Carta a vos, querido/a lector/a:
«De la Ordalía de un Grave Accidente a la Resiliencia, Una Cuestión Relacional» 

(1ª Parte) 

«¿Por qué a mi y a mi esposa Dios mío?

O tal vez sea: ¿Por qué no, después de todo, a mi, a mi esposa, a nosotros, como a cualquier otro ser humano?»

Desde el fin de la etapa gráfica de Perspectivas Sistémicas, en abril del 2007, interrumpí la comunicación editorial con vos lector/a. A vos me dirigí en la despedida, a vos me dirijo en esta nueva etapa. En el camino recibí y recibo a menudo, muestras de agradecimiento, y el mejor homenaje que puede recibir un editor:

«Qué pena que no sale más, se la extraña, por qué no volvés a sacarla». Siempre es grato escucharlo. También gratifica haber vendido en estos años, colecciones a colegas del exterior y seguir vendiendo ejemplares a profesionales locales, de todo el país, de Latinoamérica y España. Incluso, hasta el día de hoy, nos llegan pedidos de suscripción y lectores que escriben o llaman para decirnos, casi en tono de reproche, que no la encuentran en los kioscos?! Lindo ¿no es así? 

Pero lo que hoy quiero compartir con vos lector/a, es otro tema. Se trata de algo que estamos transitando Ruth, mi esposa y mi familia nuclear. Las grandes palabras, reformulaciones, frases célebres, ingeniosas u humorísticas, pronunciadas desde el sillón de mi consultorio, en función del dolor ajeno, al que por supuesto, siempre escuché y escucho con genuina empatía, no me alcanzan. O no me sirven demasiado, tratándose del propio. Sobre todo cuando escucho los cotidianos y dolorosos accesos de tos de mi querida esposa, esperando la próxima endoscopía o video deglución, sabiendo que le colocaron un sten (o prótesis) traqueo esofágica con el que vive ya hace más de dos meses. O cuando la observo dormir sentada en la cama, a mi lado, como duermen mucho de los pacientes que tuvieron mucho tiempo de internación médica. Y sobre todo, cuando la observo con la entereza que la caracteriza, seguir alimentándose con una sonda nasogástrica por vía enteral desde hace siete largos meses y machacando con un mortero sus medicamentos, todos los días, luego de innumerables intervenciones quirúrgicas, largas internaciones en terapia intensiva (tres para ser exacto) y mucho por resolver y entre ellas, la fístula traqueo esofágica y su nuevo rostro, operado de gravísimas fracturas maxilofaciales. 

Mis fracturas de vértebras lumbares, luego de la silla de ruedas y el corsé, soldaron y camino bastante bien ahora, mas allá de dolores y limitaciones varias. Y naturalmente el agotamiento psicofísico concomitante que se va sintiendo cuando una situación se prolonga, y está lejos de encontrase solucionada, además de ir asumiendo que ya nada será como antes, sobre todo para Ruth. 

El dolor de una persona cercana se siente como propio como lo supimos siempre y lo confirman, por si hiciera falta, las neurociencias. El conocido fenómeno del contagio emocional, como lo denomina Daniel Goleman (1) en su último libro. 

Todo lo contrario de los dueños de empresas de micros de larga distancia, que empujan a sus empleados a la extenuación, haciéndolos manejar unidades inestables, que contratan aseguradoras como para que traten con los damnificados y ellos siguen su vida, sin modificar aspectos esenciales que harían mas seguros a sus micros y por ende a los pasajeros, mientras queda el reguero de víctimas, entre ellos sus propios conductores. 

Te cuento que nuestra vida cambió radicalmente a partir de aquel accidente en el micro de la empresa de micros TONY TUR (¡no la vayan a usar por favor, ni vos ni tus hijos, ni nadie!). Fue el sábado 29 de noviembre del 2008, a las cinco de la tarde de un día soleado, en una despejada ruta 2, de doble vía, a setenta km. de Mar del Plata, volviendo a Buenos Aires, luego de una gratísima estadía en la «Feliz» como le dicen a Mar del Plata. Nunca sabremos por qué y cómo ocurrió: no se investiga demasiado y mucho menos si fallece el chofer. Según me dicen, las empresas tratan que los diarios y los medios en general no abunden en detalle y se olvide rápidamente el tema, (en especial previo a vacaciones y feriados). 

Parece que por algún inexplicable motivo, el micro se salió de la ruta, chocó contra un árbol (!?) y volcó. Salimos gateando, como pudimos, Ruth en estado de shock porque dormía. Un accidente que no podía suceder – fuera de temporada y en condiciones climáticas ideales- pero sucedió. 

Si como publicó la Nación, el fin de semana del feriado del 1º de mayo del corriente, el test de alcoholemia y el control del descanso requerido, entre viaje y viaje, para los choferes de micros de larga distancia, dio, en el cincuenta por ciento de los casos, positivo: de que diablos nos podemos asombrar. Si los vehículos de doble piso que utilizan todas las empresas se vuelven inestables a mas de noventa kilómetros por hora y se ha comprobado que a menudo rebasan esa velocidad, de qué nos asombramos lectore/as?¿Qué las medidas para prevenir el dengue fueron tardías e insuficientes, lo mismo que las de la gripe A, pesar de contar en nuestro país con excelentes profesionales de la salud? Entonces, ¿de qué nos sorprendemos?

Ah y si te sucede algo así lector, Dios no lo quiera, no cuentes con la empresa (en este caso Tony Tur pero son todas iguales en este sentido; o peores *), lidiarás con su empresa de seguros. En este sentido, esta nota podría titularse: «No somos nada», frase de rigor en los velorios. En todo caso para ellos no significas nada. He consultado, me he asesorado y lo que me han dicho todos los que están el tema, lo que hacen es alargar el proceso todo lo que pueden, como ya lo voy comprobando (y las argucias legales se lo permiten y mucho, hablo de años), tabulan los daños físicos como si se tratara de objetos de poco valor y el lucro cesante y el tremendo impacto personal y familiar psicológico ni lo tienen en cuenta. Salvo claro que uno esté dispuesto y cuente con los medios económicos – propios o de su red familiar-, la salud física, mental y emocional para ir al largo y extenuante escenario de las negociaciones o eventual juicio, donde buscan amedrentarte o jugar con tu angustia para ofrecerte montos bajísimos que ni siquiera cubren los gastos médicos. En nuestro caso, sí, por supuesto, estoy más que dispuesto. De hecho, el reclamo judicial estaría teóricamente ganado pero claro ¿puede uno esperar dos a cuatro años?: Chicanas de por medio, amenazas, peritos de parte y ni te cuento lo que me costó obtener la información médica del departamento legal del hospital Interzonal de Mar del Plata . Ruth estuvo internada en estado crítico, gravísima, durante quince días, corriendo peligro su vida y me llevó cuatro meses obtener una fotocopia de la historia clínica de Ruth que la persona del departamento legal del hospital marplatense, sabía perfectamente donde estaba pero no la encontraba (¡¿?!). Estaba en los archivos, donde corresponde, desde el 15 de diciembre, día en la que trasladamos a Ruth a una terapia intensiva de Buenos Aires en una ambulancia especial con médico, enfermero y respirador. Los archivos se encuentran en el piso de abajo o de arriba del departamento legal. Pero no la encontraba y una de las tantas veces que llamé para reclamarlo, me dijo: «pero también ¡qué apellidos raros se fueron a buscar ustedes!».

Me cuentan que las aseguradoras y las empresas de los micros obtienen muy pero muy rápidamente estos datos. 

Otro tema ¿ustedes creen, por ventura, que existió siquiera un llamado telefónico de parte del Sr. Martín – creo que así se llama el dueño de Tony Tur (**)-, o de algún representante de la empresa de micros para interesarse por los heridos mas graves, por la gente en general que viajaba en ese micro (de hecho, el chofer falleció al día siguiente en el mismo hospital donde estuvo internada mi esposa, información que nunca circuló)?: Pues bien, ni se les ocurra. Ningún llamado solidario, ningún gesto humanitario. Al tiempo, cuatro meses después, la aseguradora Rivadavia se comunicó conmigo. Comienza entonces una fría negociación con la misma. Piden una previa pericia médica (esto está ocurriendo conmigo a los siete meses del accidente y va a llevarse a cabo con Ruth muy pronto). La realiza un médico, empleado de la empresa. Lo que cuenta no es lo que te pasó, lo que padeciste sino como quedaste. Y que el tiempo pase. 

En fin, por pudor, auto respeto, respeto a Ruth y a mi familia, me detengo acá con los detalles de nuestra salud y de nuestros sentimientos. Vos entenderás y te imaginarás el resto. Confío en tu inteligencia emocional querido lector/a. 

Además, llevar adelante mi trabajo a media máquina – no retomé aún mis tareas docentes, sí la atención de consultantes-, acompañar a Ruth a los médicos, atender mi propia salud -perdí bastante peso y me detectaron una anemia post accidente, generada por una reacción auto inmunitaria-, y las cuestiones legales, me lleva, por ahora, toda mi energía. 

«Es con un mundo íntimo compartido que nos 
recomponemos; entramados desde el afecto, unidos 
desde la empatía, nos desplegamos como una planta que 
busca la luz y renace…» 

¿Resiliencia lector/a?: sigo creyendo en ella mas que nunca. Igualmente en las redes familiares y entrañables amistades, vecinos, colegas, la mayoría muy presentes, amorosos, solidarios. Sin mencionar a los desconocidos o personas que apenas conocía y fueron convirtiéndose en seres que aprecio, valoro y agradezco que existan. Indudablemente, hicieron la diferencia: un ejemplo entre tantos, Ruth internada durante nunca pasó una noche sola. Meditación, oraciones de todos los credos, misas, envíos de energía, mails, llamados telefónicos, palabras y gestos de solidaridad abundaron y por ello, estoy muy pero muy agradecido. También a los médicos, enfermero/as y a todo el personal de salud y de limpieza del Interzonal y a los del Cemic. Sobre esto y otros aspectos seguiré comunicándome. Tenía necesidad de dirigirme a vos, a ti, lector/a, de contarte, de compartir, como lo hice siempre, desde la salida de Perspectivas Sistémicas, allá en mayo de 1988, hasta el último editorial de abril del 2007. 

Gracias por leerme una vez más, un abrazo,

Claudio Des Champs 

Notas y llamados a pie de página

(1) «La Inteligencia Social» de Daniel Goleman 

(*) Poco tiempo antes del accidente, me vino a consultar el dueño de una conocida empresa de micros de larga distancia (otra, no Tony Tur). El estilo personal y su manera de llevar su vida, me causó rechazo (y miren que uno ha escuchado muchas historias y no está para juzgar). Me pregunté, sin decirlo, como este hombre que más que un terapeuta buscaba un cómplice de sus turbias acciones, en el estado alterado que estaba y parecía vivir normalmente, podía dirigir semejante empresa. Para asombro mío, al final de la charla, el hombre, una caricatura del «macho» por antonomasia, un paradigmático ejemplo de la masculinidad tóxica, descripta por Sergio Sinay (2) en su homónimo libro, me dijo: 

«Me imagino que usted se preguntará como alguien en mi estado puede dirigir una empresa de transporte de pasajeros, algo de tanta responsabilidad, ¿no?». Y luego agregó como remate, que ciertos aspectos específicos relacionados a cuestiones de los micros, los accidentes por ejemplo, no le convenía haberlas mencionado. Fue la primera y última entrevista que tuvimos. 

(2) «La Masculinidad Tóxica» de Sergio Sinay (ver sección bibliográfica- libros- de www.redsistemica.com.ar 

(**) El 29 de Marzo de este año, otro micro de Tony Tur tuvo nuevamente un accidente muy grave, en la Autovía, yendo a Mar del Plata, en el que el micro chocó contra la parte de atrás de un camión. El chofer, como en nuestro accidente, falleció. 

En relación a la muerte del chofer que conducía nuestro micro, más allá de la responsabilidad que le pueda caber en nuestro accidente, que en paz descanse y mi más sentido y sincero pésame a sus deudos.

Y un último comentario y no por ello menos importante, para los otros pasajeros del desgraciado pero lamentablemente no tan infrecuente acontecimiento que nos tocó compartir – sé que varios aún están padeciendo graves consecuencias físicas y ninguno, olvidará jamás lo ocurrido-: me conduelo por y con ellos y sus familias que estarán recibiendo el mismo destrato de Tony Tur y su empresa aseguradora -, y les deseo lo mejor y la más pronta recuperación psicofísica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *