tarea como terapeutas?
Finalmente, ¿qué se sabe de la Dora posterior a su análisis con Freud? A pesar de los fuertes indicios sobre su curación, a Félix Deutch se le presenta veinte años después como una mujer fracasada, con síntomas orgánicos y psíquicos serios, graves perturbaciones sexuales y conyugales, con una mala relación con su hijo, etc.
Esto no sorprende, porque tenemos la experiencia, directa o indirecta, de casos en los que el paciente, o los pacientes, a pesar de haber realizado un tratamiento exitoso (en cuanto al logro de los objetivos establecidos inicialmente) y haber encarado procesos de crecimiento y diferenciación, al cabo de algún tiempo (corto o prolongado) vuelven a la consulta con problemas parecidos. Esto apunta a que tenemos que diferenciar entre cambio y sostenimiento del cambio. Esto nos dice que si una familia como la de Dora concurriera hoy a una terapia familiar necesariamente corta, posiblemente debería ser complementada luego con una terapia individual de Dora más prolongada.
En resumen ¿qué es lo que, entre otras cosas, tienen en común el psicoanálisis freudiano y los enfoques sistémico-relacionales? En forma esquemática podemos decir que ambos proponen un nuevo contexto para los síntomas; para el primero es el psiquismo inconsciente, mientras que para los segundos es la dinámica familiar/relacional. Cualquiera de estos nuevos contextos tienen la enorme virtud de permitirle incluirse y operar al terapeuta, y construir un sentido al aparente sin sentido de los síntomas. O sea nada menos que crear la condición de posibilidad para que pueda recibir ayuda externa aquél que la necesita y la pide.
Comentario final: ¿Cómo la trataría hoy a Dora, o cómo abordaría hoy a una «Dora» que consultara? Y ¿En qué enriquecen la clínica todas estas reflexiones realizadas en torno de Dora?
Me pareció importante agregar al trabajo una reflexión que responde a una pregunta formulada en la presentación: ¿Cómo la trataría hoy a Dora, o cómo abordaría hoy a una «Dora» que consultara? Por mi parte me pareció pertinente derivar de estas preguntas otra: ¿En qué enriquecen la clínica todas estas reflexiones realizadas en torno de Dora?
Trataré de responder todas las preguntas en conjunto, pensando en la consulta de una paciente similar a la mencionada, a la que llamaré «Dora», que imagino presentándose con su familia a la consulta con problemáticas parecidas, pero adaptadas a las nuevas formas de los tiempos actuales.
Si esto ocurriera prestaría especial atención inicial a quién pide la consulta, y esto influiría en el abordaje a proponer. Si fuera «Dora» personalmente la que consulta, encararía una terapia individual, complementada con algunas entrevistas familiares complementarias, para explorar la importancia de la dinámica familiar en los padecimientos de la hija. Esas entrevistas serían más o menos numerosas de acuerdo a esa importancia.
En las sesiones individuales trataría de promover en «Dora», con distintas intervenciones provenientes de mi experiencia clínica y de las distintas conceptualizaciones teóricas que manejo, cambios en su self y en sus comportamientos para que se pueda alejar de las triangulaciones que la afectan, y que no la dejan crecer. Estimularía la vida extrafamiliar de «Dora».
Las sesiones con los familiares de «Dora» –seguramente algunas con la presencia de la misma, y otras no- encararía distintas intervenciones tendientes a poner a los adultos a cargo de sus problemáticas, evitando así la utilización de la hija para obturar o evitar los conflictos subyacentes. Si la apertura de éstos desestabilizara la pareja de padres, y ésta necesitara mayor atención, les ofrecería más entrevistas o les indicaría una terapia de pareja y los derivaría a un colega con el que pudiera mantener un intercambio que enriqueciera ambas terapias.
Si fuera el padre el que consulta, propondría unas entrevistas familiares exploratorias para entender el problema, las que seguramente tendrían un formato flexible, con entrevistas familiares completas –con «Dora» presente-, otras con la pareja, otras individuales con cada uno de ellos, con el objetivo de hacerme una idea de dónde es necesario –y posible- focalizar la acción terapéutica. Seguramente la cuestión se dirigiría a que llevara adelante entrevistas de pareja con los padres y derivara a «Dora» a una terapia individual con un colega con las mismas características antes señaladas.
Cualquiera sea el formato de cada una de las alternativas mencionadas, prestaría atención tanto a la dinámica familiar, como a las características de la subjetividad de cada uno de sus miembros, y a las interacciones entre ambas manifestaciones, intentando promover una sana individuación conexa, como la propuesta por H. Stierlin (1997)9, un maestro proveniente del campo psicoanalítico que recala en el movimiento sistémico, el que plantea la necesidad de articular la individuación con la pertenencia.
Notas
1- Versión escrita de la presentación referida al artículo del mismo nombre publicado por el autor en la Revista Argentina de Clínica Psicológica (AIGLE), Vol. V, Nº 2, agosto de 1996. Mi agradecimiento por la invitación a APRA (Asociación de psicoterapia de la República Argentina) y a Claudio Des Champs (miembro de comisión directiva de APRA).
2- S. Freud (1901); Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora). Obras Completas, VII, Amorrortu editores, Bs. Aires, 1985.
3- Lo que vincula la salud mental con la ética.
4- La parte en negrita cursiva son citas del texto freudiano, con pequeñas modificaciones para enlazarlas o hacerlas más coloquiales. Los subrayados y la parte recuadrada como título temático son agregados por el Dr. Galfré. Para mayor precisión ver Artículo en Clínica Psicológica.
5- Cosa que hubiera logrado, al menos temporariamente, si Dora hubiera establecido un vínculo amoroso con el Sr.K., en cuyo caso probablemente no hubiera sido necesaria la consulta con Freud.
6- Ver DIAGRAMA DEL CONTEXTO RELACIONAL DE DORA.
7- J. Laplanche y J.B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Labor, 1971.
8- Obviamente que biológicamente sí, pero estoy refiriéndome al aspecto funcional, en el que no lo eran en absoluto; lo habían gestado pero no habían asumido la crianza como acto de dar vida, más bien habían intentado dar muerte a quien habían rechazado como hijo.
9- H. Stierlin, El individuo en el sistema, Herder, Barcelona, 1997. Pág. 95.
(*) El Dr. Galfré es doctor en Psicología Clínica, Terapeuta Familiar, Profesor e Investigador UMSA, Facultad de Psicología, con Hospital Álvarez.