En este libro lo que quiero mostrar es cómo, apoyándome en los principios básicos que aprendí de mis maestros y que aparentan ser simples, puedo utilizar todo el arsenal té, todas las herramientas que me ofrece el modelo y todas aquéllas que se me puedan ocurrir en momentos de creatividad, si me permito estar lo suficientemente abierta como para poder realmente captar, percibir la construcción de la realidad de quien me consulta, reprimiendo totalmente mis ideas, mis preconceptos, para poder meterme, algo así como «debajo de la piel del o de los consultantes!»
Para ello considero que tenemos que ser como juncos, porque permanentemente los terapeutas nos enfrentamos con personas distintas, con diferentes ideas sobre su persona, sobre la vida de pareja, sobre la familia; por lo tanto, mientras estas visiones o construcciones no sean un problema para los consultantes, nosotros no tenemos que transformarlo en un problema… (de la introducción).
El constructivismo apunta a enfatizar que cualquier afirmación acerca de la «realidad» es una afirmación de quien observa. Las diferentes imágenes del mundo de las personas siempre despertaron inquietud respecto de su formación. Heinz Von Foerster sostiene que se forma porque el contexto, tal cual lo percibimos, es sólo una ilusión, una elección nuestra. Tanto en su sentido ético como estético.
Esto nos lleva a suponer que el hombre es responsable de sus pensamientos, de sus conocimientos, de sus acciones, todo esto implica que tendríamos que agradecernos a nosotros mismos este mundo en el que vivimos. Nos cuesta mucho reconocer que nosotros lo construimos y que para ello utilizamos nuestras experiencias y nuestro conocimiento…
Simultáneamente, cada familia tiene un estilo característico que la diferencia, una retórica distinta y una construcción de la realidad que es el producto de su historia compartida, de las experiencias que tienen en común, con sus acontecimientos, recuerdos, anécdotas difíciles de olvidar, valores y objetivos que dan lugar a reglas interaccionales, que nosotros los observadores utilizamos para describir pautas reiterativas. Los estudios de Reiss permiten observar que existen familias sumamente sensibles y permeables al contexto; abiertas a experiencias, otras en cambio necesitan coordinar creencias entre sus miembros, aun a expensas de una apreciación más pobre de las circunstancias externas.
Los diferentes paradigmas son esenciales, fundamentales tanto para la estabilidad de un sistema como para el cambio; son creencias que pasan muy a menudo de una generación a otra, incidiendo especialmente en el modo de enfrentar las crisis familiares, como por ejemplo: un accidente, una enfermedad orgánica o las diferentes transiciones de la vida.
Las conductas constructivas también se incorporan con rapidez como parte de la organización total de la realidad familiar, su activación pone de inmediato en funcionamiento roles, actualizando acuerdos sobre la puntuación, visión del mundo, etc.
La posibilidad de intervención en terapia familiar se facilita cuando el terapeuta se ocupa —por sobre todas las cosas— de comprender y percibir la imagen del mundo de la familia, o de cualquiera de sus miembros, también prestando especial atención a su lenguaje, sea literal, sea metafórico, para poder implementarlo él, oficiando de camaleón, aceptando a los otros tal cual son, con sus valores, con su posición ante la vida.
Esto implica una «búsqueda de premisas» para ponerlas al servicio del cambio que intenta producir y así aliviar a quienes lo consultan. De esta forma actuaría como lo hacía Sócrates, que empezaba por los presupuestos que contaban con mayor posibilidad de asentimiento, «el camino más seguro para argumentar con otros».
El paradigma familiar, con mucha frecuencia, se ve afectado por una crisis, dando lugar a una «construcción de la realidad diferente». En esta situación, el terapeuta puede ayudar a encontrar una realidad alternativa que le permite a la familia enfrentar la situación desde un punto de vista distinto, siempre que esa alternativa «encaje» con el mapa del mundo de esa familia o individuo particular.
Como los seres humanos nos influimos unos a otros mediante la comunicación —sea ésta verbal, gestual o táctil—, por medio de los diferentes sentidos, será a través del canal de comunicación adecuado que podremos hacer surgir múltiples versiones de la realidad, que permitan acceder a múltiples visiones de su problema y que el terapeuta podrá a su vez acceder a una mayor comprensión de la problemática humana y así impulsar cambios jamás imaginados. (Cap. 1, Constructivismo).
Teniendo en cuenta que este modelo está orientado hacia el «síntoma o problema» no creemos que el terapeuta deba intentar buscar otras o más profundas raíces de la patología. Los consultantes (trátese de individuos, parejas o familias) acuden a nosotros con ciertas «quejas», el aceptarlos en tratamiento implica el compromiso y la responsabilidad de aliviarlos de sus quejas, teniendo muy claro que lo que él o ellos traen como «motivo de consulta» es lo que están dispuestos a enfrentar en ese momento y es lo que debemos aceptar, más allá de que veamos otras razones para consultar.
Nuestro deber ético es aceptar lo que a Él le molesta. Esa es la razón por la cual pide la entrevista…
No necesariamente tenemos que pensar en tratamientos (los nuestros tienen un máximo de 10 —diez— sesiones). Muchas veces, la gente solicita una o varias consultas sobre un tema específico. Un pedido de esta índole es el que voy a relatar para ilustrar esta Premisa Básica de «aceptar» lo que está dispuesto a enfrentar y que es de fundamental importancia para los creadores del modelo y para quienes lo seguimos una de las más difíciles de cumplir, pues significa aceptar la queja del otro, dejando de lado nuestras creencias al respecto. El paradigma interaccional del que surge la Terapia Breve, enfatiza la función primordial del terapeuta, de modo que pueda influir para ayudar a aliviar o resolver éticamente la situación del consultante de acuerdo a la expectativa de éste…
Quiero expresar mi enorme gratitud a los muchos consultantes que a través de los años y de los seguimientos que he realizado, me gratificaron «cambiando» más allá de lo que hubiera podido predecir y que me cambiaron a mí mucho más de lo que yo pude jamás imaginar, incluyendo, el haber «intervenido» acertadamente —sin saberlo— para que yo dejara de fumar, aún puedo escuchar cuando alguien me dijo: «Qué pena Celia, que usted que puede hacer tanto por los otros no puede hacer nada por usted» (viendo que yo tenía un cigarrillo en el cenicero…).
Ellos, los que me consultaron y consultan, fueron y son, mis maestros más expertos. (Prefacio, Agradecimientos).
* «El Terapeuta Como un Junco» –Aplicaciones clínicas de terapia breve – de Celia Elzufán y Claudio Des Champs (Comp.) y presentación de John Weakland. Nadir editors, 1989.
* * Celia Elzufán fue Directora del Centro Privado de Terapias Breves. Pionera de la Terapia Sistémica en la Argentina, fue presidente y una de las fundadoras de la Asociación Sistémica de Buenos Aires (ASIBA)